¡Qué gran vacío sentía dentro de mí aquel viernes por la tarde! Era como un agujero en mi estómago… Sin embargo, no fue demasiado complicado encontrar la causa, ¡hambre! eran las 2:00 p.m. y el almuerzo aún no aparecía en la escena. Recordé que no tenía nada qué preparar y entonces pedí un domicilio, y al llegar me sorprendió ver que las verduras parecían sacadas de un bodegón pintado por el más experto de los artistas, ¡estaban hermosas!, grandes, frescas y perfectamente simétricas. Admito que en ese momento me dieron ganas de cultivar mi propio huerto, pero aquí en la ciudad eso es muy difícil, ya que no hay muchos terrenos para cultivar y el clima no colabora. Situación muy diferente a la vida en el campo, donde la cuestión del espacio no es un problema, y la variedad de pisos térmicos hace posible cultivar una gran diversidad de productos, pero en donde quizás otras condiciones se vuelvan problema.
Tal vez para cualquiera de nosotros sea complicado sembrar nuestros propios alimentos, pero desde ALUNA hemos contactado a alguien que, con su comunidad, ha desarrollado una solución innovadora que contribuye a tener un mejor planeta mientras nos provee de alimentos. Su nombre es Odilia Neita, y es la representante legal de Huerto Alto Andino, iniciativa productiva ubicada en el departamento de Boyacá, específicamente en el municipio de Mongua. ¿Cuál es el elemento diferenciador que nos ofrecen? Este colectivo de personas cultiva hortalizas y frutas orgánicas a través de huertos – invernaderos consumiendo de manera óptima el agua que requieren, reduciendo el consumo de productos químicos y por lo tanto, impactando de menor manera en el medio ambiente. Es una asociación conformada por 88 personas, donde la mayoría son mujeres, quienes fueron capacitadas por la organización Swissaid para el mejor desarrollo de sus actividades en la agricultura.
Cuando le preguntamos a Odilia por qué había decidido iniciar este sueño, ella afirmó que uno de sus propósitos era garantizar la seguridad alimentaria, sana y limpia, y a la vez promover la reducción del impacto ambiental de la agricultura. Para esto, el empleo de invernaderos para organizar huertos y cosechar productos naturales libres de productos químicos surgió como la mejor opción. Gracias a esta iniciativa, muchos campesinos han podido alimentar a sus familias de la misma forma que han conseguido ingresos económicos a través de la comercialización de sus cultivos.
Si deseas conocer más sobre el proyecto Huerto Alto Andino, te invitamos a escuchar este podcast, aquí sabrás un poco más acerca de sus huertas caseras, sus cultivos orgánicos, su cría de especies menores como ovejas y conejos, y principalmente, conocerás la relevancia que tiene el trabajo en equipo entre las familias campesinas de la región para el desarrollo de esta propuesta innovadora.
Una mirada sobre el impacto de la agricultura
Si observamos los cultivos tradicionales de alimentos a cielo abierto, en su mayoría, son atacados por distintas plagas como hongos, arvenses (que algunos denominan “malezas”) y animales que se alimentan de las hojas o frutos de las plantas. Es por ello por lo que los agricultores tienden a utilizar químicos plaguicidas o herbicidas para deshacerse de estos factores que afectan su calidad, sin analizar el impacto que pueden generar en la salud de quienes consumimos los productos. Según estudios realizados por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha conocido que las partículas de residuos de plaguicidas en los alimentos producen efectos cancerígenos, neurotóxicos y teratógenos en los consumidores finales.
En Colombia son comercializados alrededor de 1.370 de estos productos, los cuales poseen en su fórmula aproximadamente 400 ingredientes activos. Una de las grandes consecuencias en el país que se reportó hace bastante tiempo a partir del uso indiscriminado de productos químicos. Fue el 25 de noviembre de 1967, cuando se intoxicaron un estimado de 500 personas en Chiquinquirá y 63 de ellas fallecieron, siendo la mayoría menores de edad. El accidente se desencadenó luego de que estas desayunaran con panes elaborados con harina contaminada con metilparatión, un plaguicida que se utiliza para matar insectos que se encuentran en las cosechas. Desde ese entonces, y quizás desde antes, hemos estado expuestos a niveles de contaminación de los alimentos.
Asimismo, el uso de estos químicos también impacta en el medio ambiente debido a que estos han sido responsables de la muerte de millones de abejas y otros polinizadores. Solo en Colombia mueren alrededor de 3000 colmenas de abejas al año según datos de la Asociación Colombiana de Protectores y Productores de Abejas, y como señala de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alrededor del 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen, en parte, de la actividad polinizadora de las abejas, ya que esta labor es fundamental en los procesos para mantener la biodiversidad del planeta.
La imagen siguiente te mostrará los daños de estos químicos.

Tampoco podemos olvidarnos de los daños de estos productos en nuestros suelos, ya que, al esparcirlos en la tierra, esta los absorbe y afecta su calidad. Además, con la lluvia se pueden generar filtraciones a las aguas subterráneas, que luego, llegarían a otros cuerpos de aguas como ríos, mare y lagos, contaminándolos.
Los invernaderos: protegen de las plagas y traen otros beneficios
La solución que implementaron los agrónomos para mitigar esta problemática ha sido la construcción de huertos en invernaderos, debido a que esta estructura permite aislar el cultivo y protegerlo de las variaciones de temperatura y de las plagas, por lo que el uso de pesticidas no se hace necesario. De acuerdo con lo que nos relataba Odilia, si algunos insectos logran entrar al invernadero, los miembros de la asociación se encargan de fabricar productos con manzanilla y ortiga, para así eliminarlos. Igualmente, los excrementos de las vacas, de los conejos, de las ovejas y los residuos de algunos cultivos que no se logran comercializar son utilizados para fabricar los fertilizantes, por lo que nada se desecha en este tipo de cultivos; todo circula en un solo sistema.
Asimismo, la implementación de esta forma de cultivo permite un uso más eficiente de los insumos, entre estos el agua, ya que es uno de los recursos más consumidos en esta actividad. De acuerdo con Naciones Unidas, la agricultura consume el 70% de agua del mundo, sin embargo, el uso de los invernaderos podría reducir este consumo hasta la mitad. En esta perspectiva de establecer estrategias por el medio ambiente, la asociación de productores que lidera la iniciativa mencionada plantea un buen uso del agua. Con ellos, cada campesino construyó tanques artesanales para la recolección de lluvia, para así aplicar el sistema de riego por goteo, reduciendo el desperdicio de este recurso.
Obviamente, este tipo de cultivos requiere inversión económica para su montaje. Según nos contaba Odilia Neita, la construcción de cada invernadero asciende a 1.800.000 pesos colombianos en el año 2019. A pesar de esta inversión, los invernaderos poseen a su vez ventajas significativas como las mencionadas anteriormente, y permite la reducción del gasto en productos químicos para la producción de los alimentos y la posibilidad de realizar cultivos fuera de lo que comúnmente se conoce como la temporada de cosecha. Igualmente, en estos, los cultivos crecen más rápido: en el caso de la lechuga, la coliflor y los tomates, los cuales cultivados de manera tradicional tardan hasta tres meses en crecer, en los invernaderos lo hacen en un mes según la experiencia de esta asociación. En complemento, se producen de mejor calidad y con una textura más suave.
Para la construcción de un invernadero, se utiliza madera para los pilares, plástico para la cubierta y con el fin de crear un ambiente más cálido. También se hace uso de guayas y tornillos que ayudan a soportar la estructura. Antes de estructurar el invernadero, es necesario asegurarse de contar con el terreno disponible adecuado (teniendo en cuenta la dimensión que se haya escogido y la forma que se le desea dar dar). En el caso de Huerto Alto Andino, sus invernaderos son cuadrados y cuentan con una dimensión de 10×10 metros.
De la misma forma, a la hora de construir un invernadero son importantes algunos aspectos. Ubicar los puntos de ventilación para resguardar los cultivos de los fuertes vientos; verificar que no haya filtraciones para que la humedad y el ambiente no afecten a los productos, y organizar por nombres a cada cultivo.
La siguiente imagen te mostrará cómo es que funcionan los invernaderos.

En el proceso de construcción de los invernaderos, Odilia referencia que al principio realizaban mingas, es decir, que los asociados se reunían en una finca de alguno de los integrantes del proyecto y entre todos colaboraban para la construcción de esta instalación, y que los materiales eran dados por la organización Swissaid. Ya contando con la infraestructura y dependiendo del tipo de cultivo, se desarrollaron conocimientos específicos de cómo acompañar el crecimiento de las plantas con el adecuado control de variables como humedad, luminosidad y afectación por factores externos, control que es más complicado en cultivos a cielo abierto.
Sin embargo, los asociados han tenido algunos inconvenientes a la hora de comercializar sus productos, sobre todo a causa de la pandemia presentada por el COVID-19. De acuerdo con Odilia, no han logrado llegar a sus clientes en Bogotá y en Tunja debido a la emergencia sanitaria, causando que algunos cultivos se dañen y no puedan ser utilizados para la alimentación. A pesar de esto, no se pierden, puesto que se usan para fabricar los fertilizantes.
Con este tipo de iniciativas de producción, aparte de ayudar a la conservación de la salud y del medio ambiente, se contribuiría a garantizar la seguridad alimentaria a muchas personas en el mundo. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) cada año mueren alrededor de 6 millones de niños menores de cinco años a causa del hambre, y, en el 2017, cerca de 821 millones de personas padecían hambruna. En el contexto nacional, 2,4 millones de personas no tienen acceso a la alimentación, de acuerdo con la FAO. Así que, con la implementación de este tipo de unidades productivas, se podría suplir la necesidad alimentaria de muchas personas, además de dignificar la labor de la mujer campesina.
Odilia Neita nos recuerda el valor que debemos darles a nuestros campesinos colombianos invitando a apoyarlos mediante la compra de productos locales y de mejor calidad. Sumado a lo anterior, nos invita a valorar desde nuestras ciudades los recursos, en donde es importante cuidar el agua utilizando solo la necesaria. También nos invita a alimentarnos sanamente con productos orgánicos para cuidar nuestra salud, dejando de lado los químicos y los alimentos procesados. Con base en esta reflexión, citamos una frase de Lope de Vega que va acorde con esta historia: “Ni el rey comería si el labrador no labrase“.
Entrevistado: Odilia Neita
Representante legal de Asociación Huerto Alto Andina
Periodista: Luisa Fernanda Rey Fajardo
Conceptos clave
- Invernadero: Construcción que permite aislar los cultivos de plagas de insectos, granizos, maleza, animales, etcétera.
- Huerto: Terreno en el que se cultivan verduras, legumbres y árboles frutales.
- Plaguicida: Sustancia química que destruye las plagas de animales que afectan los cultivos.
- Ingrediente activo: Es la parte biológicamente activa del plaguicida. La distancia que da el efecto deseado.
- Cancerígeno: Agente físico, químico o biológico potencialmente capaz de producir cáncer al exponerse a tejidos vivos.
- Neurotóxico: Sustancia neurotóxica es aquella capaz de provocar efectos adversos en el sistema nervioso central, el sistema nervioso periférico y los órganos de los sentidos.
- Teratógeno: Producto o medicamente que administrado a una mujer o un animal en estado de gestación puede ocasionar malformaciones en el feto.
- Alimento orgánico: Término que define los alimentos destinados al consumo que han sido producidos sin productos químicos y procesados sin aditivos.
- Polinización: Proceso de transferencia del polen desde los estambres hasta el que hace posible la producción de semillas y frutos.
- Hortaliza: Planta comestible que se cultiva en un huerto, no incluyen a las frutas ni a los cereales. Por ejemplo: la lechuga, la acelga o la espinaca.
- Fertilizante: Sustancia que mejora la calidad de la tierra y facilita el crecimiento de las plantas.
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Palabras clave: Aprovechamiento de residuos, residuos orgánicos, cultivo, suelos, rescate de suelo, invernaderos sostenibles