Disparate: la marca que se pone en los zapatos del planeta

“Ponte en mis zapatos” es una frase que solemos escuchar infinidad de veces, ¡hasta la tenemos tatuada en el cerebro! Sin embargo, hay que cuestionarnos una cosa: ¿nosotros nos ponemos en los zapatos del planeta? Muchas veces no, nos damos cuenta de esto por las cifras de los residuos que generamos y la crisis climática, que cada día está empeorando. ¡Tan solo hay que ver las temperaturas tan locas que hay en distintas partes del mundo!

Pero no todo está perdido, porque hay personas que sí se han puesto en los zapatos del planeta. Les hablo de Angie Ballesteros, quien vive en la ciudad de Bogotá. Ella es la creadora de una innovación llena de esperanza y magia. Aquí conocerán su historia.

Entre zapatos y sueños

Angie creció en medio de suelas, correas, plataformas, plantillas y demás materiales que componen una de las prendas más importantes: los zapatos. Así, en la sangre de esta joven protagonista,corría el talento y amor por manufacturar sandalias, tenis, tacones, mocasines…en fin, cualquier tipo de zapato que fuese útil a las personas.

Su familia vio el potencial que había en ella, así que, a pesar de que era una adolescente, le encargaron la dirección del negocio por un tiempo. En medio de esta misión, Angie descubrió la profesión a la que deseaba consagrarse, así que se inscribió en la Fundación Universitaria Empresarial de la Cámara de Comercio de Bogotá para convertirse en una profesional en finanzas. Luego de graduarse, Angie ingresó a trabajar en un banco: ¡era el sueño de cualquier recién egresado! Sin embargo, esta joven no se sentía completamente llena con su actividad profesional, a pesar de que era un lugar al que todos aspiraban estar.

Ante lo anterior, Angie tomó una decisión muy difícil: renunció a su trabajo para cumplir el sueño que estaba maquinando en su cabeza, que era ayudar al planeta en medio de la crisis ambiental que estaba sobrepasando. Pero, ¿cómo hacerlo? Angie ya tenía la respuesta a esa pregunta, y estaba relacionada con la pasión que constituía a sus genes.

“¡¿Zapatos ecológicos?! ¡Estás loca! Mejor haz unos zapatos normales” le decía su familia cada vez que ella les comentaba su idea. Angie era consciente de que su plan era algo descabellado, pero ella estaba segura que podía hacer un cambio que marcara el mundo. De esta forma, empezó a buscar materiales ecológicos, a pesar de que su familia creyera que se le había zafado un tornillo.

La búsqueda no fue fácil, la mayoría de los materiales que encontraba no cumplían con las expectativas que ella tenía. Sin embargo, Angie no se dio por vencida, por lo que siguió tocando puertas a diferentes proveedores, hasta que encontró la materia prima que quería usar.

Después de tanto buscar, Angie se dio cuenta que se hacían telas con botellas PET recicladas y también con retazos de tela (el proceso de transformación se da gracias a diferentes procesos tecnológicos). Pero lo más sorprendente fue descubrir que con la cascarilla de arroz se podía fabricar las suelas de los zapatos, haciendo que se biodegradaran más rápido.

/ ALUNA

 “Quiero que todos sepan que son capaces de lograr sus sueños” pensó Angie cuando quiso darle forma a su emprendimiento. Por esta razón, esta joven innovadora creó la marca llamada CAPPAZ, con el fin de fabricar y comercializar estos zapatos con materiales ecológicos, al tiempo que inspiraba a las personas a seguir sus sueños.

El inicio de todo sucedió durante la Feria de Jóvenes Emprendedores de Bogotá en el 2016. En el momento en que armaron el stand para presentar los productos, los compradores empezaron a acercarse muy curiosos al ver que se trataban de zapatos especiales. “¿Cómo así? ¿Están hechos de botellas recicladas?” murmuraban incrédulos los asistentes.

De ahí en adelante se marcó un inicio lleno de logros y reconocimientos: CAPPAZ obtuvo el premio a Mejor Empresa Naranja en el 2018 y estuvo en la Semana de la Moda de Nueva York. ¡Todo parecía ir de maravilla para CAPPAZ! Sin embargo, los obstáculos siempre están al pendiente para aparecer, y esta marca no estuvo exenta a ser víctima de ellos.

Sucedió que la Superintendencia de Industria y Comercio les negó el registro de marca; es decir, que no podían usar el nombre CAPPAZ para representar su producto. Esto no parece muy trascendental, no obstante, aquel nombre era esencial para que el proyecto fuese reconocido. Pero Angie no se dejó vencer, sabía que la esencia de su iniciativa era muy fuerte, así que no tuvo miedo de cambiar el nombre a PAZCA. 

Sin embargo, los problemas no pararon allí, porque sucedió algo que de pronto Angie no se esperaba: los miembros de PAZCA decidieron disolver la sociedad (cada uno por un motivo diferente) por lo que Angie quedó prácticamente sola. Duró un tiempo desanimada, pero no iba a dejarse vencer, porque sabía que su sueño valía la pena. De esta forma, hizo que el proyecto renaciera de las cenizas con el nombre Disparate.

Fotos toma de: https://disparateshop.com/shop/
Fotos toma de: https://disparateshop.com/shop/

La anatomía de un zapato de Disparate consiste en una suela hecha con cascarilla de arroz y caucho natural, al tiempo que el resto de su cuerpo consiste en tela de PETs recicladas.

Pero…¿por qué hacer zapatos a partir de residuos?

Como les había mencionado en unos párrafos más arriba, la familia de Angie le cuestionada su deseo de hacer zapatos ecológicos: “¿Por qué  mejor no haces zapatos normales?” le insistían, pero Angie conocía muy bien el panorama del planeta frente a los residuos. Lo que más le preocupaba a nuestra protagonista eran las 11.200 millones de toneladas de residuos sólidos que se generan anualmente en todo el mundo (de acuerdo con la ONU).

Los residuos que más nos angustian son los plásticos, debido a que no se biodegradan. Además, estos llegan a todos los ecosistemas, entre estos al marino, en donde hace grandes estragos, principalmente a su fauna. Además, existen investigaciones que confirman la presencia de microplásticos en el organismo humano (si quieres conocer más haz click aquí); sin más, un estudio de la Universidad de Medicina de Viena afirma que los humanos ingerimos 5 gramos de microplásticos a la semana, lo que equivaldría a una tarjeta de crédito.

Por otro lado, también tenemos los residuos orgánicos. Creeríamos que no representan un gran problema para el planeta, puesto que, a diferencia de los plásticos, los residuos orgánicos sí se biodegradan. No obstante, de los 11.200  millones de toneladas de residuos que se generan, solo se biodegrada el 5%, mientras que el resto de los residuos emiten gases de efecto invernadero (como el metano) influyendo en la crisis climática. Igualmente, la acumulación de este tipo de residuos generan lixiviados, que se filtran en el suelo y pueden llegar a las aguas subterráneas, contaminándolas.

Estas razones impulsaron a Angie a fabricar sus zapatos con materia prima que es considerada en un primer momento como residuos sin ningún tipo de función. Iniciativas como estas logran disminuir la cifra compartida previamente, dándole un respiro al planeta. Asimismo, al usar estos residuos se logra disminuir la extracción de materia prima virgen para la fabricación de estos zapatos.

De esta forma, se logra solventar, hasta cierto punto, una de las causas de las problemáticas ambientales: la presión sobre los recursos naturales debido al consumismo. De acuerdo con la ONU, estamos utilizando 1,6 Tierras para mantener el estilo de vida que tenemos actualmente: “los ecosistemas no pueden seguir el ritmo de nuestras demandas” manifiesta dicha institución. 

Una de las industrias que se ve envuelta en estas dinámicas consumistas es la de la moda, y no es para menos, porque es considerada la segunda industria que más afecta al planeta. La fabricación de ropa y calzado produce más del 8 % de los gases de efecto invernadero y el 20 % de las aguas residuales al año (datos ofrecidos por la ONU); relacionado a esto último, está confirmado que en la industria textil se usa alrededor de 93.000 metros cúbicos de agua, lo que podría satisfacer las necesidades de consumo de cinco millones de personas.

Igualmente, la industria de la moda también contribuye a la generación de residuos, puesto que el 85 % de los textiles terminan en vertederos o se incineran, a pesar de que estos materiales todavía tienen utilidad. Muestra de aquello es lo que realiza Angie con Disparate: reutiliza los retazos textiles para confeccionar los zapatos a comercializar. De la misma forma, se reduce la explotación de los recursos, ya que incorpora al ciclo productivo aquella materia prima que ya fue utilizada, al tiempo que no hace uso del agua puesto que las telas no requieren de tintes.

Por todas estas razones, Angie no se dio por vencida con su proyecto, a pesar de las complicaciones y la poca fe que tenía su familia en el sueño. Por eso, alunático o alunática, Angie te invita a que creas en tu sueño y te esfuerces por conseguirlo. Las situaciones no serán fáciles, pero vale la pena si es para salvar al planeta.


Entrevistada: Angie Ballesteros
Creadora de Disparate
Escrito por: María Lucía Sarmiento Rojas

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