Hay viajes que duran para toda la vida, y muchas veces no se hacen por gusto. Este es el caso de Haiddye Durán, una ingeniera forestal que salió de su país, Venezuela, debido a la crisis social y económica que se vive allí. Así que llegó a Colombia y logró ejercer su profesión en un proyecto en Charta (Santander), no obstante, se presentó la pandemia en el 2020, por lo que el proyecto tuvo que detenerse, y la vida de Haiddye tomó otro rumbo.
En vista de esta situación, en Haiddey empezó a nacer un gran sentimiento de soledad, ya que estaba muy lejos de su terruño y en medio de una crisis mundial que causaba un tornado de incertidumbre; además, también debía buscar una manera de generar ingresos para no morir de hambre.
Vio una oportunidad cuando una amiga en Bucaramanga la animó a crear un emprendimiento basándose en lo que más le inspiraba: las plantas. De esta forma, Haiddye comenzó a dar talleres a niños sobre huertas, arte con plantas y prensado de flores. En medio de estas labores, descubrió algo muy interesante, y fue que algunas plantas tienen propiedades tintóreas, es decir, se pueden usar para teñir telas. Aquí comienza nuestro relato lleno de inspiración.
Así, Haiddye se sumergió en la lectura de varios documentos que le ofrecieron el suficiente conocimiento para ponerlo en práctica. De esta manera, la ingeniera y su hermana, Cristabel, iniciaron un emprendimiento que se basaba en la botánica y en el arte: Yagrumo, un negocio que tiñe bolsas con los diferentes elementos que ofrecen las plantas. Pero eso no es todo, Haiddye encontró algo muy impactante: podía usar residuos agrícolas para teñir, tales como la cáscara de cebolla y la semilla de aguacate.
En este sentido, nuestra protagonista comenzó a aplicar los siguientes pasos: en primer lugar, Haiddye prepara las telas de algodón a través de un proceso llamado mordentado, en el que se remoja la tela (de fibras naturales) con el alumbre (un mineral) a fin de preparar la tela para teñirla. Posteriormente, cuece los elementos tintóreos (hojas, raíces, semillas y cáscaras), logrando que desprendan sus colores. Luego, se cuela para retirar los componentes sólidos, y, de esta manera, se sumerge la tela en este baño tintóreo y se hierve durante 40 minutos.
Finalmente, se envían las telas teñidas a las costureras para que fabriquen las bolsas. Las encargadas de esta labor son mujeres cabeza de hogar que viven en Bucaramanga y Zapatoca, las cuales tienen a cargo niños, enfermos o ancianos, por eso, realizar este trabajo les ayuda a conseguir ingresos extras.
De seguro hay algunos aspectos que te causan una molesta duda, como es el gasto del agua. No tienes que preocuparte ya que Haiddye reutiliza el recurso que usa en todo el proceso, además, aprovecha el agua que cae en los días lluviosos. En cuanto a los residuos, estos se usan para hacer compost.
Sin embargo, teñir telas con elementos de la naturaleza no es algo nuevo, es una práctica que viene de nuestros antepasados. Precisamente, la comunidad Ika (Sierra Nevada de Santa Martha) tiñe el fique para fabricar mochilas. De esta forma, Haiddey se inspiró en estos conocimientos para crear Yagrumo, su emprendimiento que se dedica a fabricar tote bags teñidas con pigmentos naturales. Debido a lo innovador que resultó este negocio, Haiddey recibió el apoyo de la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ por sus siglas en alemán)
Cruzando el océano
Transcurría el año 2021 cuando Haiddey recibió una noticia magnífica: había sido una de las cuatro ganadoras de la convocatoria ofrecida por el GIZ. Gracias a esto, ella y su hermana recibieron capacitaciones para impulsar su emprendimiento. De esta forma, nuestra protagonista estuvo en doce talleres en los que aprendió cómo hacer empresa en Colombia, la parte legal a la hora de constituir un negocio, la construcción de la filosofía y significado del emprendimiento.
Con respecto a esto, Haiddey agrega que: “Estas son cosas que fueron muy útiles porque tanto mi hermana como yo somos ingenieras forestales, nos moldeamos en un mundo más académico y ser empresarias para nosotras era totalmente nuevo”.
A partir de estas experiencias, esta ingeniera aprendió varios tips para impulsar la marca, enlistar los costos totales de los productos, entre otros. Pero, lo que más le llamó la atención Haiddey fue descubrir el gran valor agregado que tenía su emprendimiento: “Porque al tener unos procesos artesanales y sostenibles, nuestros productos son de mayor precio (…) entonces competir pues es más complicado” afirma la ingeniera.
Por esa razón, en Yagrumo se han dedicado en buscar a aquellos clientes que están interesados en cuidar el medio ambiente, al tiempo que sean conscientes del daño que está sufriendo la naturaleza por la contaminación. Se puede decir que han tenido éxito en esta labor, ya que varias personas se les acercan para decirle lo preciosas que les parecen las bolsas. Igualmente, han habido otras que destacan la importancia que tiene esta idea de negocio para el planeta y la sociedad.
Haiddey acepta que todavía se encuentra en pañales frente a los conocimientos sobre negocios, no obstante, también está dispuesta a seguir aprendiendo, ya que la conmueve ver las sonrisas de las personas cada vez que habla de su emprendimiento. “Eso es lo que a uno le da como esa ganas de seguir, porque ven los colores y es como una sorpresa. No pueden creer que a partir de de la cáscara de la cebolla salga un amarillo intenso” confesó Haiddey con muchas alegría.
No estoy exagerando cuando digo que este tipo de proyectos tienen MUCHA importancia, puesto que la industria de la moda, de manera histórica y por no adoptar prácticas más ambientales, es una de las más contaminantes del mundo. Siendo más específicos, es la responsable del 20 % del desperdicio y de la contaminación del agua en todo el planeta, de acuerdo con la ONU.
Esos pantalones no le lucen al planeta
Vestirnos es una costumbre que viene desde el inicio de la humanidad, ya que ha suplido la necesidad de protegernos de climas adversos o generar comodidad en ciertas actividades. De esta forma, la ropa también se convirtió en una forma de identidad cultural y estatus social; de esto último nace la fast fashion, que consiste en la producción de grandes cantidades de prendas, impulsando la compra excesiva de las mismas.
Para la fabricación de la ropa se gastan gigantescas cantidades de recursos naturales, como el agua. Según la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) la industria de la moda usa al año 93.000 millones de metros cúbicos de agua, lo cual serviría para satisfacer a suficiente las necesidades de cinco millones de personas, ¡casi toda la población del Área Metropolitana del Valle de Aburrá! (Antioquia).
Pero quiero que nos enfoquemos en la contaminación que generan los tintes (lo cual está bastante relacionado al gasto de agua). De acuerdo con un artículo publicado por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (México) los procesos dentro de la industria textil que más generan gasto del recurso hídrico son el blanqueado, el calentamiento y el teñido; las aguas que se generan en este último proceso contienen sales como cloruro de sodio (NaCl) y Sulfato de sodio (Na2SO4). Igualmente, estos líquidos residuales pueden contener metales pesados como arsénico, cadmio, cromo, cobalto, cobre, manganeso, mercurio, níquel, plata, entre otros.
Debido a esta gran carga de elementos (los cuales son altamente resistentes), las aguas residuales de las industrias textiles suelen ser complicadas de limpiar: “Las estructuras químicas de las moléculas de colorantes resisten la exposición solar o el ataque químico, por lo que, en la mayoría de los casos, resultan también resistentes a la degradación microbiana” afirma el artículo que mencionado. Por lo tanto, los métodos convencionales no funcionan en estos casos, así que es necesario aplicar procesos más complejos en las plantas de tratamiento; sin embargo, muchas veces esto no es posible (sobre todo en los países en desarrollo).
Como consecuencia, el agua desechada tiene un mal aspecto y un olor desagradable, generando turbidez en el líquido. Cuando esta agua llega a los cuerpos de agua, se afectan las dinámicas de los ecosistemas, puesto que dicha turbidez no deja que la luz del sol pase, por lo tanto, los organismos y microorganismos no pueden realizar su proceso de fotosíntesis. De igual forma, estas aguas contaminadas pueden intoxicar a las plantas y animales que habitan en los ecosistemas acuáticos, y también es posible que generen efectos negativos en las comunidades aledañas.
Igualmente, los trabajadores de estas industrias llegan a verse afectados. De acuerdo con la tesis de grado “Huella Ecológica del sector Textil-Confección en Colombia para el año 2018” los empleados sufren diferentes enfermedades debido a la constante exposición que tienen con estos colorantes. Algunas de las enfermedades pueden ser: irritación en la piel, dermatitis, reacciones alérgicas, rinitis o asma.
Pero la contaminación no solo ocurre durante el proceso de fabricación, puesto que el agua también resulta afectada cuando la ropa ya está en nuestras manos. “¡No puede ser, hay más!” ¡Sí! ¡Hay más!, porque al momento en el que lavamos nuestras prendas, usamos diferentes productos que pueden ser nocivos para los ecosistemas, tales como los detergentes.
¿La moda es una villana?
Probablemente se estarán haciendo esta pregunta, y la respuesta es un rotundo NO. Puede que la moda sea una de las industrias más nocivas para la salud de nuestro planeta, sin embargo, es posible crearla de tal forma que afecte lo menos posible a la naturaleza. Una de estas alternativas es Yagrumo, ya que propone una alternativa (además de que Haiddye trata de aprovechar el recurso al máximo).
De la misma forma, la técnica que usa nuestra ingeniera puede usarse para teñir cualquier tipo de prenda (vestidos, camisas, faldas y pantalones) que esté hecha con fibras naturales. Así que no te pongas ese vestido o esa camisa con culpa, desde ALUNA, te invitamos a buscar más emprendimientos como los de Haiddey, para que les ofrezcas tu apoyo y reconocimiento.
¡Pss! También te animo a que emprendas esa idea que tanto ronda por tu cabeza. El miedo a lo desconocido es normal, pero a veces ese pequeño paso es el inicio de un increíble viaje.
Entrevistada: Haiddey Durán
Creadora de Yagrumo
Escrito por: María Lucía Sarmiento Rojas
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