En las ruinas, un láser curativo

Este cuento está basado en el artículo La espuma que salvaría tus huesos: un proyecto revolucionario.

El aire era una mezcla de humo y partículas, cada respiración era un quejido áspero en los pulmones. El sol, un débil ojo enrojecido, luchaba por perforar la capa de cenizas que cubría el cielo. Los árboles, esqueletos negros clavados en la tierra, eran testigos de sus propias muertes. Era un mundo en ruinas, un mundo postapocalíptico, un lienzo gris elaborado con las pinceladas de la destrucción.

En este páramo desolado, dos amigos, Jax y Leo, vagaban sin rumbo fijo. Sus ropas andrajosas y sus rostros curtidos por el viento hablaban de una lucha constante por la supervivencia. Jax, el más impulsivo y valiente de los dos, llevaba siempre a su lado una peculiar pistola láser, un regalo de su mejor amiga quien era científica. Leo, el más tranquilo y observador, era su fiel compañero y confidente.

―“¡Mira, Jax! ¡Un árbol!”, exclamó Leo, señalando un débil brote verde que luchaba por abrirse paso entre el humo. Era un rayo de esperanza en medio de tanta oscuridad.

―“Sí, Leo, es una señal. Tenemos que encontrar la forma de salvar este planeta”, respondió Jax con determinación.

Su viaje, que por fin tenía un destino, los llevó a través de ciudades fantasma, donde los edificios parecían tumbas silenciosas. Encontraron sobrevivientes, enfermos y desesperados, que les pedían ayuda. 

―“¡Ahhhgg! ¡Por favor, ayúdennos! Llevamos días sin agua, ni comida, los animales han muerto y cada día se hace más difícil sobrevivir”, dijo un hombre que agonizaba en el suelo lleno de polvo.

―“Mira, Jax, está lastimado, y creo que tiene algunos huesos rotos”, comentó Leo preocupado.

―“No se preocupen, por suerte traigo este amigo que los puede ayudar”, respondió Jax mientras tomaba su pistola láser mágica.

Jax reparó con su láser los huesos rotos de aquel hombre y le prometió que irían al fondo de todo y que descubrirían qué le pasaba al planeta Tierra. Los dos amigos siguieron su camino, y Jax continuaba reparando los huesos rotos de las personas heridas que se iban encontrando, devolviéndoles la esperanza. Cada hueso que sanaba era una pequeña victoria contra la desesperanza.

Después de semanas de caminata, llegaron a un lugar extraño y misterioso: una enorme estructura metálica suspendida en el aire, parecía un ovni, que emitía una luz cegadora. Era la fuente de toda la destrucción.

―“Aquí es donde todo empezó, estoy seguro”, dijo Jax, apretando los puños.

―“¿Una nave? No lo entiendo”, dijo Leo incrédulo.

“¡AAHHGG!”, gritaron los dos mientras forzaban la puerta principal para entrar a la nave gigante. 

La recorrieron de un lado a otro, cuidando cada paso que daban para no accionar alguna trampa. Cuando de repente ¡WOW! Se dieron cuenta de que la nave había sido construida por los humanos años atrás para cuidar el planeta, pero una falla en su programación la había convertido en una máquina de destrucción.

―“¡Tenemos que detenerla!”, gritó Leo, con sus ojos estupefactos.

Después de una intensa lucha, lograron desactivar la nave, pero la estructura metálica se desplomó, cayendo al suelo con un estruendo ensordecedor, levantando una nube de polvo. Jax y Leo salieron a la superficie, exhaustos pero victoriosos.

―”¡Lo hicimos, Leo!”, dijo Jax, sonriendo.

Pero su sonrisa se desvaneció al ver que Leo se había torcido el tobillo. “¡Ay!”, gritó Leo, cayendo al suelo. Jax volvió a sonreír y suspiró, recordó que tenía su láser mágico, así que lo sacó y dijo “no te preocupes, amigo. Te arreglo esto en un dos por tres”.

Los meses siguientes fueron de reconstrucción. Con la ayuda de Jax, Leo y el láser curativo, los sobrevivientes comenzaron a levantar de nuevo sus comunidades. Pero la sombra de la nave seguía presente. Muchos se preguntaban si habían sido los únicos en el universo y si existían otras amenazas latentes.

Jax y Leo, convertidos en leyendas, decidieron continuar su viaje. Equipados con nuevos conocimientos y una renovada esperanza, se adentraron en lo desconocido, dispuestos a enfrentar cualquier desafío que se les presentara. Sabían que su misión no había terminado.

Información del cuento

Este cuento fue escrito por Jenny Karina Bayona Gómez.

Imagen de portada generada con ayuda de Canva AI.

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