Los Machines: guardianes de los páramos y de la biodiversidad

Existen extensas montañas frías, en donde la neblina se esparce como un manto blanco, gobernando con parsimonia. A pesar de esto, en aquellos lares crecen plantas sacadas de una imaginación inquieta, y caminan animales que solo parecen existir en los libros de fantasía. Estos son lugares sagrados para un pueblo ancestral que ha vivido durante siglos allí, por lo que sus raíces se encuentran arraigadas en estas tierras gélidas. Para estos pueblos, la fauna y flora  que nace en estas montañas representan el nacimiento de la vida.

Parece que estoy hablando de un sitio que se encuentra en alguna saga como Harry Potter o El señor de los anillos, pero me refiero a un lugar que sí existe en nuestro planeta, y se les conoce como páramos. Estas montañas son ecosistemas de gran importancia para la vida…pero te lo explicaré después, para no arruinarte la emoción.

La maravillosa e intrigante historia que les contaré se lleva a cabo en estas montañas, y su protagonista es Liliana Alpala, una mujer indígena que pertenece al pueblo de los Pastos y vive en Cumbal (Nariño)  junto con su esposo e hijos. Desde su niñez, Liliana ha dedicado su vida a la madre naturaleza, sirviendo como guardiana  y protectora de los páramos. Todo esto lo ha hecho  aplicando los conocimientos le han dado los sabios ancianos de la comunidad, y también aquellos saberes ofrecidos por las personas formadas con libros y textos académicos.

El peligro que corren los páramos

Los páramos fueron testigos de como Liliana se convertía en una niña soñadora a una mujer comprometida con la vida, puesto que pasó por varias etapas en las que comenzó a formar su conciencia sobre la importancia de proteger los ecosistemas, al punto de abrazar tanto aquella necesidad que la volvió una parte inherente de ella. 

Sus padres y abuelos fueron claves para que Liliana comprendiera lo esencial que era vivir en armonía con la naturaleza, puesto que le transmitieron todos los saberes que sus ancestros habían dejado para las generaciones venideras.

Así, los días de Liliana transcurrían entre caminar por los páramos, acompañada siempre del frío que la recibía como un viejo amigo. También se dedicaba a cuidar a las plantas de hojas duras que allí crecían y observaba a los animales que corrían afanados entre los matorrales. Sin embargo, con el tiempo, nuestra protagonista se empezó a percatar que no todos le tenían el mismo cariño que ella le profesaba a los páramos. ¡Sin más! Se dedicaban a dañarlo sin mediar sus consecuencias.

No es por ser dramática, pero los páramos son de los ecosistemas más amenazados en Latinoamérica y el neotrópico. Según explica Greenpeace, ONG ambientalista, esto se debe a que los páramos “poseen una reducida área en relación a otros ecosistemas de la región, lo que los hace muy frágiles a los efectos globales del cambio climático y a la actividad humana”. 

Una de las acciones que afectan a los páramos es la agricultura, puesto que para adecuar la tierra, las personas recurren a la deforestación, haciendo que se pierdan los arbustos, matorrales y frailejones propios de estos ecosistemas. Además, dicha actividad también puede generar que el suelo no tenga la capacidad de retener el agua. Por otro lado, está la minería, que puede contaminar las fuentes hídricas porque se les vierten químicos tóxicos. 

Es necesario recalcar que los páramos en Colombia cubren un área de 14.434 kilómetros cuadrados (de acuerdo con el artículo ‘Los páramos en Colombia, un ecosistema en riesgo’), lo que equivale al 49 % de los páramos del mundo, ¡casi la mitad! ¿Sabías esto? Yo tampoco. Pero lo más sorprendente es que estos ecosistemas aportan el 70% del agua a los municipios del país. Por eso son tan importantes.

Entonces, ¿qué sería de nosotros si desaparecen los páramos? Si nos ponemos a pensar en las posibles respuestas, es posible que veamos un futuro bastante desalentador. Lo más preocupante es que, según un artículo publicado por la Universidad Nacional de Colombia, si el cambio climático sigue avanzando, es posible que para el 2040 Colombia pierda sus páramos y desaparezcan, ya que no podrán adaptarse a estas temperaturas. 

El conocimiento como una oportunidad

Impulsada por esto, en Liliana nació la necesidad de proteger a los páramos a toda costa; y se dio cuenta que no era la única, más personas de su comunidad compartían su misma pasión. Así que creó  el colectivo Los Machines (conformado por diez familias) a fin de realizar diferentes actividades en pro de cuidar su hogar y el de muchas formas de vida. El grupo toma el nombre de “La Piedra de los Machines” una roca volcánica que representa al Sol de los Pastos, el centro de la cultura de este pueblo índigena, y creyeron que era lo más apropiado, puesto que los conocimientos que poseían como comunidad eran fundamentales en su misión

 De esta forma, Los Machines comenzaron con una idea mágica, puesto que crearon la “Biblioteca Saberes de los Machines”  en donde se pueden encontrar libros cuyas páginas contienen todos los secretos para cuidar a la naturaleza. Estos libros fueron donados por personas que viven en distintas partes del país, ya que quisieron contribuir, de alguna u otra forma, a esta importante iniciativa.

Foto tomada de: https://www.bibliotecarural.com/saberes-de-los-machines

A partir de esto, Los Machines comenzaron con las semillitas del pueblo, por lo que reunieron a los más pequeños de la comunidad para hacer lecturas en voz alta, realizar talleres alrededor del cuidado ambiental y emprender caminatas por el páramo. Además, también incluyeron a las familias de la zona a fin de extender las ramas del amor a los páramos. “Así nuestra vida fluye en torno a los bosques y a los páramos, que son nuestros lugares que nos dan vida” nos confesó Liliana con ternura y ensoñación.

Los viveros para resguardar la biodiversidad

Greenpeace sostiene que los páramos tienen un alto nivel de endemismo, es decir, que en ellos viven especies que solo se encuentran allí. De esta forma, los páramos cuentan con 70 especies de mamíferos, 154 especies de aves, 90 especies de anfibios y 3.379 especies de plantas; precisamente, Colombia es el país más biodiverso en cuanto a frailejones, ya que cuenta con 81 especies de estas plantas, importantes para la conservación de estos ecosistemas.

Sin embargo, su existencia corre peligro debido a las actividades que les mencioné párrafos más arriba. Por esta razón, Liliana y su colectivo decidieron construir viveros, un hogar para que las plantas endémicas nacieran allí y crecieran en armonía, hasta que por fin estuvieran listas para insertarlas en los bosques, su hogar original, y así darle vida a los inmensos páramos.

Para llevar a cabo esto, fue necesario realizar un ejercicio de investigación bastante estructurado, ya que “los viveros están adecuados de acuerdo a las características del terreno y las características meteorológicas de la zona (…)  el modelo  lo adecuamos nosotros para permitir la germinación. Es como un laboratorio vivo de plantas nativas” aseguró Liliana con entusiasmo. Así, se construyeron cuatro viveros que miden 24 metros cuadrados cada uno, y se sostienen con la fortaleza que ofrece la guadua y los bahareques, materiales propios de este sensacional municipio. 

En estas estructuras, las plantas pasan por fases representativas de la vida. La primera es la germinación, en donde la raíz del embrión (llamada radícula) sale de la semilla (gracias a la exactitud de  cantidad de luz y agua). Después, viene la fase de establecimiento, cuando las primeras hojas deciden asomarse con timidez (dura entre dos y tres meses en plantas de páramos). Posteriormente, llega la fase de crecimiento rápido y trasplante, que va desde la aparición de las hojas nuevas hasta el momento en el que alcanza la altura para ser trasplantada del contenedor a una bolsa. Finalmente, llega la fase de endurecimiento, que es cuando se “entrena” a la planta para que pueda sobrevivir en su hábitat natural.

Pero el proceso no acaba aquí; Liliana y su equipo caminan por los páramos, abrigados en su ruanas y guantes para contrarrestar el frío entumecedor; llevan con cuidado y delicadeza a las plantas, porque son los protagonistas de esos momentos cruciales. Luego, toman una pala, la hunden en el suelo y comienzan a cavar huecos, teniendo como testigo a la tranquila niebla. Finalmente, cogen las plantas con delicadeza, las introducen en estos agujeros y los llenan de tierra, dándole a los páramos una oportunidad para resurgir.

La iniciativa fue de interés para el Instituto Humboldt de Colombia (un instituto dedicado a la investigación de los recursos biológicos) por lo que realizaron un estudio en compañía de la comunidad con respecto a los viveros que este colectivo. De esto, salió la cartilla Viveros de páramo para la restauración ecológica, siendo un producto que nació de los conocimientos académicos y ancestrales.

El sueño se expande

El Instituto Humboldt no ha sido el único que ha trabajado con este colectivo; el SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje) realizó una investigación en conjunto con la comunidad, la cual consistía en mostrar lo nocivo que podrían llegar a ser los agroquímicos para las plantas. Además, actualmente se está realizando una investigación en compañía de la Universidad de Marburgo (Alemania) a fin de realizar un monitoreo a la restauración que se lleva a cabo.

Lo que más le emociona a Liliana es conocer personas de otras culturas y aprender de ellos; precisamente, los han visitado desde diferentes partes del mundo, como Perú, Francia, Bolivia, Holando y muchos más.

via GIPHY

Pero las cosas no han sido tan tranquilas; a pesar de estar realizando una acción heroica, Liliana y Los Machines han tenido uno que otro inconveniente a la hora de salvar los páramos. Hay ocasiones en las que los campesinos no están de acuerdo con la restauración, porque creen que sus actividades agrícolas se verán afectadas por esto; no obstante, a través del diálogo se han logrado manejar los malos entendidos, porque todos somos parte de un gran engranaje lleno de vida  para proteger los ecosistemas.

Alunático y alunática, Liliana necesita más colegas en la protección de la Madre Tierra, por eso queremos que pienses algún lugar natural que desees salvaguardar, y a partir de esto, trabajes con tu comunidad a fin de salvarlo. Pero no dejemos por fuera a los que viven en las ciudades, ¡ustedes también pueden convertirse en héroes de la biodiversidad! Usa tu imaginación y deseo para hacerlo.

Eso ha sido todo, ¡nos vemos en una próxima lectura!


Entrevistada: Liliana Alpala
Gestora ambiental y cultural
Escrito por: María Lucía Sarmiento Rojas

¡Hola! Para acceder a las actividades ALUNA debes iniciar sesión con tu cuenta. Loguéate e inténtalo nuevamente.

Scroll al inicio
Ir al contenido