De flor en flor
Cuento basado en el artículo: De flor en flor: así van revoloteando las abejas salvadoras del planeta
Escrito por Edward Santiago Saavedra Galeano.
En un país muy lejano vivía Tomy, un niño lleno de creatividad que soñaba con ser un defensor de la justicia junto a sus inseparables amigos. Un día soleado, Tomy salió de casa a jugar con sus compañeros de aventuras, Carlos, Juan y Deisy, quienes compartían su anhelo de ser héroes.
Mientras disfrutaban de su juego al aire libre, Carlos notó un panal de abejas que colgaba de un árbol repleto de manzanas. Los chicos en lugar de asustarse lo tomaron como un reto y comenzaron a lanzar piedras, con el fin de tirarlo al piso y patearlo.
Fue entonces cuando Juan desplegó el poder de su imaginación y transformó a cada uno de sus amigos en auténticos superhéroes, otorgándoles poderes sobrenaturales y armas legendarias para enfrentar al panal, que en su mente se convirtió en una nave alienígena que amenazaba con invadir su mundo.
Mientras se sumían en esta emocionante hazaña, escucharon un grito a lo lejos. Un hombrecillo se aproximaba apresuradamente, exclamando…”¡Paren, por favor, deténganse!”
Los niños sorprendidos por la inusual reacción del hombre abandonaron sus planes de atacar el panal. Tomy, especialmente intrigado, lo invitó a sentarse y, sin dudarlo, le preguntó: “¿Por qué gritas de esa manera?”
El hombrecillo, con tristeza en la mirada, se sentó junto a ellos y les dijo:
– Permítanme contarles una historia que les mostrará la gran importancia que tienen estos animalitos tan pequeñitos para la naturaleza y nosotros los humanos.
Los jóvenes se acomodaron junto al hombre y escucharon su relato con atención. Carlos, con su vívida imaginación, vio al hombrecillo como un mensajero del futuro de imponente armadura dorada, enviado para advertir a la humanidad de un grave error. El hombre continuó:
La historia que les contaré ocurrió en un asombroso jardín, donde las flores eran de diferentes colores y tipos, y florecían en todas las estaciones. Al amanecer, los primeros rayos del sol acariciaban suavemente sus pétalos, despertándolas de su sueño nocturno. Cada día, las flores se llenaban de vida y color, y se preparaban para recibir a las abejas que vendrían a visitarlas.
Las abejas, conocidas como las salvadoras del planeta, revoloteaban de una flor a otra, recolectando polen y néctar. Eran incansables en su labor. Estas pequeñas heroínas dedicaban sus vidas al bienestar de la naturaleza, polinizando las plantas y asegurando la supervivencia de muchas especies. Mientras Carlos escuchaba el relato, se imaginaba a cada uno de ellos como uno de esos valientes superhéroes.
Prosiguió en su narración: Una de las abejas más curiosas y aventureras se llamaba Ada. Desde que era una abeja muy pequeña, siempre había sentido una enorme fascinación por el mundo que la rodeaba. No se conformaba con las flores del jardín, sino que quería explorar nuevos horizontes y conocer diferentes especies de plantas.
Un día, mientras revoloteaba por el jardín, Ada encontró una extraña flor que nunca había visto antes. Tenía pétalos de un vibrante color azul y exhalaba un delicado aroma a jazmín. Intrigada, decidió investigar más a fondo y descubrir de dónde provenía esa misteriosa flor.
Siguiendo su instinto, Ada voló más allá del jardín, entrando en un bosque desconocido. Las enormes y frondosas copas de los árboles la protegían del sol, y el canto de los pájaros la acompañaba en su travesía. Finalmente, llegó a un campo lleno de esas hermosas flores azules que tanto le habían cautivado.
En ese instante, Carlos reconoció en Tomy las mismas cualidades que veía en Ada: un héroe que siempre mostraba una insaciable curiosidad por lo desconocido y que irradiaba bondad y nobleza en su corazón.
Las abejas del bosque le explicaron a Ada que esas flores eran conocidas como “Flor de Esperanza”. Eran exclusivas en esa región y su néctar contenía propiedades curativas extraordinarias. Las abejas del bosque habían dedicado generaciones a polinizar esas flores, creyendo en el poder de su néctar para salvar el planeta.
Asombrada por lo que le habían contado, Ada regresó a su jardín y compartió entusiasmada la historia con las demás abejas. Todas quedaron fascinadas por la posibilidad de ayudar aún más en la preservación de la naturaleza.
Ada y las abejas salvadoras del planeta volaron en grupo hacia el bosque, llevando consigo el polen de las flores del jardín. Al llegar al campo de Flor del poder curativo, comenzaron a polinizar esas flores también.
El resultado fue asombroso. Las flores se multiplicaron y crecieron, cubriendo el bosque con su hermosura. Además, el néctar de la “Flor de la Esperanza” ayudó a que las plantas del jardín y del bosque crecieran más fuertes y sanas.
Ada y su grupo se convirtieron en heroínas de la naturaleza. Su valentía y amor por el planeta se extendió a otras abejas de distintas partes del mundo. Pronto, abejas de todas las regiones comenzaron a revolotear de flor en flor, polinizando y salvando el planeta.
Gracias al amor de las abejas, el mundo se llenó de belleza y vida. Las flores seguían floreciendo en todas las estaciones, y las abejas continuaban su labor sagrada de polinización. Ada y las abejas salvadoras del planeta transmitían un mensaje de esperanza y conservación.
El hombrecillo a manera de reflexión terminó diciéndoles: el increíble viaje de una abeja curiosa y aventurera llamada Ada, con valentía y amor por la naturaleza sirvió para prolongar la vida en todas sus formas.
Conmovidos por la historia, Tomy y sus amigos con la ayuda de expertos recogieron el panal y lo colocaron en un lugar seguro donde nadie les fuera hacer daño y ellas pudieran salir a realizar su gran labor. También compartieron esta valiosa lección con otros, recordando la importancia de cuidar y preservar la naturaleza, así como el poder que cada uno de nosotros tiene para hacer la diferencia
Cuento escrito por: Edward Santiago Saavedra Galeano. Escuela Normal Superior Antonia Santos, Puente Nacional.
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