¡Conoce la revolución cosmética que viene directo del corazón del Amazonas!

“Mira, fíjate bien, amiguito. Todo lo que tienes que hacer es: busca lo más vital, no más, lo que es necesidad, no más, y olvídate de la preocupación. Tan solo lo muy esencial para vivir sin batallar y la naturaleza te lo da”. ¿Recuerdas esta canción de El libro de la Selva? Esa película de Disney donde Mowgli, un niño huérfano, vive y crece junto a sus amigos salvajes, quienes se convierten en su familia. Pues, bien, en esta peli todos se alimentan y viven de la madre naturaleza, todos están en armonía con ella. Es por esto que te traemos una nueva iniciativa, un emprendimiento que viene directamente del Amazonas, nuestro pedacito de pulmón. ¿De qué estamos hablando? ¡Sigue leyendo y lo descubrirás!

En el corazón palpitante de la selva amazónica, donde los árboles se elevan hacia el cielo como guardianes de un legado ancestral, surge un emprendimiento que combina la sabiduría indígena y la innovación moderna: Bioingredientes Amazónicos. En la región del Piedemonte Andino amazónico del Putumayo, Colombia, una comunidad indígena ha decidido tejer sus sueños en armonía con la naturaleza, protegiendo 503 hectáreas de selva que alimentan con sus frutos silvestres la promesa de una belleza eterna y sostenible.

Bioingredientes Amazónicos produce ingredientes cosméticos anti-edad 100% naturales y, además, trabaja por el Beneficio e Interés Colectivo (BIC). Cada fruto recogido de la selva no solo contiene la esencia de la tierra, sino también un compromiso profundo con la regeneración celular, el apoyo a la producción de colágeno y una concentración única de vitaminas y ácidos grasos esenciales ricos en Vitamina A, E, F, C y ácido linoleico. Estos tesoros naturales ofrecen una solución eficaz y ética, uniendo lo mejor de la naturaleza con el conocimiento tradicional.

Este es uno de los productos de Bioingredientes Amazónicos. Foto: tomada de: https://bioingredientesamazonicos.com/

Así, cada producto no es solo una celebración de la belleza, sino también una promesa de conservación y un testimonio del poder que yace en los rincones más verdes de nuestro planeta. No solo se elige un camino hacia una piel rejuvenecida, sino también hacia un futuro donde la naturaleza y la humanidad prosperan juntas en un ciclo de respeto y renovación.

Bioingredientes: su creación

Yuli Roa es ingeniera ambiental de profesión, al terminar su carrera volvió al hogar que la vio crecer: el Putumayo. Llegó en compañía de Óscar, su esposo, quien es ingeniero de petróleos, y juntos decidieron emprender, pero esto desde un inicio no fue fácil. Yuli comenta que las oportunidades laborales en esta región eran escasas porque había poca industrialización, además, vivir en el campo se trata de subsistir, ya que la agricultura y la ganadería son solo para que las personas vivan el día a día.

Cuando llegaron, Óscar empezó a trabajar en una de las empresas minero-energéticas del territorio, sin embargo, él siempre quiso tener un negocio propio, de allí nació la idea de emprender. Por otra parte, Yuli trabajaba acompañando a las comunidades, así que vieron en los frutos esa oportunidad para emprender. ¿Y con qué emprendieron? Aceites esenciales para la piel y el cabello hechos con ingredientes que provienen puramente del Amazonas. Esta sería una idea de negocio que, sin duda, los iba a posicionar en el mercado y, sobre todo, tendrían en cuenta la responsabilidad social con el medio ambiente.

Pero, como toda idea fresca, ellos no tenían la preparación ni el conocimiento para llevarlo a cabo. Se enfrentaron a muchos retos como el del desconocimiento y el de la poca experiencia. Sin embargo, no se quedaron de brazos cruzados y comenzaron a estudiar sobre mercado, temas tributarios, administrativos, gerenciales, etc., todo lo que conllevaba tener una empresa. 

“Todo el trabajo y la responsabilidad recae en mi esposo y en mí”, comenta Yuli. Óscar se ha encargado del desarrollo de los productos, como los ingredientes para la industria cosmética, un trabajo que debe hacerse de forma minuciosa, ya que la industria cosmética suele ser muy exigente en cuanto a la calidad y los cumplimientos. Por otra parte, el trabajo de Yuli era crear relaciones con las comunidades del territorio para que creyeran en los frutos del bosque, así que empezaron a trabajar con frutos silvestres como el cacay, la canangucha y otras alternativas. Esto con el fin de que las personas de la zona no tuvieran que sembrar, sino que solamente debían hacer un proceso tradicional: recolectar.

El fruto: la promesa

¿Y cómo se hace un aceite? Las personas que viven en el Putumayo recolectan los frutos de los árboles que se encuentran dentro de sus predios, lo hacen de forma colectiva o individual. Yuli y Óscar compran esas cosechas y luego inician con la transformación y la comercialización de lo que sería el producto final. ¿Te imaginas a Mowgli recolectando frutos para hacer un aceite?

Pero esta labor tiene su ciencia, Bioingredientes debe identificar quiénes tienen esos árboles, cuántos tienen, en qué época hay cosecha y, sobretodo, deben capacitar a estas personas para evaluar la calidad de los frutos, ya que es muy diferente que se coseche para consumo propio a que se coseche para un producto comercial. Según Yuli, todo esto ayuda a disminuir costos en pérdidas, tanto para el recolector como para Bioingredientes. Así, al final se ve reflejado en el producto de calidad. 

Así mismo, Yuli y Óscar consideran que se deben impulsar proyectos de educación ambiental y conservación del territorio, ya que uno de los problemas que han visto en esta región es que pocos proyectos—hechos por algunas organizaciones—no garantizan alternativas económicas para que la gente que ya vive allí tenga un medio de subsistencia, además de lo que les da su entorno. “Todo este tipo de desarrollo ha tomado tiempo y dinero, sin embargo, contamos con la Cooperación Internacional para fortalecer todo el encadenamiento. Pero en cuanto a otras instituciones es poca la visión que han tenido para con el territorio”, asegura Yuli con tono reflexivo. Según ella “aún no hay éxito del desarrollo de la bioeconomía”. Y, a pesar de que Bioingredientes Amazónicos esté dando sus pasos a nivel local, se plantea que la bioeconomía sea una alternativa en la Amazonía.

¿Y qué es la bioeconomía? De acuerdo con la Comisión Europea, la bioeconomía “comprende aquellas partes de la economía que utilizan recursos biológicos renovables de la tierra y el mar, como: cultivos, bosques, peces, animales y microorganismos para producir alimentos, materiales y energía”. Es decir, en Colombia la bioeconomía funciona como un motor de desarrollo sostenible que tiene en cuenta un enfoque territorial, donde se aprovecha la biomasa, la biodiversidad continental y oceánica para que así haya un crecimiento, una diversificación, equidad social y asegurar la protección del medio ambiente.

Sin embargo, Yuli expone una realidad de la que casi no se habla y es la que tiene que ver con el apoyo a este tipo de empresas y sus recolectores. “Se nos complica un poco porque estas líneas productivas no hacen parte de la visión nacional de los ministerios, entonces no se asignan recursos para impulsar el desarrollo de estas economías”, manifiesta Yuli. Y es que este tipo de empresas necesitan ser impulsadas y apoyadas en sus fases iniciales, ser ‘empujadas’ de alguna manera, a diferencia de lo que sucede, por ejemplo, con el sector cafetero a partir de su comité. 

Este comité cafetero es una organización que lleva más de 30 años a nivel nacional y ha contado con un acompañamiento de profesionales donde se evalúa el tema orgánico, de prácticas agrícolas, ambientales, etc., y esto le ha permitido al país posicionar el café colombiano como el mejor del mundo. En este orden de ideas, es necesario que las organizaciones redireccionen la mirada a estas empresas y sectores emergentes, y se impulse su economía y su desarrollo.

Sus productos estrella

Bioingredientes Amazónicos se caracteriza por realizar procesos “I+D”, es decir, “Investigación y Desarrollo”. De acuerdo con Yuli, en Colombia, el desarrollo tecnológico de ingredientes naturales tipo aceite de frutos de la Amazonía es limitado, son escasos los equipos exclusivos para producir, por ejemplo, el aceite de burití o de canangucha. Sin embargo, esto no fue un impedimento para Yuli y su esposo Óscar, pues se dedicaron a probar con diferentes máquinas, usando el método ensayo-error, hasta que dieron con el proceso adecuado.

Así es como crearon sus productos estrella: el aceite de cacay y el aceite de burití. ¿Y qué es el cacay? Aquí te lo explicamos, pequeño saltamontes. El cacay es un árbol que mide 40 metros de altura, existe hace más de 100 años y ha sido objeto de estudio de científicos e instituciones tanto en Colombia como en Venezuela, Ecuador, Perú y Brasil. Aún así, resulta sorprendente que este árbol no se haya industrializado en el pasado. Algunos de sus beneficios ambientales es que captura el CO2, mejora los suelos y protege las cuencas hídricas. Además, en la zona de los Llanos orientales, se han encontrado árboles de cacay que han producido más de 400 kilos de frutos al año. ¿Y tú qué harías con 400 kilos de fruta?

Así luce el frondoso árbol de Cacay. Foto: tomada de: https://kahai.co/el-cacay/

¿Y cómo se hace el aceite del árbol de Cacay? El aceite de Cacay es una joya amazónica obtenida mediante prensado en frío y es extraído de las nueces del árbol de Cacay, sus propiedades sobrepasan incluso las del aceite de oliva, consolidándose como un ingrediente esencial en el cuidado de la piel. Según la página web de Bioingredientes Amazónicos, su riqueza en vitamina E, F y Retinol (vitamina A) lo convierte en un activador de la renovación celular y un estimulante natural de la producción de colágeno. Este aceite no solo mejora la elasticidad y firmeza de la piel, sino que también ayuda a reducir manchas y arrugas, otorgando un aspecto rejuvenecido y saludable. Sí, te ayuda a no verte tan viejito.

En comparación con otros aceites, el aceite de Cacay se destaca notablemente porque: contiene un 50% más de vitamina E y el doble de ácido linoleico que el famoso aceite de Argán. Además, posee tres veces más retinol que el reconocido aceite de Rosa Mosqueta, lo que lo hace superior en términos de beneficios anti-edad. 

Estas son las semillas de las que se obtiene el aceite de Cacay. Foto: tomada de: https://kahai.co/el-cacay/

Ahora bien, hablemos del segundo producto estrella: el aceite de burití. Este aceite proviene del árbol de Burití, también conocido como ‘El árbol de la vida’. En realidad, este árbol es una palma que mide entre 20 y 35 metros de altura, tiene una raíz grande y profunda, un tronco sin espinas y su corteza es de color marrón claro.

Árbol de Burití, más conocido como ‘árbol de la vida’. Foto: tomada de: https://kahai.co/el-cacay/

¿Y cómo se obtiene el aceite de Burití? Es de las semillas de donde se obtiene un aceite rico en vitamina A, muy utilizado en productos cosméticos y medicinales. Este es extraído de la pulpa jugosa y dulce de su fruto. De esta fruta se producen jugos, mermeladas y dulces deliciosos. Este aceite, 100% natural y de origen amazónico, se destaca en el mundo de la cosmética por su abundancia en ácidos palmítico y oleico, además de estar concentrado en provitamina A, tocoferoles y vitamina C. Con un alto contenido de carotenoides, el aceite de Burití incluso supera a la zanahoria en cuanto a provitamina A, ofreciendo más estabilidad frente a la oxidación.

Este aceite es valorado por sus propiedades hidratantes, antioxidantes y antiinflamatorias. También es conocido por su capacidad cicatrizante y sedante, especialmente útil para aliviar las quemaduras solares, brindando a la piel un cuidado integral y natural. Así que, ya sabes, esta es tu solución si tomaste mucho sol en la playa.

Estos son los frutos de los que se obtiene el aceite de Burití. Foto: Tomada de: https://www.lasaponaria.es/incipedia/olio-di-buriti

Desmaquillando un problema

Primero que todo, te invitamos a que vayas a tu baño o habitación donde sueles poner tus productos cosméticos. Detente y pregúntate: ¿Sé cuántos productos usan las personas para cuidar del cabello? ¿Sé cuántos productos se usan para el rostro y cuerpo? ¿Cuántos uso para oler rico? ¿Y esos frascos de qué están hechos? Ten esas respuestas en tu mente, porque te explicaremos su impacto ambiental.

Según la Asociación Nacional de Industriales de Colombia, ANDI, “la belleza es una de las industrias de mayor crecimiento en el país y la que mayor gasto registra por parte de los consumidores colombianos, con un acumulado anual de US$3.000 millones”. Por otro lado, en cuanto a dermatología cosmética, hay algunas empresas que registran ingresos altos, producto de las compras desmesuradas por parte de los amantes de la belleza. Estas empresas han alcanzado ingresos anuales de hasta $141.905 millones y un mínimo de $38.103 millones. ¿Esto qué quiere decir? Que, a más consumo, más uso de recursos naturales y más residuos sobre la naturaleza. La cuestión aquí es que no somos conscientes del impacto en nuestro planeta Tierra.

Por otra parte, según datos de la consultora Euromonitor International, se estima que se producen alrededor de 444 mil millones de dólares en cosméticos a nivel mundial cada año. Sin embargo, no se tiene una cifra exacta de la cantidad de unidades producidas anualmente, ya que varía dependiendo de la marca y el tipo de cosmético. 

Es por esto que cada vez que compremos algún producto de belleza debemos asegurarnos que no contengan productos químicos que son peligrosos para nuestra salud, por ejemplo, los parabenos, plastificantes, formaldehído, BHA y alquitrán de hulla, muy comunes en la fabricación de cosméticos. No solo nos afectan, sino que, a su vez, son dañinos para los cursos de agua en los que terminan una vez que los hemos usado.

Así mismo, hay un producto usado comúnmente que es dañino y es ese que nos protege del sol. Sí, te hablamos del protector solar. De acuerdo con Greenpeace, algunos protectores solares perjudican la vida marina, ya que contienen nanopartículas que se acumulan en los arrecifes de coral (alrededor de 14.000 toneladas por año en todo el mundo) y alteran su reproducción y crecimiento, lo que finalmente resulta en su decoloración y muerte.

El punto que tienen en común los productos cosméticos es que usan el agua para su fabricación. Este es el momento perfecto para que vigilemos el uso de este recurso, ya que las reservas de agua están disminuyendo notablemente, tanto es así que las Naciones Unidas alertaron que el 52% de la población mundial vivirá en regiones con estrés hídrico para 2050.

El territorio: su responsabilidad social

Ante este desafío global, es crucial destacar aquellos emprendimientos que adoptan prácticas sostenibles no solo en el uso del agua, sino también en la recolección de materias primas, como es el caso de Bioingredientes Amazónicos.

En este vasto y verde tapiz, las comunidades indígenas encuentran un aliado comprometido que facilita procesos de recolección sostenibles, transformando los frutos silvestres en ingredientes naturales de alta calidad para la industria colombiana. Mediante convenios de compra directa con estas comunidades y acuerdos de responsabilidad compartida con cabildos y resguardos indígenas, Bioingredientes Amazónicos asegura un suministro ético y justo de materia prima. A diferencia de muchas prácticas comerciales, este emprendimiento paga precios que superan el promedio del mercado, garantizando beneficios.

Pero su impacto va más allá de las transacciones comerciales. Bioingredientes Amazónicos acompaña y apoya el fortalecimiento de economías propias y planes ambientales, fomentando un desarrollo integral y sostenible y, sobretodo, al trabajar con comunidades indígenas aporta a la reconstrucción del tejido social. Con cada paso, este proyecto teje un futuro donde la selva y sus habitantes prosperan en armonía, transformando desafíos en oportunidades.

Finalmente, Yuli comenta que “nosotros somos la generación de los que hemos decidido no trabajar con coca, nosotros somos la generación de las víctimas. Nosotros pensamos diferente y nuestro propósito va mucho más allá de obtener dinero. Nuestro propósito es dejar huella en las nuevas generaciones y seguir conservando el territorio”. Al aprender de iniciativas como esta, podemos inspirarnos para actuar con mayor conciencia ecológica, reconociendo que el cuidado del medio ambiente es una responsabilidad compartida que impacta directamente en nuestro bienestar y en el de las generaciones futuras. Solo a través de un compromiso genuino con la sostenibilidad y el respeto mutuo, podremos asegurar que la belleza y la vitalidad de la naturaleza continúen floreciendo.

Así es como Yuli y Óscar hacen una invitación a las nuevas generaciones para que sigan trabajando y adquieran capacidades para darle continuidad a este legado y así contribuyan a la protección de nuestro bello pulmón del mundo: el Amazonas.


Entrevistada: Yuli Roa
Creadora de Bioingredientes Amazónicos
Escrito por: Jenny Karina Bayona Gómez

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