Samu el revolucionario
Cuento basado en el artículo: De Colombia para el mundo: Avana, la pintura sostenible hecha con icopor residual
Escrito por Kerly Zaire Sánchez González.

¡Saludos! Mi nombre es Samu, soy un delfín y vivo en una aldea en un océano azul y hermoso. Disfruto mucho jugando y divirtiéndome en el fondo del océano con mis hermanos. Sin embargo, un día nuestros padres nos prohibieron salir de nuestra aldea sin explicación. Al principio, no le di mucha importancia y seguimos escapándonos para disfrutar de hermosos amaneceres y visitar a nuestros amigos, como las tortugas y los peces. Pero notamos un color diferente en nuestras aguas y encontramos objetos que nunca habíamos visto antes. Era tanta mi curiosidad que decidí investigar y descubrí que cada vez que pasaba por ciertos lugares, las cosas empeoraban.
Cuando volvía a casa, veía a mis padres muy preocupados, pero no entendía qué sucedía.
Me puse en marcha y empecé a recolectar información. Quería hablar con mis padres, pero estaban muy ocupados y no encontré el momento adecuado para preguntarles. En la aldea, todos parecían estar encerrados en sus casas, y no veíamos a los delfines bebés jugar como antes. Investigando me enteré de que todos estaban es sus casas, cuando eso nunca se veía. ¡Sí!… efectivamente algo estaba pasando.
Mis padres querían mantenernos a salvo en casa, pero la intriga no me dejaba tranquilo. Un día en que quedé solo en casa, me aventuré a salir y vi que en la orilla había muchos más de esos objetos que contaminaban nuestros mares. Mientras regresaba a casa, escuché gritos desesperados que venían de lejos. Era un pequeño pez atrapado en uno de esos elementos. Preocupado por su llanto, decidí alertar a mi aldea, aunque estaba lejos. Nadé lo más rápido que pude para ayudarlo. En el camino, encontré a muchas tortugas y otros animales que también querían ayudar, pero liberar al pez atrapado resultó ser una tarea difícil.
Cansado de esa situación llegué al fondo de esto, me di cuenta de qué personas externas eran las culpables. No solo se alimentaban de nosotros, sino que también dañaban nuestro hogar y nuestra forma de vida.
Era muy pequeño como para ayudar a todos y de paso llegar a un cambio. Nadie quería escucharme porque todos vivían con miedo. La mayoría aceptaba esa terrible realidad, esa que aún estamos viviendo por la contaminación del ambiente en el que vivo.
Ahora, mientras envejezco, espero que en el futuro mis amigos no tengan que enfrentar esta difícil situación. Es doloroso ver cómo nuestra especie y otros seres vivos desaparecen día a día debido a la contaminación. Cada vez somos menos para contar la historia, y eso es algo que nos entristece profundamente.
Cuento escrito por: Kerly Zaire Sánchez González, 11º, Colegio Trinidad Camacho Pinzón.
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