CAFELAB nos reta: Una iniciativa ‘Made in Colombia’ y por la Tierra

“Uy no, ¡qué frío! Iré por un café”, “la mañana está como para un cafecito”, “el café me quita el dolor de cabeza”, “después del almuerzo siempre me tomo una tacita de café” y “un café para abrigar el corazón” son algunos de los comentarios más comunes en nuestra amada tierrita. 

Entre todas las bondades que destacan a Colombia, internacionalmente está el famosísimo café. Y es que, ¿quién no ha escuchado sobre el exquisito olor o textura de dicho producto hecho en casa? ¡Diría que el 90 % lo reconocen! —Sin mencionar que esos granitos tostados y molidos hacen más ameno el día a día—. De hecho, según el artículo titulado “Impactos ambientales de la producción del café, y el aprovechamiento sustentable de los residuos generados” (2020), se consume una media de 2,25 billones de tazas de café diariamente en el mundo. 

Y a propósito de la amada tierrita, los alunaticos antiguos recordarán que la familia de esta noble escritora proviene de un pequeño municipio ubicado en Santander (Simacota), ¿no? Ahora, ustedes se preguntarán qué hay de relevante en este detalle o qué aporta al desarrollo de este artículo, ¿verdad? Pues bien, en la finquita de mis abuelos se sembraba el café. ¡Así es! Tuve el privilegio de observar en primera fila cómo se llevaba a cabo el proceso, debo destacar que era un proceso empírico  compuesto por, compromiso y amor.

Prosiguiendo, remuevo entre mis recuerdos de la niñez para contarles especialmente a ustedes, queridos lectores, un poco de las anécdotas que oí de mi abuelito: 

“Mija” dijo.

“¿Sí, abuelito?” preguntó Camila de siete años.

“Mijita”, ¿ves estos cafetales? Ese fruto chiquito es el sustento de muchas familias por aquí” expresó con la voz entrecortada y una mirada nostálgica.

“¡Sí abuelito!” respondí inocentemente y saltando de un lado a otro.

“Mi querida nieta” exclamó, mientras su brazo derecho desempeñaba la labor de un trapo para desaparecer el sudor de su frente ante el sofocante sol “no todo es tan bonito como parece”.

“¿Por qué?” Moví de forma leve mi cabeza hacia el lado derecho.

“Mija, porque a veces cometemos ciertos errores sin querer” haciendo referencia a algunos caficultores. 

“¿Errores?” cuestioné mentalmente y él lo notó en mis ojos.

“Te explicaré un poco mejor” manifestó calmado. “En medio del ajetreo de estar de aquí para allá y de allá para acá, en ciertas ocasiones olvidamos emplear bien los volúmenes de agua, desperdiciandola, además, se utiliza el 95 % de la cascarilla como desecho e incineración en lugar de aprovechar la energía que produce al estar en combustión, manejar de manera inadecuada la pulpa y el mucílago (lo que conlleva a la contaminación del agua en zonas aledañas)”.

“Abuelito, ¿y qué más sucede?” volví a preguntar preocupada, y sentándome con el fin de escuchar atentamente su discurso.

Estimado lector, en la siguiente gráfica podrá visualizar los efectos negativos que don Pedro Pablo —mi abuelito— mencionó posteriormente:

Mi abuelito también mencionó que durante la poda o zoca (técnica que regenera los cafetales y recobra su productividad) los tallos que sobran del café se usan como combustible, pero no se aprovechan en la fabricación de enseres del hogar —si se aprovecharan, evitarían la tala indiscriminada de árboles y el uso excesivo de materiales tipo plástico—.  

De lo anterior, deriva la importancia de explorar actividades sustentables que ayuden a disminuir los impactos negativos del sector cafetero y, precisamente, CAFELAB se enfoca en esto. Nuestro tema es este, CAFELAB, que mirando la forma de cómo se cultiva y se obtiene cada grano de café para nuestro deleite, encuentra ideas innovadoras para que esto sea mejor. Y han hecho tan bien su cometido que tienen reconocimiento internacional. Pero, ¿qué es CAFELAB?

Educación + Tierra + Café = CAFELAB

Tras ser consciente de las problemáticas mencionadas anteriormente, Ramón Majé Floriano, docente de planta de la institución educativa municipal Montessori con sede en San Francisco (Pitalito, Huila) y licenciado de matemáticas y física; pensó en unir lo que se enseña con lo que se aprende en la escuela. Así fue como creó un semillero de investigación con sus estudiantes, cuyo nombre es CAFELAB COLOMBIA (significa Laboratorio de Café). Así se empezó a desarrollar la metodología de la investigación que ha permitido disminuir la contaminación ambiental de este cultivo.

/ ALUNA

Retomando, CAFELAB es un proyecto de sostenibilidad ambiental y tejido social que nació en el municipio de Pitalito (al sur del departamento del Huila colombiano) y se ocupa de “formular, diseñar, orientar, dirigir, coordinar, implementar, ejecutar y controlar políticas de investigación pedagógica y curricular en las diferentes instituciones de educación básica, media y superior a nivel nacional” según su página web oficial. Para lo anterior, esta iniciativa se basa en generar didácticas funcionales (apoyadas en la formulación y resolución de problemas reales) que sean significativas para los estudiantes que participan.

Esfuerzo de este tipo han demostrado que las instituciones educativas deben consolidarse como espacios que reconstruyen saberes y fortalecen el conocimiento en los jóvenes, a través de la interacción directa con el contexto, y teniendo especial cuidado por el medio ambiente. 

Pero, ¿qué los llevó a ser reconocidos como la mejor propuesta latinoamericana, 2019, en el concurso ‘Maestros que Inspiran’ de la fundación Aulas Amigas? Todo, a partir de la siguiente pregunta: ¿Cómo contribuir a la disminución de la contaminación ambiental generada por los diversos subproductos del café, en las veredas San Francisco, Holanda y Santa Inés del municipio de Pitalito Huila?

Aquel fue el origen de la construcción de un espacio en el cual la comunidad interactúa en un diálogo de saberes que propician el aprendizaje mutuo (por medio de capacitaciones, foros, congresos, seminarios y apoyo con diferentes propuestas de investigación) y presenta ideas de emprendimiento sustentables (a través de la reincorporación en la cadena productiva de los subproductos del café). 

Ramón, en conversaciones con ALUNA, mencionó que cada año “la familia se hace más grande” y, por lo tanto, hay un promedio de 160 estudiantes entre noveno, décimo y undécimo grado que hacen parte del semillero.

Antes de poner “las manos a la obra”

Como dicen por ahí: “Primero lo primero”; escribiré acerca de las fases de investigación, ya que es esto lo que hace un semillero de investigación, ¡investigar! Todo parte de un reconocimiento de lo que está sucediendo y en donde el alumno realiza dos actividades; inicialmente, una lectura de antecedentes y selección de fuentes para identificar la problemática y los cinco subproductos del café (la pulpa, el mucílago o las aguas mieles, la cascarilla, el cuncho y los tallos). Luego, se obtiene un diagnóstico claro que da origen a dos grupos de estudiantes que se encargan de reincorporar a la vida productiva dichos subproductos con ideas de emprendimiento. 

No obstante, ¿cómo lo logran? Con los denominados retos STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) que contienen cuatro pasos claves: primero, el diseño que se hace con una herramienta computacional en donde el investigador resuelve preguntas dirigidas y propone la alternativa de solución más adecuada. Segundo, el prototipo que no es impuesto, sino que es creado por los mismos estudiantes a partir de la reutilización de los subproductos del café (ejemplos: generaron energía eléctrica y herbicidas naturales con las aguas mieles; enseres para el hogar como mesas, sillas y estantes con los tallos; prototipos de bioplástico con la pulpa).

Continuando, el tercer paso es la prueba en donde el elemento construido se somete a ensayo con el objetivo de determinar su nivel de funcionalidad. Por último, la evaluación que se mide con la ‘escalera de la metacognición’ (suena complejo pero es divertido), que consiste en cuatro preguntas: a) ¿qué he aprendido?; b) ¿cómo lo he aprendido?; c) ¿para qué me ha servido? y d) ¿en qué otras ocasiones puedo usarlo?

Los pasos señalados quedan registrados en un protocolo de evidencias. En particular, la comunicación escrita proporciona una oportunidad importante de expresar ideas STEM. Las anotaciones en el cuaderno y la pizarra desempeñan un papel estructurante muchas veces decisivo, en las actividades de aprendizaje. Así, se establecen equipos de trabajo de acuerdo con la teoría de Ned Herrmann (test de los colores) para respetar los ritmos y habilidades de aprendizaje de los investigadores y; además, definir los roles específicos: director científico, secretaria (diligencia las actas de protocolo), vocero y responsable de los materiales.

Las semillas que siembra CAFELAB

Lo que verá a continuación, respetado lector, son los productos y servicios que han creado los alumnos y maestros que pertenecen al semillero en cuestión. 

  • Alfabeticzate: Servicio de capacitación, en la alfabetización digital que CAFELAB ofrece a los caficultores de la zona para mostrar alternativas en el aprovechamiento de los subproductos del café (en muchas ocasiones los mismo estudiantes apadrinan intelectualmente a sus padres). 
Capacitación TIC a caficultores de la región / Fuente: CAFELAB COLOMBIA
  • Bricafé: Obtención de briquetas ecológicas en forma cilíndrica que nacen de la reutilización de la cascarilla o cisco del café. “Al recolectar el grano se lleva al despulpado para lavarse y después al secadero en donde desprende una lámina que es justamente la cascarilla (incinerándose). ¿Qué pasa con la cascarilla? Se aprovecha su capacidad calórica (compactándola) para obtener un leño ecológico que reemplaza la leña”, explicó Ramón.
Briquetas ecológicas / Fuente: CAFELAB COLOMBIA

Pero, apreciado lector, usted se preguntará cómo se compacta, ¿no? En este caso, se combina un aglutinante natural (almidón de yuca) con agua o cuncho de café para compactarse en un molde a presión (fuerza humana) y, de este modo, obtener la briqueta. Aquí, es indispensable mencionar que se emplea la herramienta GeoGebra con el fin de hacer el diseño.

  • Arcifé: Aprovechamiento del cuncho de café para hacer obras pictóricas (los objetos geométricos que se utilizarán en cada pintura se diseñan también en GeoGebra porque precisa las longitudes, áreas, circunferencias, perímetros, etc.).
Muestras pictóricas con “cuncho” de café / Fuente: CAFELAB COLOMBIA
  • Maderas SOCA: Construcción de muebles con tallos de café que se desechan con la poda.
Sillas con tallos de café / Fuente: CAFELAB COLOMBIA
  • TeslaCoffee: A partir de la pulpa y el mucílago se obtiene energía eléctrica; la elaboración de la pila se hace con prototipos creados en aplicaciones sencillas como Cocodrile Physics.
Energía eléctrica a base de pulpa de café y mucílago / Fuente: CAFELAB COLOMBIA
  • Sabores de mi Tierra: Se usa la pulpa del café con el objetivo de hacer una bebida aromática apta para el consumo humano.
Aromáticas de pulpa de café / Fuente: CAFELAB COLOMBIA

Brecha y odisea: entre lo urbano y lo rural

Para nadie es un secreto que la educación en Colombia se ha convertido en un tema de debate y polémica; tanto así que las oportunidades muchas veces las tienen aquellos que pueden acceder a un colegio en la zona urbana. 

“Existe una gran brecha educativa y social entre lo urbano y lo rural; nosotros somos una sede rural que no posee infraestructura (no contamos con biblioteca, ni con laboratorio; no hay sala de profesores ni sala de informática). Sin embargo, el aula de clase se convierte en un laboratorio a mini escala; con esto, el estudiante con su idea va a su casa y desarrolla los prototipos”, sostuvo Ramón Majé.

En definitiva, la escuela se consolida como ese espacio creativo en el cual la imaginación de los niños y jóvenes es libre; tan libre que les permite transformar sus realidades en pro de la comunidad que los rodea. Tal es el caso de los muchachos que pertenecen a la familia CAFELAB (mentes innovadoras que, motivadas por sus docentes en la generación de empresa y empleo, ascienden y trascienden).

¡Increíble!, ¿o lo dudan? Increíble cómo la educación rompe fronteras, estereotipos e incentiva a “ir más allá”; un aspecto casi tan increíble como el hecho de que se reciba más apoyo de otros países. Efectivamente, el semillero CAFELAB COLOMBIA fue seleccionado por el programa Lead Corea (2020) para ser dotado de un aula TIC por siete años; este “salón” contará tres áreas: una de diseño (trabajo de infografías, mapas organizadores y gráficas), una de transferencia con impresora láser para prototipar y una de grabación para hacer comunicación. 

Ramón relató un poco de la experiencia en exclusiva para ALUNA: “Llegamos a la fase siguiente ‘remodelación del aula’ para construirla desde cero. El compromiso es capacitar a todos los maestros de Pitalito, por ende, es un compromiso interesante y lo hicimos a raíz de CAFELAB”.

Apreciado lector, tal vez esta joven escritora haya puesto punto final en la redacción del presente artículo; pero también tres puntos seguidos en la historia de CAFELAB (un grupo de mente maravillosas que seguramente nos seguirán sorprendiendo). 

¡Esperen! Casi lo olvido, ¡toda digna narración se caracteriza por su reflexión final! El mensaje de hoy está dirigido a los maestros: ustedes tienen el poder para desarrollar didácticas de enseñanza y aprendizaje activas que rompan con los paradigmas tradicionales. ¡Siembren la semilla de la curiosidad y la ciencia en sus chicos! Esa sería una buena forma de salvar nuestro planeta. Y para los jóvenes, los maestros se motivan con nuestras ganas de aprender y nuestras sonrisas que provienen de la construcción de un mundo mejor.


Entrevistado: Ramón Maje
Escrito por: Camila Andrea Álvarez Argüello (Semillero ALUNA)

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