¡El tiempo pasa cada vez más rápido!, sobre todo ahora que los días son más cortos debido a que el núcleo de la tierra se detuvo. Las personas suelen llevar vidas apresuradas para cumplir con esa expresión que está de moda en esta sociedad digital y consumista: ser productivo✨. En verdad, la búsqueda de resultados concretos podría ser lo que mueve nuestras vidas, dejando a un lado el ser conscientes de los privilegios y las oportunidades que nos rodean. ¿A qué me refiero? Pregúntate, ¿qué tan agradecido eres con los 100 litros de agua que gastas en un baño de 5 minutos?, eso si no te da por cantar más de dos canciones en la ducha.
¿Qué tan agradecidos somos con el privilegio que tenemos de bañarnos con agua digna para ello? Somos afortunados de no ocupar el puesto de una entre cada cuatro personas que no tiene acceso a agua potable en el mundo, esto según UNICEF, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
La historia que leerás a continuación es una prueba de cómo la ciencia y el reconocer al otro, pueden salvar a comunidades a las que a través de los años se les han vulnerado sus derechos. Pero siempre hay personas que se ponen al servicio la ciencia y la investigación por medio de labores sociales que escapan del laboratorio para ser soluciones en los lugares indicados. Este es el caso de Jennifer Colpas, la directora ejecutiva de Tierra Grata, una iniciativa liderada por jóvenes comprometidos que permite la incorporación de energías limpias, y tecnologías de manejo del agua y de saneamiento básico, en comunidades aisladas.
Cuando un derecho se vuelve privilegio
Cuando comenzó la pandemia, tres de cada 10 personas del mundo no podían lavarse las manos con agua y jabón en sus hogares; esta problemática de salud pública se evidenció en un informe de UNICEF llamado Progress on household drinking water, sanitation and hygiene 2000 – 2020 (“Progresos en materia de agua para el consumo, el saneamiento y la higiene en los hogares”), lo más alarmante de este es que si se mantienen las tendencias actuales, miles de millones de niños y familias se quedarán sin servicios esenciales en los próximos años.
Este estudio revela que para el 2030, solo un 81% de la población mundial tendrá acceso a agua potable salubre en su hogar, un bien del que no podrán disfrutar 1.600 millones de personas; es como si aisláramos a un poco más de la cantidad de habitantes que hay en China (que por cierto es el país más poblado del mundo) y los dejáramos sin agua para realizar las actividades básicas humanas. Hay una cifra preocupante, y es que ocho de cada 10 personas que carecen de acceso a servicios básicos de abastecimiento de agua viven en zonas rurales (según UNICEF). Pero hay más, ya que, sumado al hecho de pasar por situaciones de precariedad, estas personas se ven obligados a vivir una violencia estructural a causa del abandono estatal.

El bien se une
Jennifer hacía voluntariados cuando conoció a Alex, también cofundador de Tierra Grata, y así mismo fue conociendo a los demás integrantes jóvenes de la iniciativa. Ésta nace en 2015 para ayudar a la comunidad de Nueva Esperanza de Palenque en San Basilio de Palencia (a una hora y media de Cartagena, Colombia). Sus pobladores vivían en situaciones de vulnerabilidad, pues no tenían acceso a los servicios básicos, como electricidad y agua. Hasta realizar sus necesidades fisiológicas implicaba someterse a prácticas indignas para hacerlo.
Este grupo de héroes jóvenes ya tenía experiencia y conocimiento, pues sabían que a través de las tecnologías sociales podrían presentar soluciones que implicaban cambios positivos en la vida de la comunidad. Aunque su visión sobre el proyecto desde el principio era clara, Tierra Grata no llegaría a imponer métodos conforme a lo que consideraban sería bueno para los habitantes de Nueva Esperanza; por el contrario, según contó Jennifer: “duramos muchos años en procesos de cooperación, de observación y de diálogo con las comunidades, hoy lo seguimos haciendo, pero al principio era mucho más”, esto con el fin de entender el contexto y de proponer un desarrollo que no dejara por fuera lo que las mismas personas tenían para opinar.

Para ese momento estos jóvenes trabajaban haciendo voluntariado desde otra organización, y desde junio de 2016 dedicaban sus fines de semana a sembrar lo que hasta 2019 se constituiría como Tierra Grata, siendo su principal objetivo el de propiciar un impacto real en las comunidades para que: “las propias familias rurales sean parte de su propio desarrollo y por eso generamos capacidades en las personas”.
En el principio, eran 5 los cofundadores, quienes donaban las soluciones a las comunidades. Han pasado casi siete años y se ha apreciado un crecimiento exponencial con procesos más pensados y planeados. Hoy son 9 las personas que integran este proyecto de héroes sociales y manejan un sistema de pago en el que la comunidad invierte en las tecnologías sociales que necesita.
Por otro lado, para realizar el acercamiento a las comunidades, Tierra Grata desarrolló su propio modelo de intervención social, el cual consta de 3 fases: reconocimiento inicial, en el que los saberes de la población y el contexto es el principal eje para continuar con; los procesos de cooperación, donde plantean las soluciones con base en lo anteriormente hablado con la comunidad e, incluso, se dialogan en asambleas para que las mismas personas decidan a través de qué soluciones pueden empoderarse como comunidad y, finalmente, el proceso de instalación, que resulta ser el momento más esperado, pero el que además tendrá un período de medición para analizar si funciona la solución aplicada.
La conciencia de las soluciones con ciencia
Fue a través de experiencias previas e investigación que estos jóvenes pudieron familiarizarse con las soluciones que hoy proponen a las comunidades, energía solar, baños secos en ecoaldeas y un filtro de agua que, si bien, no resuelve el problema de fondo, sí plantea una solución transitoria para un acceso definitivo de agua. Por ejemplo, el filtro de agua funciona con un proceso de microfiltración por goteo en el que las membranas de este permiten la filtración para tener agua potable, a simple vista parece una matera y sus unidades filtrantes se componen de aserrín, arcilla y plata coloidal.

Por otro lado, en vista de la escasez de agua, el baño que proponen funciona sin esta, en cambio, usa cal, aserrín y cenizas. “Cada que hago mis necesidades le adiciono esta mezcla de material secante”, menciona Jennifer, para hacer referencia al proceso en el que la parte líquida se separa de la sólida e, incluso, la comunidad tiene la oportunidad de utilizar esa parte sólida como fertilizante para sus cultivos. De esta forma, el baño seco en ecoaldeas ahorra unos 27.000 litros de agua al año, lo cual es bastante significativo, sobre todo para las poblaciones en las que este recurso es escaso.

Experiencias que dejan huella Grata en el corazón
Una de las experiencias que más marcó la vida de estos héroes, fue su trabajo con las comunidades desplazadas del Sur de Bolívar, quienes habían pasado ya por varias situaciones de violencia y vulnerabilidad. La comunidad vivía en ‘cambuches’, unas carpas improvisadas hechas de cartón y bolsas plásticas tomadas de la basura. De esta forma, Tierra Grata inició instalando 4 postes de luz que funcionaban con energía solar, luego fueron entregando una lámpara por cada hogar; Jennifer cuenta que la luz para ellos no era solo luz: “la energía la luz digamos generaba una sensación un poco de tranquilidad al estar en un territorio amenazado de muerte”.

Luego, la comunidad se mudó a una hora y media de Cartagena, donde cada familia tenía su tierra, con el tiempo fueron construyendo sus propias viviendas y actualmente cada una cuenta con su parcela. Tierra Grata llevó 10 baños secos, filtros de agua a los hogares e iluminación a la cancha que comparte la comunidad. No solo dan acceso a algunos de los recursos más básicos para el ser humano, sino que siembran en las personas esa esperanza y la posibilidad de soñar con una vida digna.
Devolver la esperanza es el reto más grande
Al iniciar, lo más complejo para estos jóvenes fue conectar con los aliados (la comunidad), pues generar confianza en una población que históricamente ha sido vulnerada, abusada y engañada con promesas que nunca se cumplieron es complejo; de manera que, para Tierra Grata las miradas de incredulidad y el recelo de parte de la comunidad fueron aspectos que tuvieron que sobrellevar para demostrar, a través de acciones, que las tecnologías sociales no se tratan de promesas que imponen herramientas que por un tiempo van a brindarles acceso a servicios básicos, sino que la misma comunidad hace parte de ese desarrollo y la búsqueda de soluciones a sus problemáticas.
Por otro lado, las personas que participan en este proyecto han tenido que someterse a situaciones en la que su vida se encuentra potencialmente en riesgo, pues al trabajar en comunidades marginadas pasan por lugares que representan peligro y muerte: “Nosotros estábamos caminando de noche por los Montes de María, ese lugar que sale en las noticias donde matan a la gente y aparecen en la carretera, incluso a varios de nosotros se le paseaban culebras en las piernas, (…) fue algo bastante peligroso que hicimos, afortunadamente no nos pasó nada”, cuenta Jennifer de lo que tuvieron que hacer para llegar a una comunidad con la que iban a trabajar.
La edad no es un límite para ayudar a los demás
Este proyecto que está liderado por jóvenes devuelve la esperanza de quienes a través del tiempo han tenido que llevar vidas marcadas por el abandono estatal, la falta de servicios básicos para subsistir y la violencia de todo un país que no solo los agrede, sino que olvida. Si bien, Tierra Grata no soluciona todas las problemáticas de estas comunidades, promueve proyectos con soluciones tecnológicas que llevan luz y agua, prácticamente, vida a quienes lo necesitan. Tierra Grata propone soluciones ambientales como ahorro de agua y uso de energía solar, entre otras. Mientras que, estos jóvenes impulsados por ayudar al otro, la investigación y la ciencia se vuelven los héroes del país, ¿y por qué no del planeta? ¿Qué esperas tú para hacer de la ciencia un super poder con el que ayudar a quienes te rodean? De las enseñanzas más valiosas que deja este proyecto es reconocer que: tú edad no es un límite.
Entrevistada: Jennifer Colpas
Cofundadora de Tierra Grata
Escrito por: Laura Nataly Bustos Rojas (Semillero ALUNA)
¡Hola! Para acceder a las actividades ALUNA debes iniciar sesión con tu cuenta. Loguéate e inténtalo nuevamente.