El taller mágico de Manu

La curiosidad invadió a Manu, no pudo resistir la tentación y, silenciosamente, se deslizó dentro del taller de su padre para descubrir un mundo de creaciones. En el taller, había montones de aserrín y bloques de arcilla apilados en una esquina. Los ojos de Manu se iluminaron de emoción.

Manu vivía con sus padres en una pequeña casa. Su padre tenía un taller donde trabajaba todos los días, creando cosas maravillosas con madera y arcilla.

Manu siempre había sentido curiosidad por ese lugar lleno de herramientas y materiales, pero nunca había tenido la oportunidad de explorarlo.

Así que tomó un puñado de aserrín y un trozo de arcilla y comenzó a jugar. De repente, tuvo una idea: ¿qué pasaría si mezclaba esos materiales con agua? Corrió a buscar un poco de agua y empezó a mezclar todo en un recipiente grande ¡Splash, splash! Para su sorpresa, la mezcla se convirtió en una masa suave y uniforme.

Manu, con sus pequeñas manos, empezó a moldear la masa. Hizo vasijas, vasos y platos, disfrutando cada momento. Era como si la masa tuviera vida propia, tomando formas increíbles. Estaba tan concentrado que no se dio cuenta de que sus padres estaban en la puerta del taller, observándolo con una sonrisa.

De pronto, escuchó la voz de su madre, “¡Qué cosas tan bonitas has hecho, Manu!”. “¡Ahh!”, gritó Manu y giró rápidamente, asustado, esperando un regaño. Pero antes de que pudiera decir algo, la voz de su padre resonó detrás de él. “¡Vaya, Manu, tienes un verdadero talento para esto!”.

Manu se dio vuelta lentamente, temiendo la reacción de su padre. Pero en lugar de estar enojado, su padre sonreía orgulloso. “Has hecho un gran trabajo, hijo. Creo que has encontrado una manera especial de usar estos materiales”.

Con una sonrisa en su rostro, su madre dijo “¿Qué te parece si trabajamos juntos y hacemos algo aún más grande?” Los ojos de Manu brillaron de emoción. ¡Qué idea tan fantástica!

Así, mamá, papá y Manu empezaron a trabajar juntos. Decidieron crear una tienda especial, donde fabricarían y venderían vasijas biodegradables, usando la mezcla mágica con el aserrín que sobraba de la carpintería, junto a la arcilla y el agua. Estas vasijas no solo eran bonitas, sino que también ayudaban a la naturaleza, descomponiéndose y alimentando las plantas y los árboles. 

Manu se sintió muy feliz de poder crear cosas bellas sin necesidad de dañar a la naturaleza. Aprendió que, con un poco de imaginación y cuidado, podía hacer del mundo un lugar mejor.

Y así, el pequeño taller de Manu y su familia se convirtió en un lugar mágico, donde cada creación ayudaba a la naturaleza y hacía felices a muchas personas.

Fin.

Información del cuento

Este cuento fue escrito por Jenny Karina Bayona Gómez.

Imagen de portada generada con ayuda de Adobe Firefly.

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