El capibara artista

En el corazón de la selva amazónica vivía un curioso capibara llamado Nico. Nico adoraba explorar y descubrir cosas nuevas. Un día, mientras caminaba por la selva, encontró unos frutos curiosos: moras y cacao.

Nico recogió algunos frutos y los llevó a la orilla del río. Quiso lavarlos, pero al mojarlos con agua, notó algo mágico: los frutos soltaron una tinta de colores. Emocionado, Nico usó la tinta para pintarse la cara como si fuera maquillaje. Luego, comenzó a dibujar en los árboles, creando coloridas obras de arte.

Ese mismo día, Nico se encontró con sus amigos capibaras: Lila, Tito y Nino. Les mostró los frutos mágicos y juntos empezaron a buscar más. Recolectaron diferentes frutos, probando cuáles soltaban tinta y cuáles no. Pronto, la selva se llenó de capibaras con caras pintadas y árboles decorados.

Mientras exploraban, se toparon con un oso perezoso durmiendo colgando de una rama. “¡Vamos a pintarlo también!”, dijo Nico. Con cuidado y risas traviesas, comenzaron a decorar al perezoso con los colores de las frutas. Le pintaron la cara y el cuerpo, creando un arcoíris viviente.

De repente, el oso perezoso comenzó a moverse muy lentamente. Su rostro parecía enojado y los capibaras se asustaron. “¡Oh no, creo que lo hemos enfadado!”, dijo Lila con miedo. El perezoso, con una voz profunda y pausada, finalmente habló: “Gracias… niños… me… gusta… mucho…”. Los capibaras se dieron cuenta de que no estaba enojado, simplemente se movía y hablaba muy despacio. Todos rieron aliviados y abrazaron al perezoso.

Desde ese día, Nico y sus amigos siguieron explorando y pintando la selva, sabiendo que la diversión y la amistad pueden encontrarse en los lugares más inesperados. Y siempre, cada vez que encontraban un nuevo fruto, pensaban en su amigo el perezoso, agradecidos por la lección que les había enseñado.

Al contemplar la belleza de su selva, gracias a esos mágicos colores, Nico y sus amigos comprendieron la importancia de cuidar y respetar el medio ambiente. Entendieron que podían pintar de forma natural sin dañar a nadie. Así que decidieron ser guardianes de la selva, protegiendo su hogar y todos los seres que en ella habitaban. Y así, cada día, continuaron explorando y aprendiendo, con la esperanza de inspirar a otros a amar y preservar la maravillosa naturaleza que nos rodea.

Información del cuento

Este cuento fue escrito por Jenny Karina Bayona Gómez.

Imagen de portada generada con ayuda de Adobe Firefly.

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