“Güido, es la hora; Güido, es la hora de la Tierra; Güido, ¡es la hora de Energía Vectorial!”, diría el sabio Dr. Hudson

Mirar por la ventana del bus. ¡Así no más! Esperando que los minutos pasen y con ellos, llegar al destino. No creí que eso fuera lo único que me esperara en esa mañana, muy parecida a las anteriores. Una rutina que interrumpió su monotonía y que con los días me llevó a un mundo real, que parecía fantasía.

  • ¡Qué estrés! Llegaré tarde a la Universidad y tengo parcial de la materia que voy perdiendo. ¡A este paso tardaré horas! Deberían colocar más buses — vociferó una joven pelinegra y alta, de mirada penetrante y ceño fruncido. Segundos después descubrí que se llamaba María, María Candela. 
  • Oye, pero eso no es tan sencillo como suena. ¿Te imaginas la contaminación que generarían más buses? — planteó con tono de seguridad Angélica, de ojos verdes y cabello rojizo que se enredaba con su sonrisa. 
  • Tú y tu cambio climático. A veces pareces una radical llena de exageraciones — exclamó María Candela con sus ojos agudos puestos sobre el semáforo.
  • ¿Exageraciones? — Miró con paciencia Angélica.— ¿Estás actualizada? Revista Semana reveló que el 78% de la contaminación del aire en nuestro país es producida por los buses. 

Efectivamente nuestra dulce defensora del planeta estaba en lo cierto. Además, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS): “La exposición a altos niveles de contaminación del aire (…) aumenta el riesgo de infecciones respiratorias, enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y cáncer de pulmón las cuales afectan en mayor proporción a población vulnerable, niños, adultos mayores y mujeres”. Lo sé porque este tema me corre por las venas.

La conversación se me fue haciendo interesante en la medida en que Angélica se convertía en un reservorio de datos que fueron opacando el ardor de María.

  • Ay nena, mira, — Tecleó en su celular — léelo tú misma. — Le prestó su móvil a María, quien recibió el dispositivo, y, sin quitar su gesto de desagrado, comenzó a leer la página que le mostró Angélica.
  • “La OMS estima que el 12,5 % de las muertes en todo el mundo podrían evitarse mejorando la calidad del aire. Niveles más bajos de contaminación del aire ambiental exterior reducirán la carga de enfermedades relacionadas con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, los costos de atención de la salud y la pérdida de productividad de los trabajadores, así como el aumento de la esperanza de vida”. 

Al terminar con la lectura, María se giró hacia la otra chica con una ceja alzada y una sonrisa burlona.

  • ¿Eso? Igual solo es el 12,5 %. — Ya con un tono más bajo respondió Candela en extensión, pero aún con gotas de vida altanera.

Empoderada como ninguna, nuestra defensora casi anónima se fue lanza en ristre.

  •  El cambio climático, del que tú te burlas, produce efectos adversos sobre la salud. El aumento de sequías y de fenómenos meteorológicos extremos (por ejemplo, huracanes e inundaciones), trastornan el funcionamiento de todo el planeta haciendo que nuestras condiciones de existencia se compliquen. Menos alimentos, menos agua, más enfermedades…

No tengo cómo describir el silencio que se apoderó entre ellas y de paso, alcanzó para quienes escuchábamos. Es como si todos miráramos nuestros zapatos o buscáramos lo innecesario dentro de los bolsos. Formas diferentes de huir ante la situación, y de nuestra propia culpa. Para rematar, una Angélica sonriente y con mirada esperanzadora dijo: 

  • ¡Menos mal existen esfuerzos como Energía Vectorial!

He de admitirlo, me sorprendió la expresión y sentí el llamado a investigar de qué se trataba.

Un inicio sin frenos

Días después, no con el ímpetu de la charla que había escuchado, pero sí con el interés que me aceleraba el torrente sanguíneo, yo ya tenía más claridad de esta nueva forma de ver el mundo.

  • ¿Has escuchado de Energía Vectorial? — Así le introduje el tema a Santiago antes de iniciar las grabaciones de nuestro video de reciclaje. 
  • ¿Energía vecto qué? — Exclamó en la versión más moderna del Chapulín Colorado. 

Con mi paciencia, que ante él se agota rápidamente respondí:

        — Energía VEC – TO – RIAL. 

Su respuesta fue predecible.

  • ¡Chanfle! No, ni idea.

Ya entrados en calor, pude explicar con claridad la iniciativa innovadora que permitía soñar con un mundo mejor. ENERGÍA VECTORIAL es una empresa que convierte autos que funcionan con gasolina como combustible a autos que funcionan con energía eléctrica

  • Tan chistoso — le dije con cara de profesora de matemáticas. — El caso es que a mediados del 2016, José Miguel Sáenz, ingeniero eléctrico y especialista en Riesgos de la Universidad Pontificia Bolivariana y su primo, conversaron acerca de cómo podían aprovechar los conocimientos que obtuvieron de sus respectivas profesiones para generar un impacto positivo en el medio ambiente.
  • O sea, ¿son algo así como los “Superhéroes del Planeta”? — me replicó Santiago con el interés que solía poner cuando una noticia llegaba a sus manos. 
  • Mmmmm, no los nombraría así, pero funciona… — agregué mientras buscaba argumentos. Mi admiración por la idea, matizada por algunas dudas, no permitían que yo fuera contundente con mis declaraciones. 

Y debo admitirlo, la mirada inquisidora de mi compañero lograba atemorizarme y especialmente al pensar en la próxima pregunta que me podría formular. Él no solía creer en este tipo de noticias, y por lo general, demostraba que no eran tan buenas. No eran superhéroes…¿o sí? José trabajó desde muy joven en una empresa familiar dedicada a la ingeniería por más de treinta años, adquiriendo conocimiento que ayudó. Por su parte, su socio, que en ese entonces vivía en Holanda, trabajando con varias Organizaciones No Gubernamentales (ONG´s) el tema de desarrollo sostenible, también tenía cualidades útiles para la iniciativa.

Cuando los contacté y empecé a escucharlos, encontré que durante el proceso de creación de su empresa surgieron muchas ideas, así como dudas. ¡Eso los hacía humanos y no superhéroes! Lo primero que debatieron, ante su interés de que los carros eléctricos fueran una solución ambiental, era sobre cómo tener suficiente infraestructura que alimentara de energía los carros eléctricos, si no hay suficientes carros eléctricos funcionando. 

Era el típico dilema del “huevo y la gallina”. Si no hay carros, no hay infraestructura. Pero si no hay infraestructura, no se pueden usar los carros eléctricos. Aquí, esquivando ambos argumentos que limitaban, es donde encontré el espíritu heroico y arriesgado de nuestros protagonistas. ¡Convertir carros de combustión tradicional a carros eléctricos con baterías de larga duración! 

Me quedé pensando en todo lo que había aprendido y en especial, en la forma en que uno puede construir un mundo diferente a partir de lo que aprende. Los segundos se convirtieron en minutos hasta que el escándalo me bajó de las nubes.

  • ¡Lo siento¡— Sonriendo y sonrojado me decía Santiago mientras recogía las luces que intentaba acomodar en medio de la sala, que tenía el mismo desorden que su cabellera. Luego, mirándome me atacó nuevamente. —¡Oye! No me has comentado cómo es el proceso de conversión de los motores. 
  • ¡Tienes razón! Deja que organice mis pensamientos. Voy a tratar, pero conociéndote, no creo que entiendas — le dije atrevida, pero segura.

El proceso parece sencillo, pero es por la forma experimentada con la que lo realizan. Recobré mis memorias escritas y casi que recité el procedimiento. Lo primero es determinar el estado del automóvil, hay que saber en qué estado está mecánicamente (es un diagnóstico completo de la caja, los frenos y los elementos vacíos/activos) para saber si además del sistema eléctrico, hay qué hacer más adecuaciones y modificaciones.

 Luego se procede al desarme, a retirar todos los elementos del sistema de combustión (tanque, radiador, líneas de combustible, etc.), se hace limpieza, lavado y pintura (si es necesario). 

¡Es como si a un cuerpo humano le quitaran todos los órganos de su interior! Posteriormente entran a fabricar las placas de montaje y acoples para, finalmente, montar todo lo que tiene que ver con el funcionamiento eléctrico.

Santiago, que no come entero y que se obsesiona por lo ambiental, me miró con duda y se vino lanza en ristre.

  • Parece interesante… pero me da pena molestar con tantas preguntas… ¿qué sucede con las partes que sobran? 
  • ¡Pues se reciclan! — respondí inmediatamente como jugando ping-pong. —  Algunas de las piezas que cambian en ese proceso de conversión son tanque, radiador, ventilador del radiador, y la tubería de escape. 

Sintiéndose retado, replicó:

—  Y si no hay motor, y la intención es que no se conecten a fuentes de energía eléctrica porque éstas no existen en las carreteras, como si existen las gasolineras, ¿de dónde obtienen la energía?

Me le acerqué, despacio y sin prisa. Busqué su mirada y cuando ya la tenía, lo sorprendí con la obviedad serena de mi respuesta.

— ¡Baterías! 

Claro, no son baterías de dedo o de las que ya tienen los autos tradicionales. ENERGÍA VECTORIAL implementa baterías de litio. No obstante, ya que son escasas y en el país no hay quién las fabrique, la empresa las importa desde Estados Unidos o China, dependiendo de la aplicación que se esté usando.

  • ¿Y cuánto dura una de esas?
  • Las baterías de litio tienen algo que se llama “triple vida” por tener tres usos. El primer uso es el de tracción que está entre 8 y 10 años. Luego, cuando este sistema deja de trabajar, se usa el tema de almacenamiento de energías solares y renovables; finalmente, el tercer uso es la recuperación de minerales. 

Explicando esto de las baterías, recordé un dato que me mencionó José en nuestro encuentro. Con algunos procesos,  de las baterías de litio se puede recuperar hasta el 95 % o 97 % de su composición. Por eso se dice que tienen tres vidas dentro de su ciclo de vida, es decir, unos 20 años.  

Interrumpimos este relato, querido lectores, para que aprecien esta inmaculada gráfica en donde podrán conocer todos los argumentos que puedan existir sobre la necesidad de implementar nuevas alternativas de movilidad.

Alternativas de movilidad / ALUNA

La ‘metamorfosis’ mecánica

El hecho que nuestros emprendedores creativos decidieran hacer algo por salvar el planeta era increíble, pero que fuese a partir de algo que ya existía, hacía que mi cabeza diera vueltas. Pensé en que mi tío, de un momento a otro, podría tener el mismo auto que había comprado pero funcionando de manera diferente, más limpia con el medio ambiente. ¡Era de locos! Mientras preparaba mis notas, sentí de nuevo la pregunta maliciosa de Santiago. Algo no le cabía en la cabeza.

  • Me quedé pensando y voy entendiendo… Sin embargo, ¿pueden convertir cualquier carro?
  • ¡Claro! Esto debido a que la transmisión se conserva y el nuevo motor eléctrico funciona sobre ella. También es posible convertir automóviles que funcionan con diésel, gasolina, gas o gas licuado del petróleo (GLP).

Yo me daba cuenta de que mis respuestas eran cortantes, como quien no quiere explicar la cosa. Respiré y le agregué sustancia.

  • Aunque arrancaron, literalmente, con modelos antiguos por “mercadeo”. Así sentían que capturaban más la atención de las personas. Era una estrategia para revivir “recuerdos de antaño” ya que estos son aquellos con los que más se identifican.
  • ¿No me digas que aparte de todo conoces cuál fue el primer carro que convirtieron? — indagó mi interlocutor que ahora parecía más despelucado que minutos atrás.
  • Ja, ja, ja, pues sí. El primero fue un Renault 4 máster 1989 que perteneció a la mamá de José, luego a él y, por último, a su tía (quien se lo regresó para que iniciara, junto a su primo, el proceso de transformación). Para él, este carro es “un icono dentro de la cultura automotriz colombiana”. 
  • Me imagino a todos los tíos de José escondiendo sus carros al principio. Él tuvo que ser uno de esos niños que desarman los juguetes.

Pensé en lo que había dicho Santiago y me llamó la atención. ¿Cómo serían estos dos empresarios cuando niños? Seguramente muy traviesos. Me acuerdo del tono de voz en nuestro encuentro mientras me comentaban esa primera travesura tecnológica. Con el Renault 4 tenían estimado demorar entre cuatro a cinco meses, pero en realidad se gastaron más de ocho. ¡El doble! Para nada eficientes. 

Igual, como dicen por ahí: de todo se aprende. Con la práctica, ahora la conversión toma entre tres y cinco semanas, dependiendo del tipo de automóvil. Este plazo se toma luego de que el vehículo se entrega en el taller. El procedimiento se realiza en Medellín, pero el equipo puede instalarse en otras ciudades en otros talleres disponibles para el procedimiento. Para eso es necesario consultar la disponibilidad en otras ciudades, ya sea a través del equipo de energía vectorial o aliados. 

En este punto, queridos lectores, con su permiso interrumpimos un poco su amena “recolección de conocimiento” para que, en el siguiente gráfico, analicen cómo Energía Vectorial puede beneficiar al mundo. 

Aportes de energía vectorial / ALUNA

Ya Santiago no pensaba en el vídeo de compostaje que nos reunía en ese momento. Totalmente capturado, abrió su computador y fue directamente a la página de Energía Vectorial. Estando allí, se sorprendió con una herramienta para calcular el costo de la conversión del carro. Le pareció muy creativo que dieran estimaciones a partir del peso del automóvil y abriendo diferentes opciones según lo que el cliente quisiera agregar. “Como quien pide una hamburguesa” dijo.

  • ¡Chévere! — exclamó. —¿Y cuántas conversiones han realizado?
  • En Medellín llevan alrededor de 20, pero si sumamos a Bogotá y Cali, en total son casi 200 — contesté entusiasmada
  • ¿Y esto está sucediendo en todo el mundo?
  • A nivel global, es un tema que está tomando mucha fuerza. Primero, porque es un tema de energía circular y, segundo, porque cualquier carro que se pase a eléctrico aplica esto. ¡No producen basura! 

Las piedras que obstaculizan el camino y cómo llegar al destino añorado

En un país como Colombia, según concluí de mi encuentro con José Miguel, es difícil emprender. Me comentaba del complejo acceso al capital o recursos de trabajo y la falta de normalización técnica como esos grandes molinos de viento que ha tenido que enfrentar, al mejor de los estilos del Quijote de la Mancha. Pero como buen Quijote, de pie y con decisión. ¡Es que no hay otra forma!

Y no fue solamente el tipo de innovación, sino también la visión que se tiene de la vida lo que me capturó. Recuerdo y comparto las palabras que dichas por él, me llegaron al corazón.

  • A los jóvenes apasionados por el desarrollo sostenible, les recomiendo que se enfoquen en sus objetivos, pues debemos trabajar para tener el pan de cada día, pero también es indispensable evaluar el impacto y el riesgo que estamos generando alrededor de nuestras personas o comunidades. Entonces, lo ideal sería transformar nuestras empresas para crear nuevas formas de laborar que generen mayor valor, no solo monetario, sino humano.

¡Qué bonito! Valor humano. En esa expresión resume los ojos con los que ven la vida. Conclusión, no eran superhéroes. Son colombianos conscientes y soñadores, como cada uno de mis lectores. 

Estimados lectores, tal vez esto fue todo por el artículo de esta semana, pero no todo por la brillante iniciativa de la que aprendieron durante esta ocasión. Así que, ¡la historia de Energía Vectorial continuará! 


Entrevistado: José Miguel Sáenz
Creador de Energía Vectorial
Escrito por: Camila Andrea Álvarez (Semillero ALUNA)

Conceptos clave

  • Batería de litio: Dispositivo con dos o tres celdas de energía, cuyo diseño tiene el objetivo de almacenar energía eléctrica.
  • Energía renovable: Energía que se obtiene a partir de fuentes naturales/ inagotables.

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