Amigos energéticos
Cuento basado en el artículo: Jóvenes energéticos: Biodigestores y paneles para una pesca sostenible en el Chocó.
Escrito por Lissette Pérez y Lina Pérez
En lo profundo de la galaxia Andrómeda, se hallaba el planeta Ziro, conocido por celebrar competencias, desde carreras de cohetes hasta concursos de lanzamiento de rayos láser. Era un lugar lleno de luz y movimiento, con edificios que desafiaban la gravedad y reflejaban en sus paredes la deslumbrante belleza de las estrellas.
Un día, dos jóvenes aventureros llamados Angie y Jorge decidieron embarcarse en una misión para ganar la competencia más grande de la galaxia. Su objetivo era crear la fuente de energía más ecológica y obtener el título de “Campeones de la Energía” junto a millones de deliciosos helados de nebulosa de fresa.
Desde pequeños, Angie y Jorge compartían su pasión por la invención y habían creado robots únicos. Su favorito era Mel, un pequeño robot asistente que los acompañaba en sus travesías y siempre estaba listo para la diversión. Juntos, formaban un trío perfecto.
Llevaban dos semanas explorando su planeta buscando ideas para la competencia. Una tarde, durante su almuerzo en la costa, Angie suspiraba mientras jugueteaba con su pescado frito. De repente, levantó la mirada y exclamó:
- ¡Jorge! ¿Qué te parece si usamos la energía de las estrellas para generar electricidad y ayudar a los pescadores locales que no tienen energía?
- ¡Angie, eso es brillante! ¿Y si combinamos esa idea con algo más? – Respondió Jorge y se levantó rápidamente de la mesa tomando las llaves de su nave espacial.
Los tres volvieron a su casa y se reunieron en su cuarto mágico lleno de recetas extrañas.
- Jorge, creo que deberíamos descartar la opción de producir energía con el aire, ya que en la costa no hay suficiente viento. – Sugirió Angie.
- ¿Y si empleamos biodigestores? – Respondió Jorge mientras hacía dibujos sobre Mel para adornar su carcasa metálica.
- «Bip-bip» ¿Qué es un biodigestor? – interrumpió Mel.
- Mel, un biodigestor es un tanque que convertiría los residuos orgánicos de los peces en biogás. – Le contestó Jorge amablemente.
- Entonces podemos usar la energía solar cuando el sol brille y la energía de los biodigestores cuando llueva. – agregó Mel.
Pero justo cuando estaban a punto de iniciar su invento, la puerta del laboratorio se abrió y entró un hombre con abrigo de colores brillantes, cabello alborotado y gafas enormes.
- ¡Saludos, amigos! Soy el Dr. Voltio. Los he escuchado y tengo una mejor idea. Alimentemos el planeta con la energía de las chispas de mis calcetines eléctricos súper cargados.
Angie, Jorge y Mel intercambiaron miradas confundidas. El Dr. Voltio comenzó a sacar calcetines y a frotarlos juntos, creando pequeñas chispas que iluminaban el lugar.
- Disculpe Dr. Voltio, pero creo que fusionar paneles solares y biodigestores es más eficiente – dijo Angie entre risas.
Desanimado, el Dr. Voltio abandonó la sala, pero no sin antes lanzar una última chispa de sus calcetines que erizó su cabello. Los amigos rieron a carcajadas mientras trabajaban. Sin embargo, cuando llegaron a la costa para instalar los paneles solares, se encontraron con un problema inesperado. El Dr. Voltio, que era conocido por su sentido del humor, había decidido jugarles una broma. Mientras Angie y Jorge instalaban los paneles solares, les intercambió las piezas y los cables, lo que provocó confusiones y discusiones entre ellos.
A pesar de las distracciones del Dr. Voltio, lograron completar su invento y ganar la “Gran Competencia Galáctica de Energía”. Así, estos ingeniosos amigos dejaron su marca en la historia de Ziro, saborearon ricos helados de nebulosa durante un año. Además, descubrieron que la ciencia puede ser tan divertida como un par de calcetines brillantes.
Su historia muestra que el trabajo en equipo y la determinación lleva a grandes logros y a construir un mundo más sostenible. Y tú, ¿tienes alguna idea increíble en mente? ¡Quién sabe, tal vez seas el próximo inventor galáctico!
Cuento escrito por: Lissette Pérez y Lina Pérez.
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