La sala de los espectros
Los Calabozos surgen de manera espontánea en el mundo, sin una explicación clara de su origen. Son entidades intrusivas y perturbadoras. Alteran los ecosistemas, desencadenando transformaciones catastróficas en el paisaje y en los seres vivos que habitan en sus cercanías. Además, ponen en peligro la estabilidad de los reinos y civilizaciones.
Para enfrentar esta amenaza, los ejércitos han formado pelotones especializados, cuya misión es adentrarse en estos laberintos, eliminar a los espectros, derrotar al Rey y acabar con la influencia corrosiva del calabozo antes de que se extienda sin control. Breve historia sobre los Calabozos
Enciclopedia sobre los Reinos
-Argus Valtor
El pelotón se adentró en la tercera habitación de la Sala de los Caballeros, una estancia sombría decorada con estandartes desgastados y escudos rotos colgando de las paredes de piedra. El suelo estaba cubierto de antorchas apagadas y restos de armaduras desechas.
Avanzaron con pasos cautelosos. Las heridas de la segunda habitación, aún frescas en sus cuerpos fatigados. Cedric, a pesar del cansancio evidente en sus ojos, iba al frente.
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Malakai, herido en el enfrentamiento anterior, se apoyaba en su bastón mágico, pero al ver a Elena con una flecha clavada en su hombro, corrió hacia ella y se ofreció a ayudarla a caminar. Ella lo detuvo de un grito, y le ordenó que canalizara su energía para conjurar un escudo protector.
-¡Eso hago! -replicó él.
-Dejen de discutir -ordenó Cedric sin dejar de mirar al frente-. Hilda, necesitamos luz.
Hilda se adelantó, y con sus manos iluminadas por una luz divina, proyectó una esfera amarilla que alumbró la sala.
Remy, quien había recibido varios cortes profundos, se quejó de dolor cuando Hilda dejó de sanarlo.
-¿Es porque soy bajito? -bromeó con una mueca de dolor.
-¡Cállate! -ordenó Hilda.
Caminaron unos metros. A medida que avanzaban, el aire se volvía más denso, como si estuvieran caminando contra una corriente invisible. Los ecos de sus propios pasos resonaban, mezclándose con sus respiraciones agitadas por el esfuerzo.
Los espectros de los caballeros caídos emergieron lentamente de las sombras, sus formas translúcidas brillaban débilmente en la penumbra, y llenaban la sala con un aura de desesperación. Vestían armaduras antiguas, ahora corroídas por el abandono, y empuñaban espadas espectrales que emanaban un frío gélido.
Cedric alzó su espada.
-Prepárense.
Todos guardaron silencio. Remy preparó sus dagas y después se fundió en las sombras. Hilda sacó su mazo de guerra y señaló con él a los espectros.
-¿Cuál de todos ustedes, cariños, quiere ser el primero en pasar la puerta del Embozado?
Los ojos vacíos de los espectros, apenas visibles bajo yelmos oxidados, brillaron, fijos en el pelotón.
Una esfera de energía mágica se formó en las manos de Malakai, tonos azules y plateados, antes de lanzarla contra el grueso de los espectros. Tres de ellos perdieron uno o dos miembros, pero siguieron avanzando, sin muestras de dolor físico.
Malakai soltó una maldición en drow.
-Nadie entiende tus bromas -dijo Remy desde las sombras.
-Si lo hicieran, se morirían de risa -contestó Malakai.
Elena mantenía su arco tenso y listo para disparar a cualquier espectro que se atreviera a acercarse. Disparó una flecha que se clavó certera en la frente del primer espectro. Este respondió con un aullido mudo de rabia.
-Hilda, necesito ayuda con mi hombro.
Hilda dejó de golpear a los espectros con su mazo y regresó con el grupo. Canalizó su energía divina, tejiendo un manto de luz que envolvía al grupo e inició la curación de Elena.
Remy se quejó.
-Claro, a ella si la curas.
-Deja de decir estupideces -ladró Hilda-. Y ponte a cortar espectros.
Unos pasos más, y Cedric y compañía entraron en el rango del aura de desesperación de los espectros. Su determinación pareció drenarse como venas siendo desangradas.
La batalla duró cuarenta minutos. La victoria les dejó aún más heridos y exhaustos, al límite de sus fuerzas y esperanzas.
Cedric miró a sus compañeros con una expresión de dolor y determinación.
Ante ellos, se elevaban las escalinatas retorcidas que conducían a la guarida del Caballero Negro, último desafío de la Sala de Caballeros. Guardián implacable y letal de la Sala de la Reina.
Cedric apretó la empuñadura de su espada con sus nudillos blancos. La única salida de aquel infierno subterráneo era desplazarse hacia adelante, enfrentando cara a cara al mismísimo monarca de este calabozo, el Rey, y para eso debían vencer también a la Reina, sin importar el costo.
-¡Adelante!
Todos obedecieron, aunque Malakai soltó una queja y Remy maldijo por lo bajo.
Una vez el Rey ha sido derrotado, los artesanos recicladores se ponen en marcha. Los calabozos son desmantelados para hacer posible la existencia de los ecosistemas. Las bóvedas de piedra maciza, los intrincados pasillos, e incluso el mismo mortero que mantiene en pie las construcciones, se convierten en una valiosa fuente de materia prima para el desarrollo del reino. Cada piedra, cada ladrillo, cada trozo de madera, se transforman en la base de nuevas construcciones, fortificaciones y obras de arte que revitalizan al reino afectado. Así, la vida se convierte en un ajedrez en donde el coraje de cada gladiador se pone en juego.”
Guía de los Reinos
-Durgan Grixle
Este cuento está basado en el artículo Jaque mate al plástico: la misión de Ecoajedrez Huantami y fue escrito por Gustavo Adolfo Fonseca (Semillero ALUNA).
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