El caballo y el baño encantado

En un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos vivía una niña llamada Brenda. Era alegre, risueña y siempre soñaba con cosas grandes. Sin embargo, tenía un problema: cada vez que usaba jabón su piel se enrojecía mucho, porque era alérgica. Eso le hacía difícil disfrutar de algo tan sencillo como bañarse.
Un día, mientras caminaba por un sendero lleno de flores silvestres, Brenda vio algo que la dejó sin palabras: un caballo blanco con manchas café. Era alto, elegante y tenía una mirada muy tierna.
—¡Qué hermoso eres! Ojalá fueras mi amigo —susurró Brenda con los ojos brillando.
Un hombre que pasaba por el lugar le dijo:
—Ese caballo no tiene dueño, pero está en venta.
Brenda corrió a casa con el corazón acelerado.
—¡Mamá! Vi un caballo en la colina, ¿podemos comprarlo?
Su madre la miró con cariño y respondió:
—Hija, los caballos cuestan mucho dinero. Solo puedo ayudarte con la primera parte, el resto deberías conseguirlo tú
Aunque se sintió un poco triste, Brenda se llenó de valor:
—Entonces trabajaré hasta lograrlo. Ese caballo será mío
Tiempo después, mientras su prima la visitaba, notó cómo la piel de Brenda estaba muy roja después del baño.
—Brenda, ¡qué mal! Ojalá hubiera un jabón que no te hiciera daño
Esas palabras encendieron una chispa en su mente
—¡Ya sé! —exclamó Brenda—. Haré jabones naturales. Así no me dará alergia y además podré venderlos para reunir dinero
Su prima sonrió emocionada ante la idea:
—¡Esa es una gran idea! Y también ayudarás a cuidar el planeta
Con apoyo de su mamá, Brenda comenzó a experimentar. Mezcló aceites, hierbas y flores que encontraba en el campo. Pronto la casa se llenó del aroma de la lavanda y la manzanilla. Cada jabón que creaba era una esperanza para su piel y para su sueño de comprar al caballo.
Todas las mañanas, Brenda iba al mercado con una cesta llena de jabones. Saludaba con entusiasmo a la gente y les explicaba:
—Son jabones naturales, son muy buenos para la piel y también cuida a la naturaleza
Las personas se sorprendían y pronto muchos se volvieron sus clientes. Brenda trabajaba con paciencia y dedicación. Día tras día, juntaba monedas y billetes, hasta que al fin tuvo el dinero suficiente para terminar de pagar al caballo
Finalmente, cuando el caballo llegó, Brenda lo abrazó fuerte. -Te llamaré Coco. Serás mi mejor amigo-
El caballo relinchó con alegría, como si entendiera. Brenda sonrió con el corazón lleno: había ganado un compañero fiel y había creado un emprendimiento que cambiaba vidas y protegía el planeta.
Información del cuento
Este cuento fue escrito por Mariangel José Rodríguez Gómez - Programa ATILA 2025.
Imagen de portada generada con Gooogle Gemini.
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