Ocrear: Un nuevo verbo para la cosmética natural que contribuye a cuidar nuestro planeta

¿Están estresados ante tanto compromiso diario? Creo que la mayoría lo ha estado. Les tengo un consejo para eso: un truco famoso llamado “imagina” que consiste justo en eso, en imaginar algo que nos haga sentir bien. Por ejemplo,  cierro los ojos y transporto mi mente a un extenso prado, en donde la brisa me hace cosquillas en el rostro y la corriente del río se une con el trinar de los pájaros para crear una hermosa melodía. Así de fácil, trato de conectarme con la naturaleza aunque no pueda estar directamente con ella.

Pero… todo este divague me hizo acordar de una amiga que conocí hace un tiempo, quien comprendió bastante bien la necesidad que hay de conectarse con la naturaleza, por lo que se ha dedicado a cuidarla y conservarla. Su interés sobrepasó la imaginación y la llevó a un mundo nuevo bastante inspirador. Su nombre es Manon Félix, mujer originaria de Francia, pero que se acogió en Colombia como si fuese su hogar.

Creadora inspirada en la naturaleza.

Manon vive actualmente en la Ciudad de las Flores, más conocida como Medellín. Ella se enamoró, como dicen por ahí, a primera vista de la capital antioqueña, porque todo en este lugar es hermoso. Las montañas que bordean el Valle de Aburrá, las flores de coloridos tonos que desfilan en el icónico Festival de las Flores, la amabilidad de los habitantes…todo… absolutamente todo, le resultó bellísimo.

Es necesario agregar que nuestra protagonista ya había viajado por diferentes países  de América Latina y África, trabajando en diferentes organizaciones no gubernamentales – ONGs, para contribuir al desarrollo social de las comunidades. Sin embargo, una sensación de incomodidad con su trabajo la estaba asfixiando, y sentía un gran cansancio al realizar sus labores, así que no le vio sentido a seguir con lo que estaba haciendo y renunció. Luego, en el 2016, se instaló en Colombia para comenzar un nuevo proyecto de vida, aunque no estaba segura de cómo hacerlo.

Manon venía fabricando sus propios cosméticos, inspirada en un movimiento que surgió en el 2012 en Bélgica, llamado Slow cosmétique, que consiste en consumir cosméticos amigables con el medio ambiente y el cuerpo humano. Así que nuestra protagonista creaba sus propios productos a partir de plantas y minerales naturales. 

Luego, cuando su gusto por sus productos fue creciendo, empezó a regalar sus cosméticos a los amigos que había hecho en Medellín, y a partir de esto supo que de ahí era posible que naciera un negocio único e interesante. Por ello, Manon inició a capacitarse, a leer más sobre la temática y a buscar el apoyo de ingenieros químicos. De esta forma, durante ese año en el que se instaló, adquirió muchos conocimientos para inaugurar su emprendimiento de cosmética natural.

¡Ah! Pero hacía falta lo más complicado de todo: el nombre del emprendimiento. Era una decisión crucial, porque es claro que el nombre es uno de los elementos más importantes en la identidad de una empresa. Así que después de tanto pensar y pensar, Manon se decidió por el nombre Ocre; porque es el color de la tierra de Camerún, el país en donde se planteó la dirección de su vida, además, Ocre tiene las mismas letras de la palabra creo, de crear y creer.

La belleza y la salud en manos de la naturaleza

En Ocre hay una extensa línea de productos, puesto que se pueden encontrar maquillajes, artículos para el cuidado capilar (shampoos y serums), cuidado facial (jabones, cremas y protectores solares) y cuidado corporal (desodorantes, perfumes y protectores solares). Pero lo interesante de todos estos productos, es que están hechos a partir de elementos naturales.

/ Suministrada

“¿Qué componentes se pueden encontrar?” preguntará la pequeña vocecilla de sus mentes, así que les responderé con entusiasmo. En el caso del maquillaje, la base es cera, manteca y aceites, los cuales le dan ese aspecto cremoso que lo caracteriza. Para el color, se usan pigmentos extraídos de flores o de las frutas molidas, o también se acude a minerales como óxido de hierro. Ya el tipo de manteca, cera o aceite a utilizar depende del producto que se vaya a fabricar.

Por ejemplo, la cera sólida contiene manteca de cacao, aceite de ajonjolí, cera de carnauba, óxido de hierro y óxido de zinc, los cuales, al ser de origen natural, es posible que no generen problemas en la salud en el futuro, a menos que sufras alguna alergia a un ingrediente en específico que te haga hinchar como un globo. Además, son biodegradables, por lo que, si no te gusta algún producto luego de usarlo, lo puedes disponer con los residuos orgánicos y usarlo para crear compost.

Igualmente, los envases en los que se encuentran los productos son un plástico llamado PLA, el cual está hecho a partir de almidón de maíz especialmente o de otras materias primas renovables. Esto indica que la invitación a cuidar el medio ambiente que nos hace Manon no sólo está en un producto natural sino en el uso de empaques sostenibles. No obstante, muchas veces la separación de los residuos no se realiza en los hogares colombianos, por lo que Manon tiene planeado poner diferentes puntos de recolección para que los clientes de Ocre los depositen allí, y de esta manera, se puedan comercializar a una empresa dedicada a fabricar compost.

La forma de fabricar estos productos es muy artesanal, pero claro, tiene su base científica, puesto que se tienen muy en cuenta las cantidades a incorporar en las mezclas, con el fin de que el producto sea de calidad. Para esto, se hace uso de elementos que podemos encontrar en los laboratorios de química, como vasos precipitados y balanzas.

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Un trabajo con la comunidad

En el 2019, aproximadamente, Manon buscó otra forma para que las personas se acercaran a los beneficios de la cosmética natural, así que comenzó a ofrecer cursos para enseñar todo lo que había aprendido. De esta forma, inició una bonita amistad con las mujeres cabeza de hogar que vivían en los barrios de Medellín; y mientras tejían lazos de compañerismo, también se iban empoderando al adquirir estas nuevas habilidades.

La rutina de los cursos era muy amena; todas se sentaban en una mesa o en el suelo, Manon les facilitaba los ingredientes y materiales. Luego, nuestra protagonista ofrecía sus clases y las otras mujeres atendían a lo que decía, mientras seguían sus instrucciones. Pero, claro, cuando se actúa motivado por los mejores sueños, siempre había espacio para las risas o para charlar sobre algún tema que no estuviese relacionado con la clase.

“Era muy bonito”. Así recuerda esta etapa en el desarrollo de su iniciativa. Compartir con estas mujeres era una de las cosas  que a Manon más le gustaba de su trabajo. Sin embargo, llegó la COVID-19, y estar cerca con las personas que queríamos se volvió un peligro para nuestras vidas. Pero Manon sabía que habían muchas formas para estar presentes, así que aprovechó las tecnologías virtuales para continuar con los cursos y así estar cerca de sus ocreadoras.

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Además de esta dificultad, también se han presentado otras a lo largo del camino: “Digamos que las dificultades que tenemos todavía es con respecto a todo ese tema de la normatividad, porque todaví­a aquí­ en Colombia hay una falta muy grande de políticas ambientales que ayuden a las empresas como nosotros a cumplir con todo eso, que nos incentiven” A partir de esta expresión, nuestra empresaria innovadora plantea dificultades de emprender en nuestro país y más aún cuando se hace en temas que se orientan al medio ambiente. Pero más allá de quejarse, con la valentía que la caracteriza y con el corazón en la mano, también nos comentaba que “lo hacemos a modo de una responsabilidad propia, de un tema de convicciones propias“. Palabras que nos motivaban y en las cuales a veces se le salía el acento paisa que tanto caracteriza a la región.

Actualmente, esta iniciativa que mira hacia el futuro está trabajando muy duro para evitar el mínimo impacto ambiental posible, lo cual es complejo, puesto que la materia prima que usan en los productos es transportada desde diferentes partes del país, lo que contribuye a la huella de carbono. Lo mismo sucede cuando el producto final se pone en otra ciudad. De la misma forma, Manon está buscando proveedores que fabriquen adhesivos de etiquetas que se puedan reciclar o que no tengan un efecto negativo en la naturaleza.

Las iniciativas como las de Manon toman bastante relevancia en nuestro mundo actual, ya que, cosas tan insignificantes como los cosméticos pueden representar un gran costo para nuestro planeta.

Una belleza que daña

Muchos de nosotros nos levantamos, y lo primero que solemos hacer es bañarnos, aplicar nuestras cremas  y maquillarnos, porque qué oso que nos vean con nuestros barros, ojeras y el rostro sin color. Así que duramos horas haciendo este ritual de belleza; y son muchos los cosméticos que se compran con el fin de mejorar nuestra autoestima. 

Digo esto porque durante el 2019 en Colombia las mujeres gastaron en promedio, $300.000 trimestrales en productos de maquillaje y belleza, es decir, alrededor de 1,2 millones al año (datos ofrecidos por Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) e Inexmoda). 

No les voy a negar que maquillarme me hace sentir más bonita, pero no nos ponemos a pensar sobre las consecuencias que tienen estos productos para el medio ambiente.

En primer lugar, muchos de los componentes de la cosmética tal y como la conocemos  provienen de la industria petroquímica; que causa un gran impacto ambiental. Se va desde el cambio de paisajes hasta la extracción de recursos no renovables, y todo en medio de una cadena alta de generación de CO2 equivalente si se tienen en cuenta todos los procesos asociados a la actividad extractiva, incluyendo sus riesgos al ambiente natural..

Relacionado con esto, también se pueden encontrar microplásticos en los productos cosméticos. Esto es grave para la fauna marina, puesto que, cuando nos lavamos la cara para remover el maquillaje, los residuos de esto viajan por el desagüe, llegan a los ríos hasta terminar en el mar y en el sistema digestivo de los animales marinos…de los cuales nos alimentamos en algunas ocasiones. Y no es sólo una suposición, un estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Arizona confirmó la presencia de microplásticos en tejidos humanos, como  pulmones, hígado, bazo y riñones.

Y ya que hablamos de plásticos, es necesario recalcar que la mayoría de los empaques de los cosméticos son plásticos. Si queremos hablar con cifras, podemos traer a colación los datos que ofreció la campaña Zero Waste Week (una campaña medioambiental para reducir los residuos en vertederos), la cual reportó que en el año 2018 se produjeron 120,000 millones unidades de empaque por la industria cosmética. Adicionalmente, muchos de estos empaques están hechos a partir de plástico que no se puede reciclar.

Pero la idea no es que dejemos de usar cosméticos o que le declaremos una guerra a la industria; es lindo consentirse con estos productos. No obstante, es necesario que miremos nuevas posibilidades que sean amigables con la naturaleza, y que apoyemos a este tipo de emprendimientos, como los de Manon, que le apuestan a ocrear formas para tener un planeta mejor.


Entrevistada: Manon Félix
Creadora de Ocre
Escrito por: María Lucía Sarmiento Rojas

Conceptos clave

  • Cosméticos: Los cosméticos son preparaciones constituidas por sustancias naturales o sintéticas o sus mezclas, de uso externo para la piel, uñas, cavidad bucal, ojos, genitales externos, pie, rostro, cabello que se utilizan para la higiene personal, perfumar, mejorar la apariencia, especialmente del rostro y protegerla y mantenerla en buen estado (https://es.wikipedia.org/wiki/Cosm%C3%A9tico)
  • Contaminantes emergentes: Contaminantes de diferente origen y naturaleza, los cuales en ciertas concentraciones, pueden causar daños al medio ambiente.

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