‘Aroma a Color’: Cosmética desde nuestra Tierra y desde nuestro ser

Y aquí estamos, de nuevo, queridos alunáticos; el tiempo pasa volando. ¿Cómo les ha ido últimamente? ¿Ya desayunaron, almorzaron o cenaron? ¿Ya hicieron ejercicio? ¿Ya le dijeron a esa persona especial que la aman? ¿Ya agradecieron por un día más de vida? Pues bueno, espero que estén de maravilla y preparados para este nuevo artículo. Así que pónganse cómodos y relájense porque hoy aprenderán algo nuevo; una historia en donde, con amor, se pueden elaborar productos que ayudan a nuestro cuerpo.

Volvamos en el tiempo: año 2015 (en esa época tenía 14 años e iba en octavo grado). Una mañana, llegué a mi salón —uno pequeño, con paredes envueltas en “rayones artísticos” y pupitres a punto de desbaratarse — y vi en primera fila cómo unos chicos molestaban a Elkin, a quien apodaban como el Rarito. 

Nota 1: Elkin era un adolescente ejemplar. Vivía solo con su papá y su hermana en un pequeño apartamento de un barrio no tan seguro —fue y sigue siendo mi vecino—, le apasionaban los números y quería ser ingeniero —ya lo logró con muchísimo esfuerzo, perseverancia y pasión—. Pero, queridos lectores, todos sabemos cómo funciona esto, ¿no? Casi siempre en las escuelas hay un objetivo para fastidiar y, en este caso, era él.

Retomando, el chico parecía un muñeco de trapo: lo zarandeaban de aquí para allá y de allá para acá, mientras le desocupaban el bolso y se inmiscuían en sus asuntos privados. Yo, al notar tremenda injusticia, les grité que lo dejaran en paz. La verdad y, en resumen, no sé por qué me hicieron caso —tal vez se aburrieron de ver cómo el muchacho ya no se oponía a sus maltratos—.

— Gracias, Cami —dijo Elkin, mientras su mirada cansada no pasaba del piso.

— ¿Cuáles que “gracias”? Nos vamos es pero ya a buscar ayuda —le respondí invadida de cólera hasta los huesos.

—No, Cami, por favor, dejemos así. No me importa, yo no dejaré de ser quien soy ni echaré para atrás mis sueños solo porque unos bobos desquitan sus pesares conmigo, a modo de violencia —expresó con total seguridad, esta vez, observándome sin vacilar.

—Elkin…

—Tranqui, además, no es un secreto que me odian también por mi cara; este acné me está carcomiendo. Tú no tienes que disimular —manifestó, resignado, como si no hubiese salida alguna.

—¿Sabe qué, hermano? Si no quiere delatar a esa gente, yo hablaré con ellos y los convenceré de usar tanta energía en cosas buenas. En cuanto a su piel, sé que los dermatólogos son carísimos; sin embargo, hay otras opciones como ‘Aroma a Color’ pa’ que deje de estarse echando maquillaje de ese que no solo le hace daño a usted, sino al medio ambiente.

—¿Aroma a qué?

—¡A color! Un emprendimiento creado hace un año por una docente jubilada en Barichara que, según mis conocidos, es buenísimo para este tipo de ‘problemillas’. 

—Ay no, Cami… Mejor me quedo así.

—No inventé, más bien apure y le cuento otro poquito.

Nota 2: Esta historia está basada en hechos reales; no obstante, algunos escenarios y datos fueron modificados por respeto al joven. 

Un proyecto de vida “made in” Santander 

Continuando, Aroma a Color’ es un emprendimiento que surgió en tierrita santandereana durante el 2014, cuando la profesora Beatriz Gómez —nacida en San Vicente de Chucurí— se jubiló, luego de educar por muchos años a los futuros profesionales del que es conocido como el “pueblito más lindo de Colombia”; ¡así es! Barichara.  

Esta docente, quien además es Bióloga y Química de la Universidad Pedagógica de Tunja, toda su vida ha sentido un gusto indescriptible por la ciencia, lo sano y los trabajos manuales como los bordados, la tejeduría y la decoración; por ende, al notar los problemas de piel que sufrían sus estudiantes, empezó a darles pequeños “tips” que aliviarían, poco a poco, sus inseguridades. De tal modo, comentarios como: “Ay profe, mire que lo que me recomendó me funcionó” o “eso está muy chévere”; la motivaron a profundizar sobre el estudio de las plantas; sus propiedades, pros, contras e historia (investigación constante de la Biología y la Botánica).

De tal forma, combinó su conocimiento académico con sus habilidades artísticas para crear productos naturales que cuidan la piel saludablemente y que, asimismo, preservan la naturaleza. 

El “lado no tan bonito” de la industria cosmética 

Para nadie es un secreto que el área de los cosméticos en Colombia mueve una parte significativa de la economía (el 52 % para ser exactos); esto de acuerdo con el informe conocido como Cosméticos y Aseo. Igualmente, se estimó que para el 2021, la venta de esos productos superaría los 12.000 millones de dólares en ventas en el país y, como si fuera poco, que cada mujer, en promedio, gasta cerca de un millón de pesos en maquillaje —¡por año!— 

A su vez, de acuerdo con el sitio web Ciencias Ambientales, muchos cosméticos están hechos de componentes no tan amigables con el medio ambiente como el triclosán, un antibacterial y desinfectante que se vincula a desórdenes hormonales y a la contaminación de la leche materna. También encontramos el oxibenzona y el octinoxato que se usan en los protectores solares, conocidos por dañar los arrecifes de coral y afectar la fauna marina (por dicha razón, algunas playas de Europa y países como China, Japón y Australia los prohíben). 

Prosiguiendo con el análisis del sector desde la óptica ambiental, conforme a la Fundación Vivo Sano y su programa de Salud Ambiental en la Escuela – Por una vida más sana, ciertos champús infantiles y geles para el cabello contienen formaldehído, una sustancia química inflamable que se asocia a afecciones como la sensibilización cutánea y las erupciones; además del cáncer. 

Ahora bien, en algunos exfoliantes se encuentran micropartículas de plástico que, como ya sabrán, no se biodegradan, sino que contaminan la Tierra y el agua por siglos. Por ende, no olvidemos los plásticos de un solo uso que son el empaque principal de los cosméticos y, de los cuales, citando a la Greenpeace España: “8 millones de toneladas de basura al año llegan a los mares y océanos (equivalente al peso de 800 Torre Eiffel, para cubrir 34 veces la isla de Manhattan o el peso de 14.285 aviones Airbus A380)”; situación que pone en riesgo a múltiples especies marinas. Sin embargo, ¡lo crítico no acaba aquí! Pues, la Plastics Europe (Asociación Europea de Productores de Plástico) señaló que en el 2020 se produjeron 367 millones de toneladas del material en cuestión. 

‘Aroma a Color’: A base de naturaleza

Con sus conocimientos teóricos, y en contraste al escenario de afectación ambiental descrito, Beatriz, con sus sueños firmes, se inscribió en distintos talleres —dictados por la Escuela de Artes y Oficios de Barichara— para poner en práctica dichos saberes —valga la cacofonía—; así, nuestra superheroína de hoy utiliza plantas de la región —las siembra en su jardín— que sus abuelos empleaban en la curación de dolores o enfermedades, como el aloe vera, la caléndula, la ruda, el romero y la manzanilla para la creación de champús, jabones líquidos y sólidos, velas, sales y bombas de baño con aceites que exfolian y humectan la piel.

En cuanto al proceso de producción, ella explica que: “Primero, compró la base de glicerina de muy buena calidad y hago el baño María, que es método para calentar una sustancia líquida o sólida, sumergiendo el recipiente que la contiene en otro mayor con agua y llegar a la ebullición (no calentar muy aceleradamente la glicerina). Luego, agrego los ingredientes y el extracto de las plantas por gotas (dependiendo de la cantidad); prosigo a mezclar con una cuchara o con una espátula y a añadir el color que se extrae de las mismas plantas en frascos de color ámbar, durante un mes, para que la luz no transforme sus propiedades; después de ese tiempo, se destilan, se separan y queda el concentrado”.   

De esta manera, ‘Aroma a Color’ combate la industria cosmética tradicional, a través del correcto uso de los recursos naturales (no tóxicos, obviamente) como la flora y el agua que no se contamina. 

¡Alto ahí, respetado lector! ¿No quiere usted ver algunos de los productos que ofrece esta ejemplar maestra? Bueno, a continuación, se los presento.

Buen aroma, pero no todo es “color de rosas”

A pesar de sus indiscutibles saberes y títulos universitarios, había algo que no se salía de la mente de Beatriz: el hecho de no tener experiencia en ventas. ¿Cómo haría para dar a conocer sus productos y que la gente se interesara en ellos? “Esa fue la parte que más me pareció complicada; fue un reto aprender a vender y ofrecer un producto. Después aprendí a cómo leer en la persona lo que quiere y lo que necesita; aprendí a ofrecer el producto”, recordó con tono de nostalgia y alegría en su voz la emprendedora.

Y, entonces, ¿dónde está “el color”?

“El color”, o lo bueno y bonito, está en los agradecimientos de sus clientes. Cuando le dicen: “Este jabón me pareció delicioso y super suave”, “me encanta que no lleven químicos ni tóxicos” o “lo mejor es que son naturales y no dañan al Planeta”; el corazón de Beatriz de llena de alegría al saber que no solo está generando recursos económicos, sino que está ayudando a su comunidad, a su territorio y a quien lo necesite (además de salvaguardar la Tierra). 

Ella afirma que un sello característico de su emprendimiento es que, dependiendo de la necesidad de sus consumidores, hace productos específicos para aquello que desean enfrentar o solucionar. “De cierta forma, ofrezco una atención más personalizada; a veces me hacen comentarios como: ‘Mi cabello es seco, tiene caspa y se enreda con facilidad’; entonces yo recomiendo la vitamina e, el tomillo y el colágeno (…). Me parece agradable y reconfortante ver que sí están satisfechos”. 

Quién lo diría, alunáticos, ya llegamos al final de este escrito; sin embargo, como siempre les recalco: no al final de esta historia. Seguramente, pronto sabremos más sobre la profe Beatriz un ejemplo de perseverancia y amory su anhelo por promover la salud ambiental y la del ser humano. 


Entrevistada: Beatriz Gómez
Creadora Aroma a Color
Escrito por: Camila Andrea Álvarez Argüello (Semillero ALUNA)

¡Hola! Para acceder a las actividades ALUNA debes iniciar sesión con tu cuenta. Loguéate e inténtalo nuevamente.

Scroll al inicio
Ir al contenido