¿Qué hacer con las cenizas de tu mascota o un ser querido? Descubre las Urnas Biorenace

Transformar el adiós en un renacer verde: esa es la promesa de Urnas Biorenace. Este innovador emprendimiento, nacido en Cúcuta de la mano de Maryoly Cañizales, ofrece una manera de honrar a nuestros seres queridos mientras cuidamos del planeta, convirtiendo cenizas en nuevas vidas a través de urnas biodegradables.


“No sé qué voy a hacer con mi vida, pero sí sé que voy a vivir cada minuto”, ¿recuerdas esta frase de “Soul”? La película de Disney donde Joe, un profesor de música, sueña con ser un exitoso músico de jazz, pero justo cuando parece que su sueño está a punto de hacerse realidad, un accidente inesperado lo lleva a un lugar extraordinario: el más allá. El destino de Joe era la muerte, pero por curiosidad termina en el “Gran antes”, un lugar donde preparan a las almas antes de nacer. En ese sentido, ¿te has preguntado qué hay después de la muerte? ¿Qué nos pasará o qué sentiremos? Son preguntas que a lo mejor no podemos responder, sin embargo, te contaremos sobre un emprendimiento que se dedica a convertir las cenizas de tus seres queridos y mascotas en una nueva esperanza de vida, a través de una semilla o una planta. ¿Cómo es esto posible? Sigue leyendo y lo descubrirás. 

La vida y la muerte son dos caras de una misma moneda, inevitablemente entrelazadas en el ciclo eterno de la existencia. Como lo expresó el filósofo griego Heráclito, “no es posible entrar dos veces en el mismo río”, señalando así la naturaleza transitoria y siempre cambiante de la vida. La muerte, aunque a menudo es vista con temor y tristeza, puede ser percibida como una transición hacia otra forma de ser, una oportunidad para reingresar a la tierra y nutrir la vida de nuevas maneras. Este concepto es precisamente lo que impulsa a “Urnas Biorenace”, un emprendimiento nacido en Cúcuta, Norte de Santander, de la mano de Maryoly Cañizales y Néstor Fonseca, su esposo, quienes han desarrollado urnas biodegradables que permiten una reintegración armoniosa con la naturaleza.

Hace cinco años, Maryoly Cañizales, una venezolana en busca de nuevas oportunidades en Colombia, llegó a Cúcuta. Junto a su esposo, inspirada por la profunda conexión entre la vida y la naturaleza, concibieron la idea de crear urnas biodegradables. Estas urnas, diseñadas para contener las cenizas de seres queridos o mascotas, están elaboradas a partir de materiales locales como aserrín, arcilla y, por supuesto, agua. Estos materiales, completamente naturales, garantizan que, con la humedad adecuada, las urnas se integren a la tierra y comiencen a descomponerse en un periodo de entre tres y seis meses.

Urna Biorenace para personas. Foto tomada de: https://biorenacejan.wixsite.com/urnasbiorenace

Algo que va más allá de solo la tierra

La innovación de Urnas Biorenace no se limita a la tierra. Estas urnas también están diseñadas para ser sumergidas en el océano. Al colocarlas en el agua, estas flotan absorbiendo lentamente la humedad hasta que, en 30 minutos, comienzan su descenso al fondo marino, río o laguna, donde se integran con el entorno. Este proceso no solo permite honrar la memoria de los seres queridos, sino también contribuir al ciclo de la vida natural, alimentando plantas y árboles, o enriqueciéndose en las profundidades acuáticas. Además, también se pueden tener como exhibición en el hogar, solo se debe tener cuidado de que no haya humedad, ya que con esta se deshace.

Maryoly y Néstor empezaron con las urnas para las mascotas, entendiendo que era uno de los nichos de mercado que estaban en auge, y con el tiempo implementaron las urnas para personas. Todo inició en el 2020, en plena pandemia, cuando su esposo trabajaba en una empresa que importaba urnas desde China, en ese momento se encendió una chispa y una idea nació. “Fue una idea que siempre tuve en mi mente, pero no materializada de esta forma. Cuando mi abuela murió dijo ‘cuando me muera, quiero que me entierren debajo de ese árbol’. En ese tiempo no tuvimos la oportunidad de hacer eso, a pesar de que vivíamos en el campo”, comenta Maryoly. 

Su abuela finalmente descansó en la eternidad en el cementerio de la ciudad, a pesar de que era algo que no había deseado, ahí creció la idea y Maryoly sentía esa “promesa pendiente”, además de ser amante de la naturaleza y todo lo biodegradable. Inicialmente, se empezó con cascarilla de arroz, pero les daba un acabado muy rústico, lo cual no era agradable al tacto ni a la parte estética.

Así lucen las urnas para mascotas. Foto: Jenny Bayona

Este enfoque biodegradable no solo es una solución ecológica, sino también un acto simbólico poderoso. Las urnas permiten que los restos de aquellos que han fallecido continúen siendo parte de la vida en la Tierra, transformándose en nuevas formas de vida, ya sean árboles que ofrecen sombra y oxígeno, o plantas que embellecen el entorno. Así, la despedida se convierte en un acto de renovación y esperanza, permitiendo que los recuerdos se mantengan vivos en la naturaleza.

No ha sido una tarea fácil

Para ellos ha sido un camino difícil como emprendedores, por lo que no es un producto común, “no es vender pan”, dice Maryoly. Los materiales con los que se fabrican las urnas son la arcilla y el aserrín. La arcilla es un material que se encuentra fácilmente en Norte de Santander, y el aserrín se obtiene de los sobrantes en las carpinterías. ¿Y cómo se hacen las urnas? Estas se hacen en un molde, donde se mezcla el aserrín, la arcilla y el agua. Después, se secan al sol por un estimado de 24 horas, siendo esto un proceso totalmente natural. Urnas Biorenace provee y distribuye sus productos a distintas funerarias, entre ellas, Funeraria Gaviria, en Bogotá, donde personalizan las urnas a su gusto.

La urna Bio Pet, para gatos y perros, tiene una capacidad máxima de 3 litros, tiene un peso de 1.3 kilos, una altura de 17 centímetros y un diámetro de 28 centímetros. Por otra parte, la urna Bio Humano tiene una capacidad máxima de 5 litros, pesa 1.9 kilos, mide 28 centímetros y tiene un diámetro de 17 centímetros.

Maryoly y Néstor no sabían cómo iniciar, todo fue empírico, todo se aprendió en el camino. Claro, sabían tener un negocio, pero no uno hecho desde cero y menos algo que tuviera que ver con funerarias o con muerte. “Me he ido capacitando a base del emprendimiento. Hoy en día estoy estudiando administración y contabilidad”. Cada vez se está aprendiendo algo nuevo. Allí trabajan 4 personas: Maryoly, Néstor, su esposo, y otras dos personas que hacen parte de la producción.

“Cuando dicen ‘urna’ la gente se asusta, pero nosotros no estamos vendiendo muerte, estamos vendiendo vida, estamos vendiendo una transformación”, comenta Maryoly con ilusión, pues ha oído a algunas personas que dicen que las urnas son un significado de muerte. Así mismo, estas urnas están hechas para entierros verdes, ya sea en un terreno propio o en una maceta. Su función es sostener las cenizas para que no se esparzan y que la planta se nutra de esas cenizas que se vuelven abono junto a la urna.

Ahora bien, en Colombia, esparcir cenizas en el mar está permitido, pero con ciertas restricciones y regulaciones. Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, se debe cumplir con normas específicas para evitar daños al medio ambiente. Es importante obtener los permisos necesarios y asegurarse de que las urnas sean biodegradables. La Ley 1801 de 2016, también conocida como el Código Nacional de Policía, establece sanciones económicas para quienes incumplan estas disposiciones, que pueden oscilar entre 8 y 32 salarios mínimos legales mensuales vigentes.

Para realizar este proceso de manera legal y respetuosa es recomendable contratar servicios especializados que se encarguen de gestionar los permisos y organizar la ceremonia de esparcimiento de cenizas en el mar​.

El impacto de los funerales en el ambiente

De acuerdo con América Digital, el impacto ambiental de los ataúdes, entierros y funerales en Colombia, y en general, es significativo. Los entierros tradicionales suelen implicar el uso de madera que a menudo proviene de la deforestación, así como componentes metálicos y telas sintéticas. Además, el embalsamamiento de los cuerpos implica el uso de productos químicos que pueden filtrarse en el suelo y contaminar las aguas subterráneas.

El consumo de madera para la fabricación de un ataúd puede variar dependiendo del tamaño y el diseño específico del ataúd. Sin embargo, un ataúd estándar típicamente utiliza entre 50 a 70 pies cúbicos de madera. Esto puede equivaler a alrededor de 1.5 a 2 metros cúbicos de madera, dependiendo de las dimensiones y el tipo de madera utilizada. Ahora, según worldometers.info, las defunciones promedio al día, en el planeta, pueden llegar a 150.000.

Entonces, si tomamos 1,5 metros cúbicos de madera por ataúd y multiplicamos por 150.000 defunciones, tenemos que, al día, el planeta puede consumir 225.000 metros cúbicos de madera. Este es un análisis de impacto solo desde la madera, sin incorporar otros elementos de construcción.

Para mitigar estos impactos, en Colombia, se están promoviendo alternativas más ecológicas, como los funerales ecológicos o “entierros verdes”. Estos incluyen el uso de urnas biodegradables hechas de materiales orgánicos y aglutinantes vegetales, y la práctica de entierros naturales en terrenos diseñados para minimizar el impacto ambiental. Según Luis Moreno, escritor de la revista Barrios de Bogotá, en Bogotá, por ejemplo, hay terrenos dedicados a estos entierros, donde se han plantado árboles nativos para crear senderos ecológicos​.

Estas prácticas ecológicas no solo reducen el impacto ambiental, sino que también ofrecen una forma más sostenible de manejar el ciclo final de la vida, contribuyendo a la preservación de la naturaleza y la reducción de residuos tóxicos.

El final: un nuevo comienzo

Todo el impacto ambiental antes mencionado es lo que Maryoly trata de mitigar con su emprendimiento. Ella siempre ha creído en que la vida no termina cuando se muere, sino que es un nuevo comienzo. “Nosotros hablamos de un renacer. Si hablamos de la vida somos afortunados de disfrutar, de vivir y de compartir, pero llega un momento en que nos toca la muerte. Sin embargo, nosotros no vemos muerte, vemos vida, vemos un nuevo renacer, es como un círculo que se completa. Para mí la muerte no es dolor ni despedida, es un inicio, un final y un nuevo comienzo”.

Estas iniciativas hacia procesos fúnebres más ecológicos no solo buscan reducir el impacto ambiental de las prácticas funerarias tradicionales, sino que también promueven una conexión más profunda con la naturaleza y nuestros seres queridos y mascotas, haciendo un homenaje hacia ellas.


Entrevistada: Maryoly Cañizales
Creadora de Urnas Biorenace
Escrito por: Jenny Karina Bayona Gómez

¡Hola! Para acceder a las actividades ALUNA debes iniciar sesión con tu cuenta. Loguéate e inténtalo nuevamente.

Scroll al inicio
Ir al contenido