El mar que brilla

Cuento basado en el artículo: Waterlight: cuando la sal permite llevar energía a los rincones de colombia

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Esta es la historia de un hombre, no necesitamos saber su nombre, porque el invento que creó es suficientemente increíble para recordarlo.

Este hombre decidió emprender un viaje a la Guajira, porque quería conocer sus extensos desiertos y sus mares imponentes. Desde niño siempre escuchó que el desierto era otro tipo de paraíso en donde la magia de la vida era posible.

Pero, cuando llegó, no solo se encontró con las maravillas naturales, porque en su camino se topó con los indígenas wayuu, personajes sabios y profundos que miraban con ternura y hablaban con certeza.

Nuestro protagonista decidió hospedarse en una de las rancherías, para así disfrutar de la compañía de estas personas. Lo que más le llamó la atención fue la creatividad de las mujeres, ya que realizaban hermosos trabajos tejidos que sólo podían venir de mentes conectadas con la naturaleza. Gracias a la destreza de sus manos, las mujeres lograban crear bolsos y hamacas de colores brillantes.

Nuestro protagonista admiraba por horas aquel fascinante proceso de tejido. Pero…hubo algo que desanimó al hombre, llevándolo a cierto estado de tristeza..

Cuando el sol comenzaba a esconderse, las mujeres recogían sus hilos y agujas, para luego guardarse en sus viviendas. Aunque no hubiesen terminado sus tejidos, esto siempre sucedía, y el hombre se sentía muy confundido por eso. Así que le preguntó a una de las mujeres por qué no seguían tejiendo en la noche.

— Oh, es que lastimosamente no tenemos energía eléctrica— respondió la mujer cuando le preguntó.

—¡Qué horror! Debe ser espantoso estar a oscuras cuando es de noche— contestó nuestro protagonista.

—Ah sí, mi amigo. Es imposible tejer de noche sin luz, tratamos de usar velas, pero hay peligro de que se genere un incendio. No sólo era difícil tejer, tan oscuras eran algunas noches que ni siquiera se podían compartir las sonrisas.

Era muy triste saber que aquel hermoso arte se veía interrumpido por el fin del día, así que el hombre decidió crear un invento para que las mujeres wayúu tuvieran luz; ya que él era un gran inventor reconocido en todo el territorio.

Así que empezó a repasar sus libros, que siempre llevaba en cualquier viaje. En ellos encontró la solución perfecta: molinos de viento para crear energía. ¡Era la solución perfecta! Ya que en el desierto el viento era tan fuerte que podía levantar a un elefante, empezando por su trompa larga..

De inmediato fue a decirle sus ideas a las mujeres, pero la reacción por parte de ellas no fue lo que esperaba.

—Eso podría hacer que nuestras aves no pudieran volar en paz— comentó la más anciana.

—Además de que se ve muy costoso…no tenemos el dinero para eso— agregó otra mujer.

Y así fueron comentando una a una los inconvenientes. Ante esto, el hombre tuvo que idear otro plan para traer luz a las viviendas de la ranchería.

Durante días a nuestro hombre sin nombre no se le ocurría nada, y en sus libros no encontraba ninguna pista. Ya iniciaba la noche, y el hombre debía cerrar sus libros, porque no podía leer en la oscuridad. Estaba perdiendo las esperanzas, hasta que escuchó la conversación entre una madre y su hijo:

—Hijo, se me había olvidado preguntarte sobre tu sueño de anoche— le dijo la mamá.
— Pues anoche soñé que el mar brillaba mucho…pero no más— respondió el niño. Y siguieron caminando, sin saber ellos que le habían encendido una idea al inventor. ¡Claro, el agua salada era una excelente fuente de energía! Y muy abundante por estos lares.

Entonces, el hombre fabricó un cilindro de madera, le insertó un par de bombillos y en su interior instaló un circuito eléctrico, de tal forma que estuviera cubierto. Finalmente, llegó el momento en el que su invento debía funcionar. El hombre fue al mar más cercano y recogió un poco de agua en el dispositivo que había creado.

Luego, se quedó mirando a los bombillos, esperando a que brillaran. Hubo un leve parpadeo, hasta que ¡chas! las luces se encendieron en un brillo color azul.

El hombre saltó de felicidad y de su boca salió un “yujuu” llenó de alegría, mientras danzaba como loco de un lado para otro. Buscó a las mujeres para comentarles su nueva invención. Todas quedaron encantadas y les pareció un dispositivo muy útil. Así que nuestro protagonista decidió crear más para todas las familias de la ranchería.

De esta forma, el hombre llamó a su invento “WaterLight” porque water en español es agua y light, luz. Iba muy acorde a cómo funcionaba el dispositivos

La historia no termina aquí, porque este inventor sigue construyendo más dispositivos WaterLight para llevar luz a todos aquellos lugares sumidos en la oscuridad.

 

Cuento escrito por: María Lucía Sarmiento Rojas
Artículo escrito por: María Lucía Sarmiento Rojas
Entrevistado: Juan Felipe Avedaño
Relacionista público de E-Dina

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