Súper eco y el poder del reciclaje
Este cuento está basado en el artículo Al estilo Disney Pixar: una lámpara eco-consiente

Mientras deambulaba por su pueblo, Juan, un pequeño de 10 años con imaginación y amor por la naturaleza, encontró que aquel sitio donde vivía no era el mejor. Se trataba de un lugar rodeado de fábricas de bocadillo que expulsaba grandes cantidades de humo, contaminando el aire.
“Cof, cof, cof”, se escuchaban las aves, no cantaban, sino que tosían. Este pueblo, además, a veces parecía un basurero que crecía sin medida.
“Yo lo que quiero es un lugar limpio y verde”, se decía a sí mismo Juan, repitiendo una y otra vez su gran sueño. Un día se escucharon los pasos ligeros y suaves de Juan, quien caminaba desprevenido. La boca se le hacía agua con tanto manjar dulce, pero al mismo tiempo su alma se le arrugaba al ver las calles del prueblo, llenas de envases de plástico y latas tiradas.
Triste y enfadado por la situación, decidió que era hora de actuar. Pensó en darle uso a estos residuos y empezó a dejarse llevar por su imaginación. “¿Y si me convierto en Súper Eco, el héroe del reciclaje?”, se preguntó.
No solo estaba dispuesto a recoger la basura, sino también a crear magia con productos que podía elaborar con lo que se encontrara. ¡Es que tengo el súper poder de la creatividad!” Se animaba internamente.
Lleno de entusiasmo empezó a actuar solo y después de unos días, Juan se encontró con un obstáculo: la gente del pueblo no parecía interesada en el reciclaje.
Intentó explicarles la importancia de cuidar el planeta, pero se encontró diferentes respuestas. “Mantengo muy ocupado”, dijo el señor de la tienda; “¿De qué sirve?” preguntó una señora en un almacén.
Determinado a cambiar la mentalidad de todos, invitó a sus mejores amigos a actuar como un equipo. Así, con nuevas ideas, decidieron organizar una feria ecológica.
El trabajo fue duro. No sólo tenían que preparar productos bonitos y creativos a partir del reciclaje, sino que también tenían que divulgar la feria a todos sus vecinos. Dentro de la feria, y pensando en los otros niños, puso un lugar especial al que llamó “el rincón de la magia”. Allí exponía cada uno de sus productos y contaba la historia de cada material que los componía.
Los niños saltaban de alegría al ver sus trucos de magia. ¡Ting! ¡Ting! Se escuchaba cuando Juan cambiaba de material. En un momento una niña se dejó llevar de la emoción: “¡Mira, Súper Eco está haciendo desaparecer la basura!” Gritó entusiasmada. “¡Es magia de verdad!” …volvió a decir.
Juan la miró y muy serio respondió: “¡Sí, sí… es magia ecológica!”
Para él, reciclar era como hacer magia para salvar el planeta. Durante la feria Juan conoció varias personas. Marina, apasionada por la naturaleza, y Martin, un anciano que recordaba cómo solían ser las calles limpias y hermosas. Se organizaron y juntos animaban a que los residentes usaran objetos de segunda mano.
El lema de Juan, que solía decirlo en copla, era el siguiente:
Para transformar nuestro mundo, no necesitamos nada extraordinario, sólo ser conscientes de las decisiones que vamos tomando a diario.
Risas iban y venían mientras los residentes del pueblo estaban motivados a seguir mejorando para mantener un mundo verde. Juan, ahora conocido como Súper Eco, se convirtió en el héroe aclamado por su valentía y dedicación al medio ambiente. Demostró que no importa cuán pequeño o joven se sea, cada uno tiene el poder de marcar una gran diferencia en el mundo. ¡Reciclar es nuestra tarea y juntos podemos hacerla realidad!
Información del cuento
Este cuento fue escrito por María Paula Valencia Álvarez.
Imagen de portada generada con ayuda de Canva AI.
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