¿Y si te dijera que es una hierba? Así, tal cual, eso es el bambú. Cuando te lo encuentres, piensa que es una hierba gigante que puede crecer hasta un metro en un solo día y que, en algunos casos, es más resistente que el acero. Las posibilidades son infinitas. Sonia Quintero vio en este material una alternativa sostenible para la movilidad y apostó por un concepto innovador: bicicletas hechas de bambú.
El comienzo de una idea sostenible
Desde pequeña, Sonia tuvo una fascinación por la naturaleza y las soluciones ecológicas. No obstante, su preocupación inicial por el medio ambiente estaba más enfocada en el civismo: le impactaba ver a las personas tirar basura desde los autos o no separar correctamente los residuos. Además, creció con un fuerte aprecio por el campo y la agricultura, lo que le permitió entender la importancia de los recursos naturales desde una edad temprana.
Con el tiempo, su interés evolucionó. Su tesis de grado en Ingeniería Industrial de la Universidad Javeriana de Cali fue el punto de inflexión, ya que exploró el reciclaje y el trabajo de los recicladores de oficio. Esto amplió su visión sobre la sostenibilidad, impulsándola a desarrollar proyectos centrados en el aprovechamiento de materiales que normalmente se consideran desechos, como la estopa del coco. Es así como en marzo de 2010 fundó Eco Cultura en San Antonio, Cali, con el propósito de promover soluciones ecológicas que también fueran viables económicamente.
Un viaje que cambió su visión
En el 2011, Sonia viajó a California, Estados Unidos, donde descubrió una empresa que fabricaba bicicletas de bambú. Ese encuentro marcó un antes y un después en su proyecto. Investigó sobre las variedades de bambú en Colombia y seleccionó la Phyllostachys nigra por su resistencia y flexibilidad. Luego, organizó un taller con expertos, incluyendo a Craig Calfee, un diseñador californiano con experiencia en este tipo de bicicletas.
Emprender nunca es un camino fácil. Sonia recuerda que los primeros años estuvieron llenos de dificultades, siendo la falta de financiamiento uno de los principales obstáculos. Además, enfrentó el escepticismo del mercado: “¿Cómo va a durar una bicicleta de bambú?”, le decían. Muchos clientes potenciales rechazaban la idea, temiendo que el material no fuera lo suficientemente resistente. Sin embargo, ella confiaba en su producto y en su visión.
Hubo momentos en los que consideró abandonar el proyecto. La falta de apoyo y los errores que surgían en el camino llegaron a desmotivarla, especialmente cuando no encontraba un equipo comprometido que trabajara por convicción y no solo por dinero. A pesar de esto, su pasión por el bambú y su impacto social y ambiental la impulsaron a seguir adelante.
Un negocio en crecimiento
Eco Cultura ha fabricado aproximadamente 60 marcos de bicicletas de bambú, aunque solo ha vendido 15. La pandemia afectó las ventas y encareció los materiales, haciendo que los precios se duplicaran o triplicaran. Antes, un marco costaba cerca de 1.200.000 pesos colombianos, pero hoy su valor es mucho más alto debido a la inflación y la creciente demanda de productos sostenibles.
El proceso de fabricación es minucioso: comienza con la selección y tratamiento del bambú para garantizar su resistencia, seguido del corte y ensamblaje con resina epóxica para formar una estructura firme. Luego se refuerzan las uniones con fibras naturales como el fique, se lijan los detalles para mejorar la estética y aerodinámica, y finalmente se montan los componentes esenciales como ruedas, pedales y cadena, dando vida a un producto sostenible y funcional.

Pero más allá de los números, lo que hace especial a este proyecto es su impacto. ¿Cuántas personas han cambiado su percepción sobre la movilidad sostenible gracias a Eco Cultura? ¿Cómo influye en las comunidades locales el uso de materiales ecológicos en lugar de los convencionales? Sonia menciona que, a lo largo del tiempo, ha visto cómo su iniciativa ha generado curiosidad y conciencia en quienes antes no consideraban alternativas sustentables. Algunas personas que han adquirido estas bicicletas no solo buscan un medio de transporte, sino que quieren ser parte de un cambio de mentalidad.
¿Una solución sostenible o un nuevo problema?
Si bien el bambú es una alternativa renovable, su uso masivo podría representar un riesgo ambiental. Su sobreexplotación podría afectar los ecosistemas locales, así que es fundamental equilibrar su producción con una gestión responsable. Sonia y su equipo trabajan en un modelo sostenible, asegurando que la extracción del bambú no genere más daño del que intenta solucionar.
“El bambú es una gramínea, es decir, un pasto, lo que significa que crece rápidamente y se regenera con facilidad. Mientras se maneje bien, no hay sobreexplotación”, explica Sonia. Sin embargo, las restricciones legales limitan la cadena productiva del bambú en Colombia, afectando su aprovechamiento. “Cosechar bambú no es lo mismo que talar un árbol”, enfatiza.
El impacto ambiental es un tema clave en la discusión sobre la movilidad sostenible. La producción de bicicletas convencionales requiere una gran cantidad de energía y materiales no renovables. En contraste, el bambú puede cultivarse de manera regenerativa y con un menor impacto de carbono. Sin embargo, es necesario un mayor apoyo institucional para fomentar su uso y desarrollar regulaciones que incentiven la producción responsable.
Innovación constante
Eco Cultura no se ha detenido. En un festival en California, Sonia descubrió las Bici Licuadoras, bicicletas con un sistema mecánico que activa una licuadora sin electricidad. Inspirada en esta idea, desarrolló su propia versión en Colombia, apostando por nuevas aplicaciones para la energía generada por el pedaleo. Otras ideas han surgido, como bicicletas con pequeños paneles solares para cargar dispositivos electrónicos o estructuras de bambú aplicadas a otras industrias.
El bambú no solo se ha utilizado en bicicletas, sino también en la construcción de casas ecológicas, muebles, textiles y hasta instrumentos musicales. Su versatilidad es enorme, pero su uso debe hacerse de manera responsable. A pesar de los desafíos, Sonia sigue adelante. Sueña con expandir su equipo, consolidar su proyecto y explorar nuevos modelos de negocio. Su historia demuestra que la persistencia y la innovación pueden abrir caminos impensados.
El futuro de la movilidad podría depender de decisiones como esta. Quizás pronto, en lugar de ver calles llenas de bicicletas de aluminio y acero, encontremos modelos ecológicos hechos de bambú, contribuyendo a un planeta más verde. ¿Te imaginas siendo parte de ese cambio?
Entrevistada: Sonia Quintero
Ingeniera Industrial
ecocultura.co@gmail.com.
Escrito por: David Felipe Martínez Santamaría (Semillero ALUNA)
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