¡Para osos monumentales, yo! Uno de ellos se remonta a mi edad de 7 años, cuando para Navidad me vestí con camisa roja y falda verde. Quería verme acorde a la fecha, sin embargo, lo único que conseguí fue el bullying continuo de mis primos durante años porque, según ellos, rojo y verde no combinan para nada, pero ¿qué iba a saber yo sobre combinar colores? Esta es la hora y aún no entiendo por qué el rojo y el verde no pueden ir juntos. A la par con esto, además de cierta cólera, también surgió mi consciencia de la existencia de colores mil en las ropas. No importaba el diseño, ni la edad del usuario, encontré que tanto trajes y vestidos siempre llevan colores. Posteriormente también percibí una relación directa entre los tintes que tienen las prendas y una posible afectación al medio ambiente por su uso.
De acuerdo con la ONU, a nivel mundial la industria textil es la segunda que más contamina después de la industria petrolera, debido a que produce el 20% de las aguas residuales en las cuales se encuentran sustancias diversas como micro plásticos, colorantes, surfactantes, sales inorgánicas, entre otros. Inclusive, para producir un pantalón de algodón se necesitan 3.000 litros de agua, cantidad que un humano consume durante 10 años. En la siguiente gráfica podrás entender más sobre la forma en la que esta industria contamina nuestras aguas.

Ya en el contexto colombiano y concentrándonos en la contaminación que los colorantes de la industria textil ocasionan en nuestro país podemos tener en cuenta el Informe Nacional de Residuos o Desechos Peligrosos en Colombia publicado en el año 2017. En éste se indica que en el país se produjeron 8.980 toneladas de desechos de la preparación de barnices, pigmentos, y colorantes; si quisiéramos tener una imagen mental de esta cifra, esto equivale a una manada de 1.796 elefantes asiáticos. Los colorantes son bastante usados en la industria textil, igual que en las industrias cosméticas y de papel. Una gran parte de esta cantidad termina como residuos en los cuerpos de agua y aunque hay algunos colorantes que son biodegradables, es decir, que la misma naturaleza los puede destruir, la mayoría son recalcitrantes, y aparte de esto, son tóxicos para la vida acuática, provocan la reducción del oxígeno disuelto y disminuyen la penetración de la luz, afectando los procesos fotosintéticos.
La abundante solución
La realidad de los colorantes en los cuerpos de agua se presenta en muchas ciudades siendo una de ellas Medellín. Quizás por este contexto es que en dicha ciudad encontramos a Gina Hincapíe, doctora en ingeniería con énfasis en materiales, que desde el 2015 estuvo pensando en cómo liberar las aguas de los colorantes que la contaminan. Un hecho determinante que abría los ojos a trabajar en este tipo de problemas fue que en el año 2015 en el Río Medellín se presentó una coloración roja en el sur del Valle de Aburrá; esta misma situación se evidenció en los años 2017 y 2018. Para ese entonces María del Pilar Restrepo, encargada del Área Metropolitana en esa época, afirmó que los responsables de aquella situación eran tres empresas textiles que habían vertido sus aguas residuales en el río, en las cuales están presentes una gran cantidad de colorantes que son los que causaron aquel tinte rojizo en el río.
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