— Mija, ¡alístese rápido que Karen ya casi llega de Bogotá!— gritó mi mamá con entusiasmo, mientras tiraba una almohada en mi rostro para despertarme.
— Ay, ma, solo cinco minuticos más y me levanto— respondí con un bostezo contagioso.
— No, no, no, apúrele más bien— exclamó mi dulce madre.
Pasaron unos cuantos minutos hasta que por fin dejé a un lado mi espíritu de pereza infinita y me levanté, todo con el fin de recoger en la terminal a mi familiar. Así inicié la rutina: ir al baño, cepillarme los dientes, lavarme la cara, secarme, echarme unas cremas faciales y desayunar.
— Oiga, pero qué, ¿va a dejar esperando a Karen? Mire la hora muchachita, ¡ya han pasado dos horas desde que se paró de esa cama!— expresó mi señora madre con amabilidad al límite en su delicado tono de voz.
“¿¡Dos horas!?” pensé, “¡¡¡imposible!!!”. Efectivamente, eran las once de la mañana.
Como pude, llené mi boca con la última cucharada de caldito de pollo que quedaba en el plato y corrí por mi prima. Sí, no tuve tiempo ni para limpiarme el rostro. Al llegar por ella, la pobre parecía un volcán a punto de hacer erupción literal, estaba quemada por el picante sol.
—¡¡¡Camila!!!— gritó al verme en donde por poco botaba fuego por la orejas y no por emoción.
—Relájate, no te ves tan mal— respondí con aparente seguridad, pero un miedo me carcomía internamente. Aunque no me crean, esta pequeña escritora es una joya de 1.50 centímetros de puro terror y temperamento fuerte.
—¡¡¡Cállate!!!— gritó— debes respetar a tus mayores —lo expresó con tal seguridad que por un momento creí que leía mis pensamientos, en los cuales, como ustedes queridos lectores ya notaron, me burlaba de ella sin piedad. Obvio, eso no me hace mala persona, aunque admito que estuvo un poco mal.
Volviendo a mi casa, todo estaba en plena calma—algo extraño y realmente sospechoso—. Después, mi prima susurró al taxista que nos transportaba: “¡Señor!, pare por favor” , y con su mirada me dio la orden de bajarme. Al salir del auto, mi mirada se estrelló con una gran tienda de cosméticos — ¿cosméticos? Cuestioné en mi inusual mente—. No sé si sería la expresión de mis cejas, mi mirada o el movimiento de mis labios, pero igual que antes, Karen respondió a mis pensamientos:
—Sí, Cami, una tienda de cosméticos—.
¡Qué raro!, ¿no?, el caso es que entramos y Karen comenzó a preguntar el precio de ciertos productos como:“polvos especiales”, “jabones mágicos”, “aceites rejuvenecedores” y “agua de rosas ideales para combatir imperfecciones”.
Y claro, ahí me tenían… esperando mil doscientos años a que ella decidiera qué comprar. Lo peor vino luego:
—Bueno, querida primita, ahora paga— dijo con total seguridad la Umpa Lumpa esa. Y sí, ahí estaba yo de nuevo, pagando no solo “kilos de maquillaje”, sino algo aún más pesado: mis burlas.
Un problema más grande que 1.50 cm de enojo
Pasaron aproximadamente tres semanas antes de encontrarnos ante el escenario inesperado. Nadie pensó que la mezcla entre las quemaduras del sol y los productos que compró aquel día le causarían a Karen un brote de acné terrible —y cuando escribo terrible, es porque efectivamente fue preocupante—.
Por consiguiente, mi prima estuvo en tratamiento dermatológico por un año, que no fue ni barato, ni agradable. Recuerdo muy bien las palabras y advertencias del profesional:
—Niñas, ustedes no pueden echarse en la piel cualquier cosa que venden por ahí sin tener la aprobación de sus médicos de confianza. El maquillaje está compuesto por diversos ácidos, alcoholes, aditivos, entre otros; algunos no representan un peligro, de hecho, para eso se hacen cientos de pruebas que comprueban su efectividad; sin embargo, todas las pieles son diferentes y, si sumamos a eso que tú te quemaste —observó fijamente a mi prima—, pues los resultados son negativos.
De este modo añadió: “No me compete recordarles esto, pero existe algo llamado la cadena productiva de un cosmético, algo así como todo el proceso que se lleva a cabo para que ustedes tengan esos productos en sus tocadoras. Esto según el documento Cosméticos y aseo del Departamento Nacional de Planeación en 2004”.
A continuación, podrán visualizar lo explicado por el experto:

¿Alguna duda? Si se preguntan qué pasó luego, claro que les contaré, ¡sigan la lectura!
Al llegar a casa, lo primero que hicimos fue coger el celular y buscar en Google datos sobre la industria cosmética; encontramos que para el 2021 se estimó que la venta de esos productos superaría los 12.000 millones de dólares en ventas en nuestro país y que cada mujer, en promedio, gasta cerca de un millón de pesos en maquillaje anualmente. También, hallamos un informe conocido como Cosméticos y Aseo —sí, el mismo del que nos habló el dermatólogo de mi prima—; allí leímos que en Colombia el área de los cosméticos abarca el 52 % de dicho sector económico y que la meta es generar al menos 15,4 millones en producción para el futuro.
Luego de ver nuestras caras sorprendidas al imaginar cuántas cosas podríamos hacer con aquel dinero, volvimos a la realidad y dijimos: “Bueno, tocará seguir buscando. Necesitamos opciones”. Ustedes se preguntarán, ¿opciones de qué? Opciones de productos para la piel que se ajustaran a nuestros bolsillos —guiño, guiño—, pero que sobre todo fueran reconocidos por su calidad. Y no fue la única reflexión que hicimos. También nos pusimos a pensar la cantidad de materia prima y posiblemente de recursos naturales que se podrían consumir para fabricar infinidad de productos. Inmediatamente nos preocupamos por la posible contaminación en su elaboración y en fin, por todo el impacto que esto pudiese generar en nuestro planeta.
De acuerdo con el sitio web Ciencias Ambientales, muchos cosméticos están hechos de componentes poco amigables con el medio ambiente como el triclosán, un antibacterial y desinfectante; la oxibenzona y el octinoxato que son ingredientes usados en los protectores solares, conocidos por dañar los arrecifes de coral y afectar la fauna marina (por eso algunas playas de Europa y países como China, Japón y Australia lo prohíben). Asimismo, en productos como exfoliantes se encuentran micropartículas de plástico y, como muchos ya saben, este último no se biodegrada ni se integra a la naturaleza, sino que contamina la tierra y el agua durante décadas.
Así, entre chismecitos, un buen café y redes sociales, nos “chocamos” con lo que pensamos, literalmente, como “nuestra salvación”: Soy Nativas.
—¿Soy Nativas?— murmuró Karen con tono de duda.
—Ay, métete a ver qué hay— contrarresté.
Tal como sugerí, ella entró al perfil de Instagram y lo que vimos nos dejó aún más sorprendidas: variedad de productos, pero no simples productos; ¡los que necesitábamos!
“La salvación”
Soy Nativas es una marca de cosmética natural que nació en las aulas de clase hace cuatro años, específicamente en la Universidad Industrial de Santander ubicada en Bucaramanga. En aquellos años, dos jóvenes estudiantes de Química Ambiental se conocieron sin imaginar que serían pioneras de este tipo de cosmética en Colombia. Me refiero a Eileen Guerra y Yoleisy Orduz Díaz, quienes tuvieron una brillante idea: ¡crear productos naturales que cuidaran la piel sin afectar el equilibrio con la naturaleza! Sus ideas fueron producto de una actitud proactiva al ver cómo Yoleisy desarrollaba dermatitis por la exposición a los químicos con los que trabajaba en los laboratorios, y al buscar soluciones chocaban con los elevados precios de los productos.
Con los conocimientos adquiridos en la academia y el problema identificado, prosiguieron a analizar el mercado y sus posibles clientes. “Las dos tuvimos hijos y buscábamos productos más naturales para ellos, pero el mercado era muy corto, entonces empezamos a hacer nuestros propios productos. Sin embargo, es muy difícil cambiarle la mentalidad a una mamá de que las marcas tradicionales no son lo mejor, debido a la antigüedad y reconocimiento que tienen” manifestó Yoleisy, mientras agregaba que ante esa realidad, se enfocaron en un público adulto consciente, no tan propenso a casarse con una marca de productos y más amplio.
Productos que salvan tu piel y al planeta
El producto que esta empresa ofrece al mercado es descrito con orgullo por parte de nuestras innovadoras. Se precian por apoyar el comercio local en la medida en que compran aceites esenciales y macerados de aceites vegetales que aportan valiosos activos naturales. En complemento manifiestan que una de las cualidades importantes es que los aceites son prensados en frío, lo que permite preservan mejor sus cualidades. A lo anterior agregan que no realizan pruebas en animales y que los envases son de vidrio (el único material que garantiza la conservación de todas las propiedades de sus productos). Por todo lo anterior producen pequeños lotes para garantizar la frescura y calidad en cada uno de ellos. Apreciado lector, las anteriores son las bases de Soy Nativas; la puede visualizar en su página web.
Si has llegado hasta este punto, te felicitamos. ALUNA te presentará, en este preciso instante, los innovadores productos de Soy Nativas.
Jabones: Todos los jabones de Soy Nativas son hechos a partir de aceites vegetales y mantecas de la mejor calidad. Totalmente libres de colorantes, fragancias y conservantes. ¡sí! Ideales para pieles delicadas como las de mi prima.
- Jabón de café y cacao: jabón lleno de antioxidantes usado para extraer impurezas y a incrementar la elasticidad.
- Jabón de aloe vera: Usado para la cicatrización de las heridas o quemaduras de la piel. También previene infecciones para combatir el acné.
- Jabón neutro: Orientado hacia niños y pieles sensibles.
- Jabón de naranja: Cuenta con propiedades antisépticas para prevenir infecciones y cualidades astringentes que regulan la grasa.
- Jabón de menta: Refresca y estimula la circulación de la piel, mientras relaja y revitaliza los músculos de la cara.

Desodorantes: “Son una mezcla de aceites vegetales, los cuales le dan el poder antibacterial, que contiene bicarbonato (en algunos casos porque no todas las pieles lo resisten). Lo que hace el desodorante es evitar que las bacterias se reproduzcan para que no se genere mal olor.
El desodorante líquido viene con una mezcla de alcohol en baja proporción, agua destilada, una mezcla de aceites esenciales y vitamina E. El sólido viene con una mezcla de bicarbonato, aceites vegetales, manteca y aceites esenciales.
Mascarilla de arcilla détox y antioxidante: Elaborado a partir de carbón activado y aceite esencial de limón o con con aceite de cacao y aceite esencial de menta.
¡Sorprendente!, ¿verdad? Respetados lectores, ¿ustedes me creerían si les comento que, a parte de los productos que ya les describí, Soy Nativas tiene otros? Increíblemente sí, por eso te nombraré algunos: agua de rosas, óleo capilar, aceite y suero de limpieza facial, bolsas y seda dental biodegradables; cubiertos, pitillos y cepillos reutilizables; tratamiento de cejas y pestañas y, por último, el sérum para barba.
A veces ni el maquillaje puede dar color
Al hacer contacto con las emprendedoras llenas de conocimiento y entusiasmo nos manifestaron que mantenerse en el mercado no es cosa fácil. “La preocupación principal fue comprender que el mercado era muy poco hace unos ocho años; estrellarnos con esa realidad de que nuestro país, con tanta biodiversidad y capacidad científica, no estaba aprovechando todo el potencial que tenemos fue decepcionante”. Con esta expresión Yoleisy resumió las dificultades que se presentaron, a su vez, agregó, desde el año pasado se han mantenido en redes y despachos por la pandemia, situación que no ha sido fácil. Otros inconvenientes han sido la importación de materia prima y su aumento de precio ya que en Colombia es bastante complicado conseguir los aceites esenciales y vegetales.
No obstante, desconectarse de ese contacto directo con sus potenciales clientes fue lo que más dolió. “Lo peor fue perder el contacto con la gente porque éramos muy de charlas, los clientes nos pedían consejos en ese espacio y éramos muy abiertas con la información”, concluyó con voz entrecortada Díaz, una de nuestras protagonistas.
Sabios consejos para jóvenes como Karen, tú y yo
“Siempre piensen unas dos o tres veces antes de realizar una compra, para hacerlo responsablemente, pues en ocasiones terminamos comprando por el simple hecho de ‘quiero tener esto y ya’; también investiguen muy bien a la marca y pregunten si tienen dudas —si es a nosotras, encantadísimas de responder todo—. Es muy importante ser prevenidos con el cuidado de nuestra piel sin olvidar la preservación de la Tierra” nos comentó nuestra increíble protagonista.
Con lo anterior, en ALUNA podemos asegurar que el trabajo de Eileen y Yoleisy no terminará, sino que al contrario, nos seguirá sorprendiendo. En definitiva, esta historia continuará.
Entrevistada: Yoleisy Díaz
Cofundadora de Soy Nativas
Página web: https://soynativas.com/
Instagram: https://www.instagram.com/soynativas/
Escrito por: Camila Andrea Álvarez (Semillero ALUNA)
Conceptos clave
- Aditivos: Sustancias que tienen los cosméticos para promover su preservación.
- Antioxidantes: Moléculas que evitan la oxidación de las células, es decir, las protegen de los efectos dañinos provenientes del exterior.
- Biodegradable: Hace referencia a aquellos residuos naturales que se descomponen fácilmente en el ambiente como los restos de frutas y verduras.