¿Tú sabes que es la vida? Para mí, la vida es un concepto complejo que muchas veces no logramos comprender. Sin embargo, sabemos que el epicentro de la vida está en el medio ambiente, entonces, ¿por qué lo destruimos? La naturaleza es tan importante para la existencia y algunas actividades humanas la degradan por completo.
Viendo el peligro que corre la vida en nuestro planeta, Claudia Barona se puso manos a la obra para idear un proyecto que contribuye a conservar a la naturaleza y a todos los seres que la habitan.
La persistencia y la creatividad: ingredientes para salvar el mundo
Claudia es ingeniera industrial egresada de la Universidad Javeriana de Cali. Gracias a su preparación, trabajó en diversas empresas, ocupando puestos importantes dentro de las organizaciones. Cuando se casó con Andrés Benavides, abogado de profesión, renunció a su trabajo para mudarse a Bogotá. Sin embargo, antes de que Claudia enviara hojas de vida para encontrar un nuevo empleo, su esposo le propuso una locura extrema: crear un negocio.
Cuando era estudiante de Derecho, Andrés estuvo explorando diferentes formas para fabricar papel, pero dejó sus ideas a un lado para ejercer la abogacía. Al casarse con Claudia, Andrés vio la oportunidad de desempolvar esta iniciativa y comenzar a estructurarla para así ofrecer algo novedoso al mercado.
En medio de sus exhaustivas investigaciones, encontraron el tipo de producto que cumplía con sus aspiraciones: un plato que se degrada y luego germina, ¡una idea que de seguro a ningún colombiano se le hubiese ocurrido hace diez años, cuando inició esta travesía! Sin duda, era un invento prometedor y bastante ingenioso.
Para iniciar a construir este esperanzador negocio, decidieron buscar ayuda por parte de las instituciones, así que decidieron postularse a la convocatoria Destapa Futuro de la fundación Bavaria. ¡Y adivinen qué! Salieron beneficiados, por lo que una parte de la maquinaria que tienen para los procesos de producción es gracias a esta convocatoria.
Pero esto solo fue el inicio de una impactante travesía.
¿Economía circular? ¿Eso se come?
“Ustedes están locos” era algo que escuchaban muy a menudo cuando iniciaron con su proyecto, puesto que en esa época la gente no estaba muy enfocada en cuidar al medio ambiente y en sus conocimientos no estaba el concepto de economía circular. “Uno de nuestros obstáculos, por así decirlo, fue que estábamos sacando un producto nuevo al mercado y con un costo mayor. Entonces nos tocó crear la necesidad y mostrar que podíamos aportar nuestro granito de arena” afirmó Claudia.
Lo más difícil era concientizar a un consumidor que no quería ver la problemática ambiental, por lo que decidieron buscar mercados en el exterior con ayuda de Procolombia (en ese tiempo Proexport) que es el ente gubernamental cuya función es promocionar las exportaciones del país. Así que realizaron una misión exploratoria en Nueva York en el año 2012 y en el 2013 viajaron a Chicago a una macrorrueda de negocios para conversar con clientes estadounidenses y canadienses, luego asistieron a otras dos macrorruedas en Paris y Frankfurt para llevar su producto a Europa.
Ya en el 2017, vieron un cambio en la conciencia de los colombianos por lo que sus productos empezaron a tener mejor aceptación en el país. “¡Ahora hay mucha acogida para los productos ecológicos!” exclamó Claudia con euforia, y no es para menos, ya que genera bastante alegría saber que las personas están comenzando a ver la urgencia de tomar acciones para ayudar al planeta.
Con el paso de los años, Lifepack ha recibido reconocimientos de diferentes instituciones al punto de conseguir 20 premios nacionales e internacionales. Gracias a esto, han adquirido capital semilla (dinero para apalancar su negocio) y capacitaciones para evolucionar la empresa.
A través de estos diez años Lifepack se ha mejorado a sí misma con el fin de ofrecer productos de calidad al mismo tiempo que salvan al planeta. Actualmente, cuentan con un portafolio de 32 referencias de productos: 15 son germinables y 17 son biodegradables. Y además de platos, empezaron a fabricar aisladores de calor, vajillas, bandas, cubiertos y cajas, logrando aumentar su variedad de productos.
En la siguiente imagen podrás ver algunos productos que comercializan.

¡Conoce todo sobre estos productos que salvan al planeta!
Para la fabricación de estos productos se reutilizan residuos vegetales (como la corona de piña) que les proveen agricultores vallecaucanos, algunas empresas y supermercados. Ya con la materia prima dispuesta, se extrae la celulosa vegetal que es con la cual se elaboran los productos y dentro de esta celulosa se insertan las semillas. Teniendo la celulosa y dentro de ella la semilla, se pasa a su transformación como cartón a través de diferentes procesos que están libres de químicos, por lo que se trata de un procedimiento completamente ecológico.
Finalmente, con el cartón que se obtiene se diseñan los diferentes productos que comercializan. Después de pasar por las manos del consumidor, este puede decidir si los desecha con los residuos orgánicos para que se degraden en los vertederos o los siembra a fin de construir una huerta casera. Dependiendo de la semilla que haya sido insertada, se pueden obtener plantas como chía, fresas, ají, linaza, entre otras, ya que en total han usado alrededor de 60 semillas.
“En ese momento que fue nuestro primer producto era un plato que se degradaba en un corto tiempo pero que también que se transformaba en vida. Por eso lo llamamos germinable, porque dentro de su materia prima tienen, entonces una vez lo usas tú lo puedes sembrar” nos dijo Claudia en la conversación que tuvimos. Pero además de contribuir al medio ambiente, su emprendimiento ha ofrecido trabajo a poblaciones vulnerables como las madres cabeza de familia.
A través de la economía circular, Lifepack combate una problemática la cual es muy urgente solucionar: la excesiva generación de residuos, los cuales terminan acumulándose en vertederos hasta formar gigantescas montañas de basura que contaminan la salud de nuestro planeta, y por consiguiente, de las personas.
Los residuos: distopía del siglo XXI
La gigantesca generación de residuos se ha vuelto una de las principales fuentes de contaminación para el planeta. El Banco Mundial asegura que al año se generan más o menos 2010 millones de toneladas de residuos (lo que pesan cinco mil millones de cerdos adultos) y si no se hace algo al respecto, la cantidad de basuras podría ascender a un 70% en el 2050, es decir, 3400 millones de toneladas. No me quiero imaginar a cuantos cerdos equivalen.
Pero las cifras son solo la punta del iceberg de esta grave situación. La generación desmedida de residuos contamina todos los recursos naturales de los que disponemos.
En el caso del agua, algunos líquidos lixiviados que se desprenden de los residuos, se filtran a las aguas subterráneas. Además, por la incorrecta disposición de las basuras, algunos residuos terminan en cuerpos de agua como ríos, quebradas y hasta en los mares, generando diferentes inconvenientes como la muerte de fauna y flora acuáticas, al mismo tiempo que disminuye la cantidad de agua potable para el consumo humano.
Por otro lado, los residuos sólidos abandonados en los vertederos a cielo abierto afectan a la calidad del aire, puesto que un tercio de estos residuos son quemados y algunos residuos como el plástico liberan toxinas cuando son incinerados. Igualmente, en el proceso de descomposición generan gas metano, que contribuye al efecto invernadero.
Todo lo que daña al medio ambiente también afecta a la salud de las personas, y esto se ve reflejado en los inconvenientes de las personas que viven cerca a los vertederos. Un ejemplo de esto es el relleno sanitario doña Juana, el principal vertedero de residuos de la inmensa capital colombiana, Bogotá. El 29 de abril del 2020 hubo un deslizamiento de 600.000 toneladas de basura, generando malos olores que afectaron a las personas que viven alrededor de este vertedero.
Sin embargo, este no ha sido el único incidente que ha protagonizado este vertedero. El más grave de todos ocurrió el sábado 27 de septiembre de 1997, cuando un millón doscientas mil toneladas de basura se derrumbaron, provocando serias consecuencias a los habitantes de 20 barrios de las localidades de Ciudad Bolívar, Usme y Tunjuelito.
Según las experiencias recogidas por El Espectador, debido a este desastre muchas personas presentaron enfermedades respiratorias, náuseas, dolores de cabeza y abdominales, además de sangrado por nariz y boca. Por otro lado, algunos habitantes afectados manifestaron que era imposible dormir debido a los olores tan desagradable que desprendían los residuos. Estas problemáticas se adjudicaron a las emanaciones de gas sulfhídrico, gas metano, amoniaco y vapores de azufre.
En la actualidad, estas problemáticas siguen presentes, puesto que las familias que viven alrededor de este relleno manifiestan malos olores, plagas que se generan por las basuras y enfermedades respiratorias y en la piel. Asimismo, estas personas también deben lidiar con la contaminación del río Tunjuelo, ya que parte de los líquidos lixiviados van a la cuenca de este río.
Ahora, los rellenos sanitarios no son los villanos de esta historia, su existencia hace que los residuos tengan un lugar en donde disponerse, lo que los hace una iniciativa muy útil. El problema real es la gran cantidad de residuos que reciben los rellenos sanitarios. Tan solo en doña Juana llegan 6.000 toneladas de basura, ¡más de dos millones de toneladas al año! Además, de los 11,6 millones de toneladas de basura que se generan al año en Colombia, solo el 17% se aprovecha, esto según el Departamento Nacional de Planeación (DPN).
Asimismo, de los 1.092 municipios del país, sólo 350 disponen de los residuos sólidos en rellenos sanitarios, los otros se deshacen de sus basuras quemándolos o tirándolos a los cuerpos de agua.
Por lo tanto, iniciativas como las de Lifepack toman importancia para el aprovechamiento de aquella materia prima que se consideran basura, la cual se utiliza para crear productos de valor en vez de que su final sea en relleno sanitario, generando amontonamiento de basuras que muchas veces son la fuente de diversas problemáticas ambientales.
Una empresa que salva el planeta
Claudia y Andrés están enamorados de su trabajo, siempre se encuentran buscando nuevas formas de innovar dentro de la empresa, por lo tanto, constantemente están en un proceso de crecimiento con el fin de contribuir al medio ambiente y con esto a la sociedad. No ha sido un camino fácil, como hemos visto, sin embargo, con determinación, pasión y disciplina, Lifepack ha logrado el merecido reconocimiento que se merece por el importante papel que ha tomado a la hora de salvar el planeta.
Gracias a su estrategia en redes sociales han llegado a varias ciudades del país, y actualmente están trabajando en aumentar la capacidad de producción ya que la demanda es muy alta. “Eso es lo más gratificante, saber que hemos puesto un granito de arena para concientizar más al consumidor final” nos comentó la co-fundadora de esta empresa. Por otro lado, también tienen una tienda física en Cali, donde realizan todos sus procesos de transformación.
Claudia y Andrés tienen una visión muy clara con respecto a Lifepack: que esta sea una forma de salvar al planeta a través de la economía circular. Es claro que quedan muchos obstáculos e inconvenientes en el camino, pero también es claro que nada los detendrá. ¿Quieres inspirarte? Escucha nuestra conversación en el siguiente podcast.
Nombre de la entrevistada: Claudia Barona
Co-fundadora de Lifepack
Correo electrónico: claudiabarona@papelyco.com
Escrito por: María Lucía Sarmiento Rojas
Conceptos clave
- Celulosa vegetal: Es una sustancia que se encuentra en las paredes de las células vegetales y es la materia prima del papel y los tejidos de fibras naturales.
- Economía circular: Es una estrategia que consiste en disminuir el uso de recursos vírgenes al mismo tiempo que busca bajar la generación de los residuos que se generan.
- Relleno sanitario: Es un lugar técnicamente seleccionado para disponer de los residuos sólidos.
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