Los guardianes de la vida
Cuento basado en el artículo: ¡Pásate al lado oscuro! La ‘manera negra’ de salvar al planeta con papel reciclado
Escrito por Karen Yileni Echeverría Cardozo

Todo comenzó con dos hermanos de tan solo 6 años, Alex y Felipe. Ellos vivían en el campo de nuestra linda tierrita colombiana. Niños que, como cualquier otro a su edad, eran agradecidos, curiosos, felices e inocentes. Con cada paso que daban y cada juego que disfrutaban, contagiaban a todos con sus sonrisas. Pero ellos dos tenían algo especial. Era su amor por la naturaleza, por cuidar su amada tierra, sus mascotas y el más importante, el árbol que estaba junto a su casa.
Este árbol, que nombraron como “Árbol de la Vida”, emanaba una paz única en medio de la madre naturaleza. Y en sus juegos, ellos se llamaban los “Guardianes de la Vida”, pues a tan corta edad, valoraban y cuidaban este árbol como a un tesoro invaluable.
Cada mañana, al primer destello del sol, los dos hermanos se unían a sus padres para regar las plantas y alimentar a sus mascotas, especialmente a Maxi, un valiente perro que protegía con alegría su hogar. Después ayudaban a su madre a preparar un delicioso desayuno para todos. El amor que le ponían a la cocina hacía de sus preparaciones un manjar de dioses. Posteriormente, su madre les enseñaba a leer, para que descubrieran la magia de los libros y viajaran a otros mundos llenos de ciencia y naturaleza. Además, les inculcaba que debían usar el conocimiento adquirido en la escuela para preservar la naturaleza. Les recordaba que el campo que los rodeaba era su fuente de vida y alimento, y que cuidar de él era la forma de expresar su gratitud a la tierra.
Una tarde en la escuela, su profesora Leidy, les mostró una libreta especial que se había convertido en su favorita. Les contó que se la había traído su príncipe azul, que había sido hecha en otro país y que era especial porque al hacerla cuidaban de los responsables de nuestro aire limpio, los árboles. Explicó que las hojas de la libreta estaban hechas de material reciclado, y que, gracias a esto, se protegía a los árboles y se evitaba causar tristeza a la naturaleza.
Ellos preocupados se miraron asustados y se preguntaron si algún día se tenía que morir el amado “Árbol de la vida” que ellos cuidaban. La profesora les explicó que el de ellos no, que era poco probable porque ellos eran excelentes guardianes de él, pero que los familiares de su apreciado árbol sí están siendo maltratados. Así finalizó su clase.
Esta lección preocupó a los hermanos, pero al regresar a casa, cambiaron su actitud cuando vieron a Maxi mover su cola con emoción al verlos llegar. Decididos a hacer algo al respecto, crearon una barrera alrededor del “Árbol de la Vida” para protegerlo de cualquier daño. Le dijeron al árbol que lo hacían para que se sintiera aún más fuerte y protegido. Al día siguiente, pidieron a su madre que los acompañara a crear más barreras alrededor de otros árboles. Con orgullo, compartieron su acción con su profesora en la escuela.
La curiosidad creció en los hermanos, y comenzaron a preguntar a su profesora cómo podrían crear libretas mágicas, como la que ella tenía, para proteger a los árboles. La profesora se comprometió a comunicarse con los amigos de su príncipe azul y aprender cómo hacerlo, para luego enseñarles a ellos y a sus compañeros. Así comenzó el proyecto de la profesora Leidy con sus estudiantes. Estos dos niños aprendieron a fabricar libretas mágicas y comenzaron a hacerlas para sus amigos. Ellos le dijeron a su mamá que su sueño era cuidar el “Árbol de la Vida” y a sus familiares, y en su honor, crear más libretas mágicas hechas con hojas recicladas y la magia de sus manos. También, le prometieron al árbol, con la mano en el pecho y ojos cerrados, que cuando fueran más grandes no lo abandonarían y estudiarían demasiado para llegar a abrir muchas tiendas de cuadernos con hojas mágicas. Todo esto inspirados desde el amor hacia su tierra y su bello hogar. |
Cuento escrito por: Karen Yileni Echeverría Cardozo, 11º, Colegio Trinidad Camacho Pinzón.
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