De Colombia para el mundo: Avana, la pintura sostenible hecha con icopor residual

Ya pasaron quince días del 2022, ¡increíble!, ¿no? Como dicen por ahí: “El tiempo pasa volando”. En este punto, queridos lectores, ustedes se preguntarán qué está pasando por la cabeza de esta joven escritora alunatica y qué tienen que ver con las vacaciones decembrinas con un nuevo artículo sobre ciencia y tecnología, ¿verdad? ¡Tranquilos! Permítanme guiar sus caminos en medio de la confusión y curiosidad. 

Hay un dicho colombiano —o una frase, más bien— que me encanta, aunque suene un poco —cómo lo escribo, ummm— confusa para algunos o redundante para otros (estudiosos de la lengua castellana). ¡Sí! Me refiero a empezar por el inicio. Por ende, me disculparán aquellos a los que disguste por emplearla (solo quiero generar lazos con el fin de hacer de lectura, una más amena y menos aburrida). 

Entonces, sin desviarnos tanto, ¡empecemos por el inicio! El 5 de diciembre del 2021, mi abuelito don Pedro Pablo cumplió sus 83 años. Siendo un hombre longevo, risueño y soñador, le manifestó a toda la familia su mayor anhelo de cumpleaños: un televisor plasma. “¡¿Un televisor plasma?!” Preguntamos frenéticamente cuando apagó las velas y manifestó su deseo en voz alta.  

La verdad, ninguno entendía por qué ni el para qué un señor de dicha edad pedía ese tipo de regalo. De repente, se escuchó cómo corrían una silla (tranquilos, no había ningún fantasma), solo era mi abuelo levantándose y mirándonos fijamente mientras decía: “Cuando llegó la TV a Colombia en blanco y negro, algunos tenían el privilegio de llevar una a sus hogares y otros debíamos asomarnos por las ventanas de ellos para observar aquella ‘caja mágica’. A pesar del sol, la lluvia o los cuentos de brujas que contaba mamá, mis hermanos y yo éramos felices mirando al menos cinco minutos ese invento”.

El silencio llenó la sala unos segundos que parecieron horas —tal vez una eternidad—. Unos derramaban lágrimas y otros abrazaron a la persona que estuviera a su lado. Por fin entendíamos el enorme significado de la televisión para el abuelo: amor, alegría, fraternidad, inocencia… Así que, sin más críticas, entre todos escogimos el gran regalo que se entregaría el 24 de diciembre.

Al llegar la media noche y escuchar en sintonía ‘Faltan cinco pa’ las doce’, del venezolano Oswaldo Oropeza; mi primo Manuel entró a la casa con “el sueño de don Pedro Pablo”; quien lo abrió y al verlo dijo: “¿Y todo ese icopor? Los televisores de antes no traían eso… Mijitos, gracias por el detalle, me hacen infinitamente feliz, pero no puedo recibirlo. El icopor es muy tóxico para nuestro hogar (referencia a la Tierra) y así yo viva cinco vidas más, ni siquiera con esos siglos se descompondría”. 

La familia se miró con nostalgia y orgullo, mientras la prima más pequeña (nueve años) le respondió tiernamente: “Abuelito, disfruta de tu obsequio que nosotros nos encargaremos de dejar todo ese icopor en buenas manos; los tiempos han cambiado y ahora podemos ayudar al planeta”. 

Un laberinto de icopor

De aquel modo, cuando terminamos de cenar, las palabras de mi antepasado me produjeron varias dudas; entonces, corrí a una de las habitaciones, cerré la puerta y llamé a mi amiga Karen (ingeniera ambiental) para que calmara mi sed de conocimiento.

—¡Riiin, riiin!..¡Riiin, riiin!…¡Riiin, riiin!¡Hola! ¿Karen? ¡Feliz Navidad! Oye, que pena molestarte, pero tengo unas preguntas sobre el icopor.

—¡Ja, ja! Feliz Navidad para ti, amiga. Pregunta lo que quieras.

—¡Gracias! Es que no sé qué es el icopor y por qué es tan dañino como dicen.

—Ok, Cami. El poliestireno, poliespuma o icopor es un material compuesto por aire y partículas de petróleo. No obstante, es perjudicial, ya que contiene dos carcinógenos: el benceno y el estireno que pueden “adherirse” a los alimentos y bebidas al momento de comprar, por ejemplo, el almuerzo y pedir que lo envíen en ese tipo de desechables. 

—Ay, Karen… pero, ¿qué significa carcinógenos y qué sucede con el benceno y el estireno?

—Cami, los carcinógenos son aquellas sustancias que causan cáncer. Por consiguiente, eso son el benceno y el estireno. Así lo declararon en 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), la Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA) y el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. (DHHS). 

—Karen, ya me asusté… Si eso es con la salud de nosotros, cómo será con la del medio ambiente.

—Pues amiga, te pasaré por WhatsApp una infografía en la cual observarás los daños del icopor sobre la naturaleza. 

Aquí, apreciado lector, usted podrá informarse acerca de las afectaciones ambientales que causa el icopor:

—¡Gracias! Perdón por esta última pregunta, puede ser un poco boba: ¿qué hago con el icopor de mi casa para que no afecte al planeta? 

—Cami, no es una pregunta “boba”; todo lo contrario. Te hablaré brevemente de Avana, ¡esa será tu solución! 

—¿Avana? ¿Qué es eso, Karen?

—Avana es la primera marca colombiana que fabrica pintura con icopor reciclado; es la nueva forma de reutilizar el icopor, que tanto daño ha generado, para transformarlo en una nueva alternativa de cuidado ambiental. Me imagino que ahora tendrás el doble de dudas; sin embargo, ¡no te preocupes, Cami! Internet te dará las respuestas. 

—¡Je, je! Eres la mejor, te dejo para que disfrutes de la Navidad. ¡¡¡Gracias!!!

—Gracias a ti, Cami. ¡Te mando un abrazo enorme! 

¡Pinta una salida para el laberinto!

Al colgar la llamada con mi amiga, me senté y de inmediato busqué el Instagram de Avana. Igualmente, el equipo de ALUNA había preparado una entrevista con Daniel Osorno, ingeniero químico de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien ha trabajado con la marca (que se ubica en Medellín) desde agosto del 2021. 

“Todo parte de la economía circular que es un modelo de producción y consumo en el cual se analizan las características de los productos para reutilizarlos, repararlos, renovarlos y reciclarlos. En este caso, el icopor es un residuo altamente contaminante por el tema de los vertimientos y los recicladores que no pueden vivir de recolectarlo, ya que ganan muy poco; por ende, el icopor termina en los rellenos sanitarios y no hay una verdadera recuperación que ayude al medio ambiente”, expresó Daniel. 

Asimismo, el entrevistado explicó que, durante el proceso de economía circular, se estudiaron las propiedades de dicho material; ahí, descubrieron que era “compatible” con la pintura (siempre y cuando se convirtiera en resina, pasando de un estado sólido a líquido). 

Con este hallazgo, Daniel Osorno se unió a Avana Pinturas para hacer pruebas con la resina en varios productos, pues: diferentes pinturas, diferentes necesidades. Nuestro protagonista comentó que, a través de un proceso químico se obtenía la resina para la pintura. En primer lugar, se licua el icopor, luego pasa a su estado inicial que es un “estado virgen”, se mezcla con los aditivos y, finalmente, se obtiene la resina que es incorporada a la pintura. 

Pinta con Avana, pinta por la Tierra

Recapitulando, la principal contribución de Avana es que, al transformar el icopor en resina (doble uso), se aprovechan las cualidades del material y se combaten, previenen o evitan las afectaciones que este trae consigo (revisar la gráfica 1.). En segunda instancia, la resina de icopor les da un mayor rendimiento, resistencia y cubrimiento a las pinturas (lo que se traduce en una duración de más de 5 años sin presentar deterioro). En tercer lugar, se disminuyen los problemas en fuentes hídricas y los rellenos sanitarios (es una pintura que literalmente salva a los animales, tanto marinos como terrestres). 

Estimado lector, Avana ofrece una línea de productos específicos para cubrir diversas necesidades, algunos de ellos son: Avana Industria, Avana Tráfico, Avana Obras, Avana Fachada, Avana Drywall, Avana Elastisol, entre otros.

Finalizando, otro de los beneficios de Avana con la naturaleza, en palabras de Daniel, es el siguiente: “Cuando yo uso mi resina de icopor, dejo de emplear la tradicional que tiene un gasto de dióxido de carbono (CO2) al ambiente; entonces, al utilizar el icopor de una resina recuperada, este ya implementó su CO2. Así, al tomar aquel icopor recuperado e ‘ingresarlo’ en las pinturas, se adquiere una resina con 0 % de dióxido de carbono”.

¡Tranquilos! Es un poco complicado, pero el resumen del anterior párrafo es que se emiten menos gases de efecto invernadero al planeta. “Esa es una parte importante de nuestro proceso: el saber cómo nosotros nos volvemos más sostenibles con el pasar del tiempo, gracias a este tipo de productos”, agregó Daniel. 

Tesoros hallados en el laberinto 

Tanto el icopor como la resina son derivados del petróleo. “El icopor se recoge de las obras y la industria. Vamos directamente allá, a través de aliados externos, y lo transformamos. Un dato relevante es que el material no debe estar saturado de grasas como las provenientes de la comida, pues eso interviene en el correcto proceso de ‘metamorfosis’”, aseguró Daniel. 

De este modo, una de las metas para el presente año es que Avana logre crear conciencia sobre la recolección del icopor. Nuestro héroe añadió: “Queremos sentarnos a conversar con secretarios, con alcaldes; ¿para qué? Para crear puntos en los cuales las personas lleven el icopor que tengan a su alcance y que, posteriormente, nosotros lo reunamos y lo usemos de forma adecuada”.  

Por otra parte, en cuanto al mercado, reconocimiento y preferencias de los clientes, quienes han probado Avana la eligen por encima de diversas marcas, ya que es una pintura sostenible y de calidad. Sin embargo, darse a conocer no es sencillo; a veces puede transformarse en un laberinto con muchos senderos sin salida: ese es el mayor reto. 

“Una de las principales estrategias para que los colombianos sepan de nosotros es la búsqueda de distribuidores (Cinta Soco y Pinpinov), a nivel nacional, que posicionan la marca Avana en las ferreterías. Llegamos a empresas grandes que compran nuestros productos, que creyeron en el tema ambiental (en las pinturas) y que tienen más vendedores para irnos conectando. Además, a partir de las redes sociales, preguntamos a quiénes les gustaría vender Avana”, señaló Daniel. 

La recompensa 

Daniel manifestó en ALUNA: “Para mí es gratificante saber que desde mi puesto de trabajo yo soy capaz de colaborarle al planeta con un punto; no es mucho y es un tema de recuperación de un residuo, pero si las otras empresas empiezan a ver que con otros residuos se pueden generar ciertos tipos de materias primas, todos podríamos colaborar. Eso es lo más satisfactorio, saber que le estamos ayudando a la Tierra con esto”. 

“¿Qué debemos hacer? Ponerle una lupa a aquellos residuos para ver sus características. Eso es lo que deben hacer los emprendedores y jóvenes: interesarse por saber qué hay detrás de los materiales; ¡vamos un poco más allá! Ese es mi consejo, ya que, de esa forma, el país crecerá y se convertirá en uno sostenible. Siempre busquemos cómo ayudar al medio ambiente, pues este nos recompensará”, concluyó Daniel.

Bueno, mis lectores alunaticos, esto fue todo por el segundo artículo de este 2022 —pero no es el final de Avana—. Ellos seguirán “pintando de verde” la bandera de Colombia; apostando por un territorio más consciente y amigable con la madre naturaleza. 

¡Y no lo olviden! Guarden el icopor de los regalos que recibieron el 31 de diciembre para que Avana pueda recolectarlo y usarlo a favor de nuestra Tierra. ¡Feliz año nuevo les desea ALUNA!


Entrevistado: Daniel Osorno
Escrito por: Camila Andrea Álvarez (Semillero ALUNA)

¡Hola! Para acceder a las actividades ALUNA debes iniciar sesión con tu cuenta. Loguéate e inténtalo nuevamente.

Anuncio
Top
Ir al contenido