El misterio de la cocina de Luna
Este cuento está basado en el artículo Magnato: Allí se encuentran las claves para ser un restaurante del futuro.

Dicen que en lo alto de la colina el viento sopla como en ningún otro lugar. Allí, entre susurros y crujidos, algunos afirman que esta guarda secretos que solo revela a quienes saben escuchar. Allí hay un lugar que a simple vista parece un restaurante como cualquier otro, pero quienes lo visitan aseguran que guarda misterios que desafían la imaginación: no usan aceite, sus luces nunca se apagan, y siempre huele a naturaleza fresca, incluso en la cocina. Hay quienes afirman que, si escuchas con atención, podrías oír al Soplón de Viento, un guardián invisible que protege sus secretos.
Intrigados por las historias, Sofi y Nico, dos niños aventureros, decidieron descubrir qué hacía tan especial ese lugar.
—Allí la comida se prepara con magia— dijo Sofi mientras subían por el camino empedrado
—¡Y no hay ni un solo basurero porque todo se reutiliza!— agregó Nico con emoción.
Al llegar, las puertas de madera se abrieron solas con un suave ¡creeek! Los niños entraron nerviosos, pero emocionados. Una mujer con delantal dorado y sonrisa cálida salió a recibirlos.
—¡Bienvenidos! Soy Luna. Vengan, les mostraré mi especialidad.
Los niños siguieron a la anfitriona y, al cruzar la puerta, quedaron con los ojos bien abiertos. ¡Todo era diferente! El techo estaba lleno de paneles brillantes que parecían atrapar los rayos del sol. ¡Zzzzt! sonaban los electrodomésticos mientras funcionaban sin cables.
—Aquí todo funciona con la energía del sol— explicó Luna—. Así, no necesitamos electricidad como en otros lugares.
En el centro de la cocina había un horno que no usaba fuego ni aceite, pero de él se desprendía un delicioso olor a pan recién hecho. Luna abrió el horno y el vapor llenó la sala.
—Este pan está hecho con masa madre que fermentamos aquí mismo. Todo natural.
Nico se acercó a un rincón donde había frascos llenos de líquidos de colores.
—¿Qué es esto?— preguntó curioso.
—Son jabones— respondió Luna—. Los hacemos con restos de frutas y aceites reciclados. Nada se desperdicia en La Cocina de Luna.
De pronto, un fuerte ruido resonó desde el jardín. ¡BOOM! ¡CRACK!
—¿Qué sucede?— preguntó Sofi, temblando un poco.
Luna se puso alerta.
—Es el Soplón de Viento. Él cuida nuestro bosque. Si no respetamos a la naturaleza, viene a recordarnos lo importante que es.
—¿Está enojado con nosotros?— preguntó Nico.
—No, pero siempre debemos prometer cuidar el planeta. ¿Ustedes lo prometen?— Luna los miró a los ojos, y los niños movieron su cabeza con firmeza aceptando que ayudarían.
Cuando salieron al jardín, vieron que todo estaba en calma, pero el viento soplaba suavemente ¡fiuuu, fiuuu!, agradeciéndoles. Antes de irse, Luna les entregó dos pequeños árboles.
—Plántenlos y cuídenlos. Ellos les recordarán su promesa.
Desde ese día, Sofi y Nico no solo hablaban de lo deliciosa que era la comida de Luna, sino también de lo que aprendieron sobre cuidar el planeta. Y, quién sabe, quizá un día vuelvan a escuchar la continua invitación del Soplón de Viento.
Información del cuento
Este cuento fue escrito por Meelyn Alquichides Vergara.
Imagen de portada generada con ayuda de Adobe Firefly.
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