Vientos de esperanza

Cuento basado en el artículo: “La familia que domó el viento”: Molinos de viento que hacen posible el agua en zonas rurales

Escrito por José Felipe Bahamón.

portada-vientos

Esta es la historia de Sandra, una joven universitaria que vivía en Wonderland, un mágico país con las más extrañas y alocadas cosas que te puedas imaginar. Sandra se sentía feliz con la vida que llevaba pues no tenía ninguna preocupación, le iba bien en los estudios, tenía muchos amigos, y alardeaba de que sus padres la apoyaban en todo.

Un día, como proyecto final de la universidad, le asignaron la tarea de investigar la época de sequía en la zona oriental de su país. Este tema no le interesaba mucho, ya que, en su ciudad, la vegetación florecía y el agua nunca escaseaba. Lo que ella no sabía era que solo contemplaba una pequeña parte de la realidad que la rodeaba. Impulsada por el deseo de ser la mejor de su clase, Sandra decidió aventurarse en un viaje al otro lado del país, sin saber que se convertiría en la experiencia más impactante de su vida.

A su llegada, quedó muy preocupada e intranquila. “Parece que no todo es color de rosa” susurró para sí misma. En aquella región de Wonderland no había árboles ni la más mínima señal de vida.

Asombrada, se dirigió a una granja cercana, donde a pesar de la falta de agua, los cultivos lucían espléndidos y parecía que cada día se volvían más coloridos. Allí se encontró con el dueño, un intrépido explorador dedicado a buscar los tesoros más asombrosos del mundo.
– ¡Buenos días, aventurera! ¿Qué hace una joven como tú en estas tierras tan peligrosas? Mucho gusto, mi nombre es Raúl. Debes saber que a esta hora los monstruos de sequía son más rabiosos. – Saludó Don Raúl.

– Hola, don Raúl…No sabía que existían estas criaturas. ¿Podría contarme más sobre ellas? – Preguntó Sandra intrigada.

Don Raúl le explicó que los monstruos de la sequía eran bestias despiadadas que destruían todo a su paso en busca de agua.

Mientras conversaban, apareció repentinamente un misterioso hombre, que parecía ser el legendario Merlín, guardián del agua y la vitalidad. Sandra y don Raúl se exaltaron al verlo, ya que se creía que había muerto hace siglos.

Merlín les contó que hace cientos de años aparecieron esas bestias y que él junto a otros cuatro magos crearon un hechizo que las contuvo temporalmente. Ahora su misión era acabar definitivamente con estas criaturas.

Mientras Merlín hablaba, Sandra notó algo que le llamó mucho la atención. Un “Suff Suff” se escuchó repentinamente, y su curiosidad la llevó a descubrir a un pequeño murciélago brillante de las colinas colmillo, un raro espécimen de la naturaleza. Don Raúl le explicó que estos murciélagos solo aparecían cuando alguien los necesitaba de corazón, traían buena suerte y era un ser protector.

Don Raúl, le comentó al mago su idea de utilizar molinos que absorben a las bestias de viento y las usa como energía para extraer agua, y protegerse de estos salvajes. Al escuchar sobre esta posible solución, Merlín le agradeció y se sintió muy emocionado de que alguien quisiera unirse a su causa para acabar con este problema.

Don Raúl también compartió su propuesta con otros granjeros y exploradores que vivían escondidos por temor a la sequía. Juntos decidieron viajar a la ciudadela y solicitar la ayuda del temido ministro, conocido por su graciosa barba de chivo y su poca inclinación a ayudar a los demás.

Mientras tanto, Sandra esperaba ansiosa en su casa la respuesta del ministro y compartía su experiencia con sus padres.

Papá, mamá, he aprendido mucho durante mi viaje. En el camino noté que muchos campesinos de la zona sufren debido a la falta de agua causada por unos monstruos salvajes. Pero gracias a un granjero local podremos enfrentar este problema con molinos de viento.

– ¿Con molinos de viento? ¿Cómo funcionan? – Preguntó su padre sorprendido.

Sí, el movimiento del viento moverá las hélices de los molinos, generando energía. Esta energía va hacía un dispositivo extractor que llevará el agua del subsuelo a la superficie.
Sandra también les mostró a su murciélago protector y veía cómo la mirada de ellos se llenaba de tristeza.

Sus padres se miraron a los ojos y enseguida respondieron:

– Hija, estamos orgullosos de ti, y de tu interés acerca de este tema, pero ya conoces al ministro y dudo mucho que quiera apoyar esto. – Dijo su madre en un tono melancólico.

– Así es, – continuó su padre – Al ministro sólo una persona lo ha logrado convencer de ayudar.

Mientras hablaban, el murciélago al que Sandra había llamado Babs comenzó a brillar intensamente y a emitir ruidos extraños “Iiiik Iiiik”. Sandra se preocupó por él, pero fue interrumpida por un golpe en la puerta. Era Don Raúl, exaltado y feliz: “¡Jovencita, el ministro nos va a apoyar!”

Así, viajaron al lugar del problema, y con la colaboración de Merlín y el ministro, comenzaron el proyecto al que llamaron “Vientos de Esperanza”.

En pocas semanas, los primeros molinos de viento se estaban instalando, y las personas no podían expresar su gratitud lo suficiente hacia Don Raúl y Sandra, más allá de las sonrisas de felicidad.

Acompañados por Babs, Sandra, Don Raúl, el ministro y Merlín regresaron a la universidad, donde Sandra presentó su trabajo. Cuando terminó la presentación, el salón estalló en un aplauso, y el Profesor Campo Elías, la felicitó por su ejemplar historia.

Cuento escrito por: Jose Felipe Bahamón. Escuela Normal Superior Antonia Santos, Puente Nacional.

¡Hola! Para acceder a las actividades ALUNA debes iniciar sesión con tu cuenta. Loguéate e inténtalo nuevamente.

Scroll al inicio
Ir al contenido